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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Otras lecciones de una misma batalla: la estrategia revolucionaria del PRT-ERP

La Izquierda Diario reproduce este articulo publicado por Izquierda Revolucionaria que polemiza con la nota "Mario Roberto Santucho: lecciones de batalla" de Facundo Aguirre, a 40 años del dirigente setentista.

Jueves 21 de julio de 2016 12:45

Al cumplirse 40 años del asesinato y desaparición de Mario Roberto Santucho y la dirección política del PRT-ERP, La Izquierda Diario (LID) publicó el artículo "Santucho: lecciones de batalla". Aquí una respuesta, que recupera la integralidad de la experiencia perretista, referencia ineludible para una tradición genuinamente revolucionaria en Argentina. Una polémica necesaria sobre estrategias, para pensar y proyectar la revolución socialista.

Con motivo de cumplirse el 40 aniversario del asesinato y desaparición de Mario Roberto Santucho y la dirección política del PRT-ERP, Izquierda Diario publicó un artículo de Facundo Aguirre titulado "Santucho: lecciones de batalla". Lejos de tratarse de una reivindicación de quien fuera considerado por la burguesía internacional y nativa como el principal enemigo en Argentina (ver diarios del 20 y 21 de julio de 1976: Tribune Le Matin, ABC, The London Times, La República, Excélsior, O Globo, etc.), el autor propone un balance muy peculiar de la política perretista, recuperando varios elementos ya compartidos en una nota publicada con idéntico sentido un año atrás: "La muerte de Mario Santucho".

Aguirre critica la estrategia perretista de poder, desde una perspectiva que adhiere a la noción de "insurrección obrera y popular". Saludamos la polémica sobre tácticas y estrategias revolucionarias. Ésta es necesaria y enriquecedora en cuanto aporta elementos para pensar y proyectar la revolución socialista. Pero estos debates son fructíferos a condición de ser realizados con estrictas rigurosidad histórica y honestidad ideológica. De otro modo, corremos el riesgo de falsear experiencias políticas que han sido lo más avanzado de la revolución en Argentina. En tanto, el problema de esta dinámica no es historiográfico (el método de reconstrucción de nuestro pasado) sino político (las lecciones que sacamos para nuestro presente). Y aquí nos permitimos recuperar una de las tantas lecciones que nos legara el Che: "La primera cosa que debe hacer un revolucionario [y una revolucionaria, claro está] que escribe historia es ceñirse a la verdad como un dedo en un guante".[1]

El relato de Aguirre parte de varias premisas que resultan falsas a la luz de la historia perretista. Afirma que el PRT-ERP apostó a la creación de un ejército guerrillero y un frente de liberación nacional, "rechazando la autoorganización de las masas y la creación de organizaciones de combate surgidas de la lucha de clases". Sostiene que la orientación de un Frente de Liberación Nacional, que contemplaba al peronismo y la izquierda reformista, implicaba una política de conciliación de clases que renunciaba a la lucha por la independencia política de la clase trabajadora y reeditaba la noción de revolución por etapas. Simultáneamente, afirma que el PRT-ERP "se separó de la lucha de clases" dedicándose centralmente a reclutar combatientes para el ERP en función de crear una zona liberada en Tucumán. Por tanto, concluye que desarrolló una concepción pequeñoburguesa y que reemplazó "la lucha de clases por la guerra de aparatos". Sobre esto último, no podemos dejar de señalar que sorprenden los puntos de contacto entre esta lectura desde un sector de la izquierda con la alfonsinista teoría de los dos demonios.[2]

El PRT-ERP: nuestra tradición revolucionaria en Argentina

La complejidad del análisis de una experiencia revolucionaria que durante sus once años de existencia fue protagonista del mayor auge de la lucha de clases de nuestra historia, excede los límites de una nota para un medio digital.[3] No obstante, compartimos a continuación algunos de los elementos políticos de la experiencia perretista que nos llevan a caracterizarla como nuestra tradición revolucionaria y a buscar en ella aprendizajes para la intervención política en el presente.

En sus inicios (1965), la conformación del Partido Revolucionario de los Trabajadores fue resultado de la fusión de dos destacamentos: el FRIP (dirigido por los hermanos Santucho) y Palabra Obrera (dirigida por Moreno). La política perretista tuvo variaciones al calor de los debates internos, la relación con otras organizaciones y, principalmente, la intervención en las distintas escenas de la lucha de clases. Para su V Congreso, un año después del Cordobazo, el PRT dejó definida su estrategia, enunciándola como "guerra civil revolucionaria". Analizando que las luchas en Rosario, Corrientes y Córdoba manifestaban "la incorporación masiva del pueblo a la oposición militante contra la dictadura", levantó la consigna "Por la revolución latinoamericana, obrera y socialista" y se dio a la tarea de poner en pie el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Concebido como una instancia separada del Partido, pero bajo su dirección, el ERP debía ser el brazo armado del pueblo para la lucha contra el ejército de la burguesía. Mientras el Partido era "una organización exclusivamente proletaria, cualitativamente superior, que se constituye en la dirección política revolucionaria de todo el pueblo, en todos los terrenos de la lucha" (Resoluciones del V Congreso, 1970: 89).

