Las Kellys vienen sufriendo despidos y acoso laboral por Olivia Hotels Balmes, cuyas puertas vienen siendo escenario de concentraciones. Son despedidas por ‘baja médical’, o por trabajadoras organizadas, por migrantes, por luchadoras.
Sábado 11 de enero de 2020
FOTO: ID.ES
Las puertas del lujoso Olivia Hotel Balmes de Barcelona viene siendo escenario de concentraciones contra los despidos de las camareras de piso. Porque lo que no se imaginaba su dueño, el empresario Manuel Valderrama, es que bajo los uniformes de limpieza, muchas ya tenían la camiseta verde que representa a Las Kellys. Los motivos que da el hotel son irrisorios, “no hay trabajo”, “no te necesitamos”, “la hostelería es así”. Pero como dicen Las Kellys, “El hotel está picado porque nos hemos organizado en el hotel con nuestro sindicato para exigir que se respeten nuestros derechos”.
La primera concentración fue este jueves, de urgencia, cuando Fátima había sido despedida nada más y nada menos que después de haber estado de baja médica. Por cierto, una baja provocada por un accidente laboral cuando estaba limpiando una habitación y se enganchó con una sábana, se cayó y se fracturó.
Ahora mismo frente al @Olivia_Balmes de #Barcelona nos habla Fátima, despedida por baja x accidente laboral cuando se enredó con una sábana. Ecuación siniestra:128 habitaciones, despidieron a 11 y quedan 5. Cobran 800eu,la habitación más barata sale más de 100eu. @LasKellysBCN pic.twitter.com/QOsNbuyxS0
— Cynthia Lub (@LubCynthia) 9 de enero de 2020
“Vivimos en peligro en este trabajo, por ejemplo cuando tenemos que limpiar balcones o ventanas que dan a la calle y nos exponemos a las alturas”, explica Roxi. “Sí, o cuando aspiramos lejía, que está prohibida además, o todos los tóxicos que contienen los productos de limpieza”, explica Miriam.
La segunda concentración ha sido el sábado por la mañana, cuando despidieron a otra trabajadora, a Mayrenge. Ellas no están solas, las acompañan además de otros colectivos en lucha contra la precariedad y la derogación de las reformas laborales, trabajadoras del mismo hotel que también fueron despedidas anteriormente como Juliana, “Me despidieron cuando reclamé mis vacaciones, me tocaban catorce días y me querían dar sólo cinco, me respondieron que ‘eso no se reclama en la hostelería, guapa’. Me los dieron igual pero al volver me despidieron. Pero yo me peleé por mis derechos y siempre he sido responsable con el trabajo. Me despidieron por pelear por mis derechos”, nos cuenta.
Maria también ha sido despedida después de haber trabajado seis años, conoce la política de las empresas desde que se fundó el hotel, en el año 2013: “Desde que se inauguró Olivia Balmes hemos pasado por varias empresas externas cada año, la máxima que duró ha sido dos años. Cada año nos hacían un contrato de obra y servicio, nos subrogaban todo el tiempo. Pero eso a las que empezamos al principio, ahora los contratos son temporales y si cambian de empresa ya no les reconocen la antigüedad. Yo trabajaba con contratos de 40 horas por 900 euros al mes, pero al final nos pagaban según la cantidad de habitaciones hechas. Ahora tienen 16 habitaciones por día, antes eran 14. Pero si no llegas, porque es que es imposible, te las apuntan para hacer otro día, e incluso te exigen que vayas a limpiarlas en tus días de fiesta, o directamente te pagan las habitaciones que hiciste, es decir menos. Eso sí, si haces más, no te las pagan”.
“Además muchas chicas no llegaron a tener en sus manos un contrato de trabajo, por desconocimiento, por no saber el idioma ya que hay muchísimas trabajadoras somos inmigrantes, y tantas empresas con tantos cambios de contrato, muchas se confundían y el hotel se aprovechaba de eso”, cuenta Mayrenge.
