Editorial. O se rompe con el Fondo o el Fondo rompe todo

• Esta semana hicieron ruido dos noticias importantes en el terreno de la economía: una, obvio, fue el 6,6 % de inflación de febrero que produjo que el índice anual superara el 102 %. Por otro lado, el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional en el marco de una de sus revisiones.

• Repasemos un poco el comunicado del FMI sobre esta segunda cuestión. Empieza afirmando que “la gestión macroeconómica prudente en la segunda mitad de 2022 respaldó la estabilidad y ayudó con cierto margen a asegurar los objetivos del programa hasta fines de 2022”. Voy a tratar de traducir cada punto porque está escrito con muchos eufemismos del lenguaje técnico: saludó el ajuste y especialmente el ajuste de Sergio Massa. El comunicado explica esta cuestión en números: “Todos los criterios de desempeño cuantitativo hasta fines de diciembre de 2022 se cumplieron con cierto margen. El déficit fiscal primario de 2022 alcanzó el 2,3% del PIB (frente a una meta del 2,5%), en particular debido al continuo y sólido control del gasto y las acciones para mejorar la focalización de los subsidios y la asistencia social. Al mismo tiempo, las reservas internacionales netas aumentaron en US$ 5.400 millones”. Traducción: el Fondo festeja los tarifazos y el recorte en los planes sociales.

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• Después viene un punto en el que pareciera que hubo una concesión de parte del Fondo: “Si bien se espera que políticas macroeconómicas más sólidas y esfuerzos para asegurar mejorar la cobertura de reservas y revertir las recientes pérdidas de divisas, se solicita una modificación del objetivo de acumulación de reservas internacionales netas para 2023.” Según el acuerdo con el Fondo, Argentina debía mejorar sus reservar y ahora se flexibilizaron esas metas por el tema de la sequía histórica.

• Sin embargo, en términos de política fiscal dice que “las autoridades están comprometidas en alcanzar el déficit fiscal primario del 1,9 por ciento del PIB en 2023 a través de controles continuos de gastos, una mejor focalización de los subsidios energéticos y de la asistencia social, y una mejor priorización del gasto de capital, al tiempo que protegen el gasto social y de infraestructura prioritario. Para cumplir con las metas de reducción del déficit y fortalecer la progresividad de los subsidios energéticos, las autoridades planean continuar implementando el esquema de segmentación acordado, eliminando los subsidios para los usuarios residenciales de mayores ingresos a partir de mayo y para los usuarios comerciales a fines de 2023”.

• Sobre las jubilaciones, el comunicado dice que “Se tomarán medidas tempranas y decididas para abordar de manera sostenible los costos fiscales de la aprobación imprevista de la moratoria de pensiones para asegurar los objetivos fiscales para este año y los próximos”. Es decir, reglamentan y limitan por anticipado la moratoria previsional que se votó hace algunas semanas en el Congreso.

• En términos de política monetaria y cambiaria dicen: “para hacer frente a las continuas presiones inflacionarias que han repuntado en los últimos meses, las autoridades pretenden mantener positivas las tasas de interés oficiales en términos reales”.

• Para sintetizar: se redujo la meta de acumulación de reservas para 2023 al precio de profundizar un ajuste porque se mantiene el objetivo de un déficit 1,9% del PBI.

• Se reconoce que la economía está complicada, que se va a recaudar menos (la sequía también hará que el Estado recaude menos por impuestos o retenciones) y se propone aumentar la tasa de interés (una medida claramente recesiva), profundizar los tarifazos (en el medio de la crisis por los cortes de suministro eléctrico y con la inflación arriba del 100%) y seguir recortando el gasto.

• Emmanuel Álvarez Agis de la consultora PxQ —no La Izquierda Diario, no El Círculo Rojo, no Nicolás del Caño o Myriam Bregman—, sino Emmanuel Álvarez Agis —asesor de muchas empresas— dice que esto es prestarle un fósforo a la Argentina ante la peor sequía del siglo. Dice textualmente que “el comunicado de ayer sugiere agravar la recesión por la vía del ajuste fiscal y, en la misma operación, acelerar la inflación por la vía del aumento de tarifas (i.e., reducción de subsidios). Un fósforo para enfrentar una sequía ¿Qué podría salir mal?”. Y recomienda evaluar un incumplimiento de las obligaciones que el país tiene con el Fondo este año.

• Hagamos un poco de memoria en relación a las polémicas sobre la deuda: cuando se debatió el acuerdo con el Fondo Monetario, desde este espacio —y los referentes de la izquierda en general— se planteaba que era una “deuda odiosa” (un fundamento jurídico internacional que legitimaba su desconocimiento); que, además, la hoja de ruta era inflacionaria y recesiva; que políticamente se instauraba un co-gobierno con cesión de soberanía y que este remedio era peor que la enfermedad. Entre otras cosas, porque así lo demostraba toda la experiencia internacional.

• Las respuestas (algunos indignados) decían que enfrentar al Fondo era una irresponsabilidad, que no se entendía la “correlación de fuerzas” (en ese momento, el diputado Leandro Santoro desfilaba por las radios agitando ese argumento, ahora hace campaña en la Ciudad y a otra cosa mariposa, total el aire es gratis); que se iban a desatar las siete plagas de Egipto y que el acuerdo era para evitar una “crisis mayor”.

• ¿Qué tenemos hoy? Una crisis prolongada, profundizada y agravada por el programa del Fondo y estamos al borde de una crisis mayor sobre la crisis mayor.

• En alguno de esos debates dijimos: “O se rompe con el FMI o el FMI rompe todo”. Bueno, el FMI se dispone a seguir en la misma sintonía y nos queda a nosotros sacar las conclusiones y pelear para evitar que cumpla su objetivo.