La ministra de Seguridad fue desplazada del control de la asamblea partidaria, aunque aseguró que sus legisladores continuarán formando parte del bloque del PRO en el Congreso. Ante los vientos de crisis que soplan sobre el Gobierno, Macri optó por no formar un partido común con los libertarios.
Diego Iung @IungDiego
Jueves 4 de julio 21:44
La asamblea partidaria del PRO confirmó las tensiones cada vez más evidentes que venían atravesando a los principales dirigentes del partido derechista, fundado por el empresario Mauricio Macri. Luego de una larga campaña electoral donde el ex Presidente había volcado su apoyo sobre su ex ministra Paricia Bullrich, e incluso ambos se jugaron juntos a apoyar a Javier Milei frente a Sergio Massa de cara al ballotage, el transcurrir del nuevo gobierno libertario los fue distanciando gradualmente.
Esta situación dio un salto en la tarde de este jueves cuando, con una clara mayoría, el sector que responde a Macri designó al ex intendente de Pinamar, Martín Yeza, al frente de la organización. El sector que responde a Bullrich se retiró ofendido del encuentro que tenía lugar en el Hotel Abasto, alegando que existían acuerdos previos para que ella misma o alguien se su confianza fuera designado al frente de la organización. Sin embargo, la ministra adicta a la mano dura planteó que su sector seguirá formando parte del partido: “Ni loca me voy, nos quedamos”. De esta manera, Bullrich se dispone a seguir disputando internamente dentro del PRO, pero también a presionar para que el conjunto de los diputados amarillos actuen como bloque en favor del gobierno libertario en el Congreso.
Es que de fondo, la discusión planteada pasaba por discutir si el PRO avanzaba a fusionarse o no con La Libertad Avanza. La determinación en este sentido fue clara y la expresó la orden del día publicada tras la asamblea: “Somos el cambio. El PRO no se fusionará con otros partidos” En este sentido Bullrich publicó poco antes una carta que dejaba clara su posición, ya expresada en su integración en el gabinete desde el primer día: ““El debate que quiero dar en el PRO no es un debate de cargos, es mucho más profundo: es un debate de rumbo. No vamos a dar marcha atrás. Decidimos apoyar a Javier Milei porque si el cambio no se daba ahora, nos hundíamos. Y en 6 meses ya vemos un cambio inédito, conseguido contra viento y marea (...) hoy quiero contagiar al PRO del valor que se requiere para encender los motores e ir a toda máquina” y chicaneó al ex presidente: “No podemos quedarnos, una vez más, a mitad de camino”.
Ahora, ante una situación económica y social que se deteriora de la mano del brutal ajuste libertario, a pesar de haber logrado votar la ley Bases que el PRO apoyó de forma entusiasta, el ex presidente parece haber percibido la necesidad de tomar cierta distancia de la administración libertaria y mantener su propio juego. El domador de reposeras exigió por X (ex Twitter) que el Gobierno Nacional entregue los fondos de la coparticipación y apuró: “El sacrificio de los argentinos requiere de un gobierno que cumpla la ley”.
Días antes, la Fundación Pensar, presidida por Maria Eugenia Vidal, presentó un informe que lleva la firma de Macri y de la propia Vidal, donde plantearon que el de este gobierno había sido “el peor arranque legislativo de la democracia” y que “hay más interrogantes que certezas” sobre la situación económica. Estas fricciones en la derecha coinciden con la presión devaluadora que viene del campo, con los roces entre los planes del Fondo y los del mismo Gobierno para el próximo período e incluso con un arco empresario que empieza a percibir ciertos riesgos ante una recesión que amenaza con convertirse en depresión abierta.
Aunque no le sueltan la mano y son grandes cómplices del brutal ataque a las grandes mayorías populares e incluso amplios sectores medios que se ven sacudidos por el ajuste libertario, sectores de la derecha no quieren quedar pegados a los costos políticos que más temprano que tarde tendrá que pagar este gobierno hambreador.