Recientemente difundimos el artículo “La clase obrera oculta” publicado en Estrategia Internacional, que ya tuvo importantes repercusiones en redes sociales. Al calor de las nuevas luchas de esta clase obrera, retomamos esta discusión fundamental para la izquierda socialista.
Domingo 31 de enero de 2016
Una clase obrera que empieza a levantarse
Una constante de La Izquierda Diario México ha sido darle voz y seguimiento a las luchas obreras que durante el 2015 y lo que va del 2016 irrumpieron en México.
Como plantea Jimena Vergara en el artículo mencionado, la clase obrera se fortaleció y reconfiguró al calor de la penetración imperialista. Un proletariado ubicado en la industria maquiladora y las ramas orientadas hacia la exportación -como la automotriz- no sólo en el norte del país, sino también Jalisco, Queretaro, Puebla o Zacatecas, entre otros estados. Que es parte de cadenas trasnacionales de producción, en condiciones de gran precarización laboral, con bajisimos salarios y en la mayoría de los casos sin derecho a la sindicalización, u obligada a hacerlo bajo el yugo de la CTM o los sindicatos blancos.
En un México cada vez más semicolonial y subordinado a los Estados Unidos, cada vez más integrado a la economía estadounidense, existe una clase obrera fuertemente concentrada bajo terribles condiciones de explotación y opresión.
Bienvenida nuevamente a escena
Como plantea Vergara, esto echa por tierra los argumentos de quienes le dijeron adiós al proletariado o en los hechos “desaparecieron” su potencialidad especifica en el “pueblo”. Si para justificar esto se apela a que los últimos 20 años fueron protagonizados en México por el campesinado, los pueblos originarios y sectores no proletarios, no hay espacio para dudar de que las cosas están cambiando.
No lo decimos sólo por la disposición objetiva de la clase obrera, lo cual nadie puede negar seriamente si se detiene un minuto en considerar los parques industriales en Guadalajara, las grandes plantas industriales que concentran miles y miles de asalariados como la Volkswagen de Puebla, o Ciudad Juárez, a la puerta de los EE.UU. con sus 300,000 proletarios.
Lo decimos también porque la gran novedad es que esta clase comienza a actuar. La lucha de clases no se limita a la movilización de amplios sectores populares y medios como por Ayotzinapa: ahora surge en el seno del proletariado, que dice presente en los gélidos plantones de Juárez o en los obreros de Dina reprimidos por la policía, y que también se muestra por ejemplo en las luchas que dan las trabajadoras precarizadas del Instituto de Educación Media Superior. El paro en Lexmark provocó alrededor de 1 millón de pesos en pérdidas para la patronal, lo que enseña que los métodos como la huelga y el paro, lejos de estar perimidos, golpean objetivamente al capital.
Son las primeras muestras. No se extiende aún a los destacamentos proletarios del bajío o el estado de México, donde la dominación de la CTM y otras centrales charras es más fuerte, y donde el PRI tiene una importante base social. Pueden ser derrotadas. Sus demandas -que combinan reivindicaciones elementales con la lucha contra el acoso sexual y por la libre sindicalización-, aún están pendientes de conquistar.
Pero para la izquierda socialista es fundamental apostar a su desarrollo y su triunfo. Se trata de visibilizar la acción de nuestra clase, proponer las vías por las que el movimiento obrero puede emerger en toda su potencialidad y acaudillar a los demás oprimidos, aliarse a los millones que se manifestaron contra este régimen asesino.
En ese camino, es fundamental cada paso adelante: como podría ser una candidatura obrera independiente en Ciudad Juárez, bajo una perspectiva clasista y de independencia respecto a los partidos patronales.
El regreso de la lucha de clases
Se siente en el aire una tendencia al mayor enfrentamiento entre las clases en pugna. Se ve una nueva situación y un nuevo estado de ánimo en sectores de la clase obrera. La lucha de clases no solo vuelve: empieza a asumir contornos más clásicos, con mayor protagonismo de sectores del proletariado industrial.
En los últimos años, el magisterio fue la vanguardia de la lucha contra el gobierno. ¿Este 2016 veremos una confluencia de la resistencia magisterial con la que surge del proletariado industrial? La coordinación de los sectores en lucha será entonces una tarea fundamental para ir por más.
En la resistencia actual, se vislumbra una característica de las luchas de décadas previas: la búsqueda de la independencia respecto al charrismo sindical. Éste, como pilar de la histórica subordinación de los trabajadores a las instituciones y partidos patronales, es muestra del carácter antidemocrático del régimen de la alternancia del PRI-PAN y PRD.
Como anuncio de lo que vendrá, la mayoría de las actuales luchas obreras inscriben entre sus demandas la lucha por un sindicato independiente. Ante eso, la lucha para que emerja un nuevo movimiento obrero, que conquiste su independencia política, no puede separarse de enfrentar al principal agente del estado y el régimen capitalista en los sindicatos: la burocracia sindical. Hay que apostar a recuperar las organizaciones obreras para la lucha, conquistar la democracia en los sindicatos y la incorporación a los mismos de los millones de trabajadores precarizados.
Se trata de romper con las largas décadas de subordinación al régimen posrevolucionario y a los partidos patronales, incluyendo a sus variantes de “izquierda” como el PRD. Eso será fundamental para que las actuales batallas, con alto contenido de espontaneidad, avancen en una conciencia clara de quiénes son sus enemigos y quiénes sus aliados.
Durante años, para muchos, la construcción de una organización socialista y revolucionaria, anclada en la clase obrera, parecía una tarea no solo titánica, sino utópica. La realidad es que entre quienes se reclaman socialistas abundaron los que se hicieron eco del “sentido común”, promovido por el populismo, para el cual esta clase obrera no existía o era un dato de la realidad sin la potencialidad de emerger como un sujeto revolucionario. En el caso de la izquierda estalinista, era en función de una estrategia política centrada en la subordinación de los trabajadores a variantes “democráticas” de la burguesía. .
Por el contrario, una perspectiva socialista requiere visibilizar y debatir las vías por las que la clase obrera puede desplegarse como un sujeto político determinante en la lucha contra el capitalismo y sus instituciones. La resistencia obrera que empieza a configurarse no es sólo una bocanada de aire fresco en una realidad nacional signada por la ofensiva reaccionaria de Peña Nieto. Abre nuevas posibilidades para la construcción de una organización socialista y revolucionaria que se haga orgánica de la clase trabajadora, sin lo cual la energía y la disposición a la lucha de los trabajadores no puede derrotar a la clase dominante y sus agentes.
Insertarse en las filas del proletariado, fusionar las ideas y el programa del marxismo, cuyo objetivo último es la emancipación de la clase obrera y el comunismo, con las nuevas camadas que surgen a la lucha, es una tarea apasionante del periodo que se abre. La Izquierda Diario está al servicio de ello, y es la perspectiva que desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas estamos abrazando y que este 2016 llevaremos adelante con nuevos bríos.
Pablo Oprinari
Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.