El nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas publicado el 28 de febrero, afirma que las consecuencias del cambio climático provocado por “actividades humanas” no sólo empeoran, sino que “no se limitan al futuro”.
Emilia Macías @EmiliaMacas1
Martes 1ro de marzo de 2022 16:10
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, describió el informe como un atlas del sufrimiento humano y una acusación que apunta al fallido liderazgo en materia climática; “he visto muchos informes científicos durante mi carrera, pero ninguno como este”.
Antony Blinken, el jefe de la diplomacia estadounidense, dijo este lunes que “es un recordatorio de que la crisis climática nos amenaza a todos”.
Pero no son “las actividades humanas” en abstracto, son las grandes empresas internacionales que contaminan en cantidades inimaginables, gastan todo tipo de bien natural como si fuera ilimitado, despojan pueblos completos sólo para seguir llenándose los bolsillos a costa de nuestras vidas.
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Marx veía una incompatibilidad fundamental entre la producción sostenible y el capitalismo: a través de la producción de mercancías –explicó– el capitalismo crea una ruptura metabólica, alterando las condiciones necesarias para un intercambio duradero entre los seres humanos y la naturaleza. Si bien escribió esto hace muchos años, hoy somos testigos de la ruptura metabólica que afecta nuestro clima, agua y aire.
Además, quienes viven las verdaderas consecuencias, quienes se enfrentan a un futuro más cercano “poco viable” no son quienes lo producen, sino las poblaciones más pobres, los y las campesinas, la clase trabajadora. El IPCC insiste en que el martirio es para las poblaciones más frágiles, pero también para los países ricos, poniendo de ejemplo las terribles inundaciones en Alemania o los incendios devastadores en Estados Unidos el año pasado. Aún así, en países ricos o pobres, no son los ricos los que padecen los desastres naturales.
Entre 3 mil 300 y 3 mil 600 millones ya son “muy vulnerables”, subraya el informe. Asimismo, menciona que, si el mundo no decide reducir de manera drástica las emisiones de gases, deberá hacerle frente a los impactos inevitables “y a veces irreversibles” en las próximas décadas.
Buscan responsabilizarnos diciendo que usemos menos agua, manejemos menos autos, reduzcamos el uso de plástico sin mencionar los bosques perdidos por la excesiva tala de árboles, o los lagos secos, contaminados e incluso peligrosos por sustancias tóxicas. Es necesario cuidar el medio ambiente como individuos, pero no lograremos contrastar el problema si las grandes industrias continúan con la devastadora producción.
Sequías, inundaciones, incendios, escasez de agua, enfermedades… y la lista de consecuencias continúa. Los fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo que genera un efecto dominó, haciendo que cada vez sea más difícil controlarlos. Millones de personas quedan expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica.
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Aunque el informe revele un territorio desconocido por las concentraciones registradas de gases de efecto invernadero en la atmósfera y el calor acumulado, no significa que sea el fin del mundo y que no hay respuesta. Es claro que el sistema actual no tiene las respuestas ni la solución al problema, porque una de sus características es que, para seguir enriqueciéndose, la producción debe ser infinita y evidentemente no lo es.
Mientras continúa, exigimos a los gobiernos que se tomen medidas urgentes para frenar el colapso ambiental. Pero ante la agudización de la crisis, es necesario levantar un programa idependiente que luche contra el problema de raíz: el capitalismo.
No es demasiado tarde para evitar niveles catastróficos del calentamiento. Sólo la clases trabajadora y sus aliados tienen el poder de construir un nuevo sistema que no extermine a la sociedad. El comunismo propone una relación armónica con la naturaleza con la necesidad de una emancipación de las relaciones laborales. Pero ni la revolución llega en piloto automático sin una dirección revolucionaria, ni una sociedad socialista desarrolla las bases para una relación plenamente armoniosa con la naturaleza sin esta revolución.
Por eso es necesario canalizar nuestra frustración hacia la lucha para derrocar al sistema. Levantar un proyecto verdaderamente ecológico -no como el capitalismo verde que no muestra un cambio real- que enfrente la crisis ambiental en clave revolucionaria.
Sigamos el ejemplo de los y las miles de jóvenes que han salido a las calles cuestionando al sistema. Llevémoslo más lejos con asambleas, proyectos, planes para no permitir más la rapiña capitalista.
Si el capitalismo destruye al planeta, destruyamos al capitalismo.