El PRT dio vida a una política que abordó integralmente las diversas dimensiones de la lucha (económica, política, cultural y militar). Concibió a la clase obrera como el sujeto revolucionario. Incluso cuando entendían que en el transcurso de la lucha revolucionaria ésta adquiría un carácter nacional antiimperialista (por la casi segura intervención yanqui), afirmaban que el proletariado sería su dirección permanente. Por ello, desarrollaron una política de inserción fabril que combinó la proletarización de su militancia junto con la incorporación de obreros y obreras de los principales centros industriales del país.[4] Esto le permitió ser protagonista de las principales luchas de la clase obrera. Por ejemplo, su inserción en el cordón industrial de Villa Constitución comenzó a fines de los ´60 y varios estudios lo definen como una de las corrientes con mayor hegemonía (junto con OCPO y Montoneros) tanto al momento de ganar la seccional de la UOM con la lista Marrón, como durante el Villazo (Mattini, 1989; Seoane, 1991; Löbbe, 2006; De Santis, 2010).

La clase obrera no fue abordada sólo desde lo partidario, sino también desde otras herramientas organizativas. El PRT-ERP promovió la conformación de un frente político: el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) y diversas herramientas como el Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura (FATRAC), diario El Mundo, el Movimiento Sindical de Base (MSB), la Juventud Guevarista (JG), diversos grupos de teatro, cine, literatura, etc. Además de interpelar a diversos sectores populares desde una política revolucionaria, todas estas herramientas se orientaron hacia la inserción en la clase obrera y el pueblo trabajador en general. Así lo atestiguan sus programas, declaraciones de principios, folletos y prensas.

El impulso del FAS como embrión del Frente de Liberación Nacional y Social, respondía a la necesidad de poner en pie un espacio en el que confluyeran diversas fracciones populares en torno de intereses comunes, particularmente los sectores explotados –obreros, campesinos, villeros, desocupados y sub-ocupados, empleados, profesionales, estudiantes e intelectuales- contra el imperialismo y sus aliados locales. Consideraban al Frente como una herramienta de intervención política que les debía permitir llegar a sectores de masas mucho más amplios de los que llegaba el Partido. A pesar de que consideraban que en el FLNS debían participar los sectores progresistas del peronismo, radicalismo y comunismo, eso no implicaba el abandono de la independencia política. Por el contrario, a lo largo de toda su historia el PRT-ERP dedicó páginas de sus prensas, folletos, segmentos de sus documentos de Congresos, etc., a batallar contra el reformismo del PC y el populismo de Montoneros. Incluso, a la hora de plantear las características que debía tener el FLNS criticaron las propuestas de JP y Montoneros –el FREJULI- y del PC –el ENA-, por sus concesiones a la burguesía (El Combatiente, enero de 1974). Vale refrescar aquí que el planteo de frente con corrientes no revolucionarias no fue una invención perretista y que los máximos dirigentes de la Revolución Rusa, Lenin y Trotsky, fueron promotores de ello en función de revertir la negativa correlación de fuerzas hacia los partidos revolucionarios, con el objetivo de expandir internacionalmente la triunfante revolución obrera. La condición era mantener la delimitación orgánica y el derecho a propaganda propia, aspectos siempre vigentes en la política perretista.

Otros dos aspectos fueron clave en esta experiencia. Por un lado, la construcción de una moral revolucionaria y combatiente apoyada en la noción de "hombre nuevo" del Che Guevara. El desarrollo de una política específica referida a la ética militante afirmaba que no se puede luchar por la revolución sin revolucionarse uno/a mismo/a. En esa dirección, el PRT sostuvo una disciplinada lucha contra la moral burguesa y una cultura partidaria que abrazaba valores como la solidaridad, la humildad y la apuesta a lo colectivo. Por otro lado, una dimensión siempre presente en la política perretista fue su internacionalismo, que tuvo como última y máxima expresión la constitución de la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR), junto con el MIR chileno, los Tupas uruguayos y el ELN boliviano.

En síntesis, afirmamos que el PRT-ERP tuvo la capacidad de formular una estrategia político-militar de poder que por primera vez puso contra las cuerdas a la burguesía argentina. Logró una profunda inserción e influencia en el proletariado y el pueblo sosteniendo una política de independencia de clase. Supo forjar alianzas con otras organizaciones del campo popular desde una política de amplitud, no sectaria. Y la militancia perretista, junto con su dirección, se jugó la vida en la lucha por la Revolución Socialista. No casualmente, el Ejército genocida los clasificó como "los irrecuperables".

Leer también: Mario Roberto Santucho: lecciones de batalla, por Facundo Aguirre


Notas:

[1] GUEVARA, Ernesto. Carta a Pablo Díaz González (28 de octubre de 1963). En: http://cheguevara.cubasi.cu/Initial.aspx (2007).

[2] La coincidencia es incluso más acentuada en su nota del año anterior, donde afirmaba que con el ataque al cuartel del Azul el PRT "brindó la excusa" a Perón para la reforma del código penal, la expulsión de la Tendencia en Diputados y la profundización del accionar represivo de la Triple A.

[3] Para un análisis más detenido, sugerimos ver: NOEL, Mauro y RAMÍREZ, Luciano. "El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT): Rescate de una experiencia destacada del marxismo revolucionario en Argentina". En: Qué Hacer. Por el rearme teórico de la clase trabajadora N°2. Buenos Aires, Colectivo Qué Hacer, 2007.

[4] Ingenios azucareros tucumanos, FIAT Materfer y Concord, Dálmine-Siderca, Eaton, Perkins, Grandes Motores Diesel, Thompson-Ramco, YPF, Astillero Río Santiago, Swift, Petroquímica Sudamericana, Propulsora Siderúrgica, Peugeot, Rigolleau, Ledesma, Del Carlo, Tensa, EMA, Terrabusi, Matarazzo, Miluz y todo el cordón de Villa Constitución, principalmente en las acerías: Acindar, Marathon y Metcon. Ver: Mattini, 1989; Pozzi, 2001; Löbbe, 2006; entre otros/as.