Este es el video que recibimos de nuestra Delegada del @Olivia_balmes a primera hora y que nos ha hecho levantar a todas de la cama para venir a apoyar. Gracias a tod@s l@s vecin@s que están llegando: La SOLIDARIDAD ES ENORME y MÁGICA💗 Junt@s cambiamos el mundo!!! 💋,✊🏽 pic.twitter.com/rBXPUJuFEn
— Las Kellys Barcelona (@LasKellysBCN) 11 de enero de 2020
Grupo Olivia Hotels, el negocio rentable legitimado por políticos e instituciones
Manuel Valderrama es el dueño de su exitoso negocio. Se inició como empresario con empresas de construcción en 1979 y continuó creando una cadena en 1988 con céntricos hoteles de lujo en Barcelona y Mallorca, mientras acogía el lujoso Cava & Hotel Mastinell. Además, el 10% de las participaciones de Olivia Hotels pertenece al grupo Fondese -del que una de sus consejeras en Gisela Valderrama, hija del empresario-, cuyo fundador, Juan María Camp Rof es dueño de CiutatHotels, con hoteles en Barcelona, Mollet del Vallès y Granollers. Toda su familia, desde su mujer hasta sus hijos, regentean los negocios que además de hostelería se dedican al vino. Un gran imperio familiar en el que por ejemplo, desde el año 2017, su hija Gisela se convierte en CEO de Olivia Hotels cuando la cadena cerró su voluminosa caja con más de 34 millones de euros, según el Registro Mercantil de Barcelona.
¿Sus riquezas vienen de su “espíritu emprendedor”? tal como se pretenden justificar los capitalistas desde su meritocracia para tapar su “espíritu explotador” y en muchos casos, sus corruptelas. Valderrama contaba con uno de los 35 alojamientos turísticos anulados por la moratoria de licencias en 2015 y por el Peuat en 2017, que impide construir nuevos establecimientos en el centro de Barcelona. Ese año solicitó la recuperación del famoso proyecto de construcción de un hotel de lujo frente al Palau de la Música. Famoso, sí, por el escándalo de corrupción en el que el empresario supuestamente también estuvo manchado, siendo juzgado por haber pagado comisiones 900.000 euros a Fèlix Millet. El empresario negó los sobornos y fue absuelto. En ese entonces la política de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona estaba en manos del PSC.
En agosto del 2019, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) aceptó un recurso presentado por el empresario y declaró la nulidad total del plan especial de alojamientos turísticos (Peuat). Ahora tiene las manos libres para construir lo que quiera.
Mientras tanto Las Kellys decidieron develar qué hay detrás de todos los millones que llenan los bolsillos de este empresario, “El hotel contrataba a la empresa que más barata le sale, las empresas abaratan sus costos con nosotras. Cada vez cobran menos las chicas. Su riqueza es la explotación de cientos de trabajadoras”, continúa María.
En la concentración, mientras las demás gritaban “Por un euro cincuenta, que pague el hotelero”, hacíamos cuentas y la ecuación nos daba que, mientras cada habitación al cliente le cuesta la más barata 100 euros y la mayoría llega a 200 euros, ellas cobran entre 800 y 900 euros, pero trabajando en jornadas de 10 horas, dos gratis ¿por qué?. Ellas nos lo explican, “Nunca salimos a la hora. Aquí hay 128 habitaciones y éramos 14 trabajadoras para limpiar todo, ¡ahora somos cinco! Son 308 habitaciones al mes. La gobernanta te las va apuntando y si ve que a fin de mes no has cumplido, te quita las fiestas, para que lleguemos a ese total de habitaciones. Entonces en vez de trabajar cinco días a la semana, trabajamos siete, sin cobrar esos días que en teoría ellos consideran que nosotras les debemos, por no haber llegado a completar el ratio total de habitaciones”, explica Fátima.
“Tenemos más dolores, más lesiones, no tenemos tiempo para comer y trabajamos con hambre, porque no llegamos, nos enfermamos más y muchas nos tenemos que ir de baja de forma obligada, porque estamos super agotadas. Ellos van contando las bajas, y cuando llega el momento de menos trabajo te dicen ‘a la calle’, y se acabó el contrato”, cuenta Juliana.
“Sí, hoy no he comido porque de las dieciséis habitaciones sólo he podido limpiar doce. Y las enfermedades no son reconocidas como enfermedades laborales. Esto es una esclavitud, nos quitan las fiestas”, cuenta Mayrenge, quien llamó de urgencia a la concentración de este sábado por la mañana. Las redes de Las Kellys de Barcelona anunciaban: “El Hotel Olivia Balmes no deja entrar a trabajar a nuestra compañera sindicada. Convocamos a los que podaís venir a apoyarnos. Si nos tocan a una nos tocan a todas”.
Y ahí estaban a las 9 de la mañana, con megáfono en mano, incansables para continuar su lucha muy a pesar de los dolores de cuerpo, contra los despidos, contra las externalizaciones legitimadas por las reformas laborales. Reformas que, por lo visto no están en cuestión ni por el nuevo gobierno “progresista” que sólo se propone limitarlas y no eliminar la subcontratación.