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Red Internacional
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Internacionalismo. Nuestra propuesta: construir un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista (Cuarta Internacional)

La vuelta del nacionalismo imperialista hace cada vez más urgente el desarrollo del internacionalismo proletario y el antiimperialismo.

Miércoles 5 de abril de 2017 00:00

Lea completo el suplemento "Construyamos un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista"

La llegada a la presidencia de EEUU de Donald Trump marca un giro fundamental en la nueva etapa que comenzó a abrirse desde el inicio de la crisis capitalista. El retorno del nacionalismo económico de las grandes potencias anticipan giros bruscos de la situación mundial signados por redobladas disputas interimperialistas, fenómenos bonapartistas, así como procesos de lucha de clases mayores y radicalización política. Esto plantea como necesidad de primer orden la conquista de fuertes partidos revolucionarios para intervenir en los acontecimientos.

En el sentido inverso, gran parte de las organizaciones que se reivindican marxistas revolucionarias se han dedicado los últimos años a construir “partidos amplios” sin arraigo en la lucha de clases ni delimitación estratégica, o a adaptarse a direcciones nacionalistas burguesas y populistas, como el chavismo, o variantes reformistas de izquierda, como el Front de Gauche, Podemos, o Syriza, sustituyendo la estrategia de la revolución proletaria por la de gobiernos “antiajuste” o “antineoliberales”. El gobierno ajustador de Syriza ya demostró la bancarrota absoluta a la que lleva la subordinación a estos proyectos (Ver ¿Ir detrás del neorreformismo o luchar por la independencia de clase?).

La vuelta del nacionalismo imperialista hace cada vez más urgente el desarrollo del internacionalismo proletario y el antiimperialismo. El internacionalismo no es un principio abstracto sino una cuestión estratégica. La tarea de poner en pie una internacional de la revolución socialista es uno de los principales deberes de los revolucionarios para afrontar la nueva etapa que se abre. Como ha demostrado toda la experiencia del siglo XX, no hay partido revolucionario “nacional” separado de la lucha por la construcción de un partido revolucionario internacional.

La Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional surgió a finales de la década de 1980 en una etapa de retroceso, signada por la ofensiva del imperialismo y la restauración capitalista en los ex Estado obreros, en momentos donde la mayoría de las organizaciones que se reivindicaban del trotskismo lo abandonaban. Nos constituimos como un reagrupamiento principista con el objetivo de defender la teoría, el programa y la estrategia revolucionaria, buscando profundizar nuestra inserción en el movimiento obrero y la vanguardia juvenil, y desarrollar una práctica internacionalista.

Somos conscientes de que ninguna organización de las actualmente existentes que se reclaman revolucionarias puede resolver por sí misma esta tarea de magnitud histórica. Contra toda autoproclamación sectaria, sostenemos que la construcción de partidos obreros revolucionarios y la puesta en pie de una internacional de la revolución social, que para nosotros implica la refundación de la IV internacional sobre bases revolucionarias, no será producto del desarrollo evolutivo de nuestras organizaciones ni de nuestra tendencia internacional, sino resultado de la fusión de alas izquierdas de las organizaciones marxistas revolucionarias y sectores de la vanguardia obrera y juvenil que se orienten hacia la revolución social, que tenderán a surgir y generalizarse al calor de la crisis y la lucha de clases.

Con esta perspectiva, en 2013 lanzamos un manifiesto en el que abrimos una discusión sobre la necesidad de impulsar un Movimiento por una Internacional de la Revolución Social. En este proceso hemos iniciado discusiones con compañeros en Perú, en Costa Rica, y en Europa con compañeros de Italia.

Como dijimos en su momento, el manifiesto publicado en 2013 no pretendió ser un programa acabado, sino una puesta a consideración de los principales núcleos estratégicos y programáticos que, junto con la prueba de la práctica política y la lucha de clases, desde nuestro punto de vista deberían delimitar en el campo de la izquierda revolucionaria.

Entre ellos, la necesidad de un programa de demandas transitorias para enfrentar la crisis articulado consecuentemente en una perspectiva que vaya más allá de la legalidad burguesa o que ponga en cuestión la propiedad privada y la ganancia capitalista. Como parte del mismo, el rol de las demandas democrático-radicales orientadas a acelerar la experiencia de las masas con sus ilusiones democráticas mediante el enfrentamiento al régimen y al estado burgués, para facilitar el camino al poder obrero. La imposibilidad, como demostró la “Primavera Árabe”, de “revoluciones democráticas” sin dar respuesta definitiva a las demandas ligadas a las condiciones de vida de las masas, y terminar con sus causas de fondo, en primer lugar, la opresión imperialista. La lucha consecuente contra el imperialismo y por la independencia política de la clase obrera.

A su vez, la necesidad de construir partidos revolucionarios e internacionalistas. Ligado a ello el desarrollo de fracciones revolucionarias en los sindicatos, la lucha por el frente único obrero y la autoorganziación. El combate contra la opresión de género, la homofobia, el racismo y la xenofobia y contra toda forma de opresión y discriminación, como parte indisoluble de la lucha de la clase obrera por conquistar la hegemonía en el combate contra la dominación burguesa. Contra los planteos de “gobiernos de izquierdas” de colaboración de clases y conciliadores el imperialismo, retomar la táctica de “gobierno obrero” (máxima expresión del frente único obrero) como consigna antiburguesa y anticapitalista, ligada a una estrategia obrera insurreccional para la conquista de un gobierno de trabajadores revolucionario basado en la autoorganización de masas a través de consejos de trabajadores (lo que en Rusia fueron los Soviets). El carácter nacional por su forma pero internacional por su contenido de la revolución socialista, y por ende la conquista del poder en un país no como fin en sí, sino como medio estratégico para la lucha por la revolución internacional, condición indispensable para avanzar hacia la conquista de una sociedad de “productores libres y asociados”, el comunismo.

El conjunto de estos aportes que planteamos para el debate, el lector los podrá encontrar en el Manifiesto por un Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista (Cuarta Internacional).

Los cambios en la situación mundial plantean cada vez más agudamente la necesidad de un reagrupamiento revolucionario internacional que no puede basarse solo en principios generales sino que debe partir de acuerdos frente a las grandes cuestiones estratégicas que ya la crisis capitalista y ahora el nuevo giro de la situación a partir de la asunción de Trump han puesto en debate en la izquierda mundial. Sobre esta base llamamos al debate y a la acción práctica en común en la lucha de clases para poner en pie un gran Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista.