Aunque la lucha histórica de los maquinistas por el momento ha terminado, todavía siguen de pie muchas huelgas en Alemania. Esto lleva a los capitalistas, sus políticos, sus medios de comunicación y sus jueces a renovar los ataques al derecho a huelga una y otra vez.
Peter Robe Berlín | @robe_peter
Sábado 30 de mayo de 2015
Foto: Twitter
El 22 de mayo se aprobó la ley de “unidad de los convenios” en el Bundestag. Su supuesto objetivo es la regulación en situaciones de “colisión de convenios”, es decir, cuando dos sindicatos quieren negociar en el mismo sector o empresa.
En estas situaciones la nueva ley prohíbe al sindicato menor negociar y por ende ejercer su derecho a huelga. Esto supuestamente busca impedir que trabajadores con las mismas o similares tareas tengan diferentes condiciones laborales. Pero lejos de ser el objetivo real, esto es justamente lo que empresas como la Deutsche Bahn AG (DB), Correos y miles más hicieron cuando fundaron cientos de subempresas con cada vez peores condiciones laborales, usando el marco político creado por la Agenda 2010 para flexibilizar, fragmentar y precarizar.
Ofensiva reaccionaria
En los hechos se trata de impedir el acceso el derecho a huelga para algunos sectores de la clase trabajadora. Están en el punto de mira los sindicatos combativos que organizan a ciertos grupos dentro de una empresa (como los maquinistas en el caso de los ferrocarriles) que surgieron a raíz de la negativa a luchar por parte de los sindicatos “oficialistas” del DGB, pero esto también puede afectar a sectores precarizados, donde las tasas de sindicalización son bajas. Por eso se trata de un ataque a toda la clase obrera.
Mientras que sindicatos como la GEW de los profesores, Ver.di del sector servicios o los sindicatos como la GDL de los maquinistas y su federación el “Beamtenbund” se pronunciaron en contra de esta ley; los sindicatos industriales y de los ferrocarriles oficialistas tal como la cúpula de la federación sindical DGB apoyaron la iniciativa del gobierno. Ellos esperan que la ley acabe con su competencia y fortalezca su posición privilegiada.
La ley fortalece a la burocracia sindical, que si bien organiza a los contingentes más importantes de la clase obrera industrial, educa a estos en una subordinación pro empresarial absoluta.
Al mismo tiempo, las direcciones “opositoras” a la ley tienen un discurso radical pero no llaman a movilizar contra del ataque del gobierno, manteniendo la colaboración de clases y la subordinación al gobierno.
Un día antes de la aprobación se llegó a un acuerdo de mediación en el conflicto de los maquinistas, que era el tema central de las últimas semanas entre el sindicato GDL y la DB. Esto conlleva una “paz obligada” (Friedenspflicht, que prohíbe la huelga) de tres semanas durante el cual el mediador de la empresa (Mathias Platzek, socialdemócrata) y del sindicato (Bodo Ramelow, Partido de Izquierda) tienen que elaborar una propuesta de acuerdo.
Aunque la GDL ahora oficialmente puede negociar un convenio para todos sus miembros -que les fue negado todo el tiempo por la empresa-, todo indica que finalmente se tomará el convenio acordado con la mayor y proempresarial EVG.
Este sindicato acaba de firmar un acuerdo con la DB en el que se establecen una subida salarial del 5,2 % en dos cuotas hasta 2016 y un bono de 1100 euros, lo que sería una concesión en materia de salario a la dura y larga huelga (de la GDL) pero deja de lado la demanda muy sentida de la reducción de las horas laborales.
Por ello, el acuerdo no constituye un verdadero triunfo para los trabajadores que efectivamente estaban dispuestos de luchar por más, sino que es la vía para terminar con una de las experiencias más combativas de los últimos años canalizarla hacia la legalidad de la mediación, donde los trabajadores no son protagonistas y sujetos sino un auditorio pasivo sin poder de influir en el proceso con sus propios métodos de organización y huelga.
Solo un día después de la aprobación se alzaron las voces de una ampliación de la ley. El diputado democristiano Michael Fuchs dijo que la ley no es suficiente y “no podrá parar con los conflictos duros”, por lo que exige que se obligue a anunciar la huelga 48 hs antes y mediaciones obligatorias. El reaccionario Frankfurter Allgemeine Zeitung demandó hace varios meses una regulación del derecho a huelga propiamente dicha, incluyendo la prohibición de la huelga en sectores estratégicos como hospitales, transporte y otros.
Para la clase dominante, la nueva “ley de unidad de los convenios” no alcanza. Sus políticos millonarios quieren liquidar los derechos de los trabajadoresTambién la justicia lanzó un duro golpe contra el derecho a huelga y muestra de nuevo su carácter de clase.
Otro ataque
Primero, la exempresa estatal Correos rompió el convenio colectivo vigente con la fundación de 49 sub empresas regionales para rebajar miles de convenios laborales. Su jefe Frank Appel explicó que esta medida era necesaria para estar a la altura de la competencia, mientras que anunció ganancias millonarias a los accionistas.
En el conflicto laboral siguiente, donde Ver.di levantó una demanda muy importante de reducción de horas laborales para los 130.000 trabajadores pero no llevó una lucha dura contra la fragmentación y precarización de los trabajadores, Correos usó a sus “Beamte” (esta categoría laboral ofrece ciertos beneficios como estabilidad laboral y altas pensiones en cambio de negar el derecho a huelga) y a trabajadores de Polonia para romper la huelga.
El sindicato demandó a la empresa ante la corte laboral de Bonn y perdió el juicio. La corte argumentó con un juicio de la corte constitucional de 1993 donde se estableció el uso de “Beamte” como rompehuelgas si estos lo aceptaron sin obligación. Ya podemos imaginarnos con qué clase de argumentos y mecanismos las empresas “convencen” a estos trabajadores.
Este ha sido un juicio muy importante que legaliza el uso de rompehuelgas, lo que significa en el marco de la ofensiva reaccionaria contra el derecho a huelga descrita más arriba otro ataque al movimiento obrero y sus métodos de lucha. Aunque es claro que estas maniobras no son nuevas sino más bien constituyen parte del repertorio empresarial desde hace años.
En la actual huelga de las maestras y maestros de las guarderías, que va en su tercera semana, las comunas cobran a los padres su cuota mensual para la guardería aunque no pagan el salario a las y los maestros en huelga. Con esta medida las comunas presionan a los huelguistas a través de la bronca creciente de los padres. Esto lo hacen con la definición de las huelgas como “catástrofes” frente a las cuales las comunas no tendrían poder de influencia… ¡como si fueran fenómenos naturales los que impusieron las pésimas condiciones de trabajo en las guarderías!
Nuevo ánimo de lucha
El juicio también advierte sobre los límites y debilidades de la estrategia de las burocracias sindicales que, frente a la “ley de unidad de los convenios” y todo tipo de conflictos, espera resoluciones favorables de las mismas cortes laborales que declaran como “ilegítimas” a decenas de huelgas, en vez de imponer sus demandas a través de la organización y movilización de los trabajadores en las calles.
La lucha de los trabajadores, su organización independiente, la huelga, concentraciones, bloqueos, ocupaciones, manifestaciones, son las únicas medidas que tienen los trabajadores para mantener o mejorar sus condiciones laborales. Sin el derecho a huelga, los trabajadores están destinados a la dictadura patronal. A esto nos lleva el “Estado de Derecho” imperialista de Alemania en tiempos de crisis mundial y una agudización de la lucha de clases.
La ofensiva reaccionaria tiene lugar en un momento de un nuevo ánimo de lucha en varios sectores de la clase trabajadora. Esto se puede observar en los trabajadores de Correos, que resisten el ataque general de su empresa. Lo observamos en los maquinistas heroicos que pararon con la huelga más larga de la historia de la DB en todo el país. Con los trabajadores de Amazon, que ya llevan tres años luchando por un convenio colectivo y mejores condiciones de trabajo, cuya lucha se convirtió en bandera de resistencia contra la precarización entre amplios sectores. Lo observamos en las maestras y los maestros de las guarderías que con una manifestación masiva con más de 30.000 personas acaban de mostrar su disposición a luchar por un sueldo digno y su reconocimiento.
Todos estos trabajadores son parte de una nueva generación que después de años de derrotas salió a luchar y está acumulando ricas experiencias, entre ellas las numerosas muestras de solidaridad entre los distintos sectores en lucha (como los maquinistas hacia las y los maestros, las y los maestros hacia Amazon, los trabajadores de Amazon hacia los trabajadores de Correos, etc.).
Los trabajadores clasistas y toda la izquierda revolucionaria tienen que fortalecer esta tendencia. Solo con la unificación de las luchas en la perspectiva de una huelga general política contra el gobierno, sacando a las direcciones burocráticas de los sindicatos, podemos ganar las luchas actuales y defender el derecho a huelga, precondición necesaria para que los trabajadores puedan luchar contra los patrones en el próximo periodo.