En la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios habló de los sojeros y exportadores como parte de la solución para combatir el hambre y alcanzar la sustentabilidad ambiental. No parece: es totalmente falso.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Jueves 23 de septiembre de 2021 15:04
Foto: Alberto Fernández sonríe | Télam
El presidente Alberto Fernández participó este jueves al mediodía en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios.
El mandatario hizo hincapié en el carácter "fundamental" que tiene un comercio internacional "basado en reglas, con la OMC (Organización Mundial del Comercio) en su centro", para avanzar en una alimentación más equitativa de todo el mundo a través de prácticas sostenibles.
Ya hemos visto cómo construye la “equidad” la imperialista OMC: se opuso tajantemente a liberar las patentes de propiedad intelectual para que todos los países pudieran producir y acceder por igual a las vacunas contra el Covid-19. Todo, ¿en nombre de qué? de las ganancias de los laboratorios y las farmacéuticas que están entre los que más se enriquecieron con la pandemia.
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Según el presidente argentino, en el contexto actual hay que "redoblar esfuerzos para producir más alimentos, de la manera más sostenible posible". Destacó que la Argentina "desde hace décadas desarrolla e incorpora tecnologías que permiten mejorar la eficiencia de los sistemas alimentarios, respetando los tres pilares del desarrollo sostenible, el social, el económico y el ambiental".
Lo dice el presidente del país donde Rocío Pared, de 11 años, murió por comer una mandarina en una quinta de Mburucuyá, Corrientes, en 2017. Después de varios reclamos la familia logró que se realicen estudios a la fruta. Los resultados confirmaron la sospecha de todos en el pueblo. La mandarina había sido rociada con un agrotóxico prohibido llamado, Carbofuran.
Pisarello, abogado de la familia declaró que “en el estómago de la pobre Rocío habían alimentos citrícolas, de manera que la autopsia determina que la muerte de Rocío se produce por comer una mandarina y que esas mandarinas contenían Carbofuran. La autopsia nos demuestra, que este tipo de empresarios jóvenes y exitosos utilizan un sistema de producción antiguo y económico poniendo en riesgo la vida de los seres humanos como Rocío”.
El ejemplo de Rocío es uno de miles. En el país hay cada vez más pueblos fumigados con agrotóxicos. En la sojera provincia de Entre Ríos, el caso de Gualeguaychú es emblemático, con altos niveles de cáncer y particularmente, de cáncer infantil.
Alberto habla del agronegocio como uno de los sectores necesarios para avanzar en una producción de alimentos “lo más sustentables que se pueda”. La realidad es que desde los 90 en adelante, se extiende la frontera agropecuaria impulsada centralmente por el monocultivo de soja. El saldo es una deforestación brutal que pone en riesgo grave a uno de los principales pulmones verdes del planeta, el gran Chaco Sudamericano. Los sojeros y grandes exportadores de granos del país, son los principales impulsores de los incendios como forma de conquistar más territorio para sus cultivos u otras actividades extractivistas. Formosa es un ejemplo muy concreto de cómo el agrobussines respeta los pilares “sociales” con las comunidades originarias.
En la campaña comercial 2020/21 a fines de agosto sólo cinco empresas extranjeras concentraban casi el 60 % del total de exportaciones de productos agroindustriales. Encabezaban la norteamericana Cargill, seguida por la China Cofco, las estadounidenses ADM y Bunge y la Suiza Viterra. A este grupo de de cinco multinacionales le siguen más atrás la argentina ACA, la francesa Dryfus y otra argentina, Aceitera General Deheza (AGD).
Estos ocho grupos agroexportadores suman el 83,5 % de las ventas locales al exterior. Queda de manifiesto, además de la fuerte concentración, el alto grado de extranjerización de la economía y el comercio exterior argentino. Sin embargo, en las provincias sojeras, lo único que crece es la desigualdad, las enfermedades y el hambre. Entre Ríos nuevamente es un ejemplo muy claro. Allí se encuentra la localidad de Concordia, que supera la media nacional en niveles de pobreza.
Alberto Fernández pasó por allí en el marco de su campaña electoral, para anunciar un plan de compatibilización de sueldos por empleo registrado y planes sociales para trabajadores rurales. ¿La trampa? lo hizo para permitir que las exportadoras de citrus puedan servirse del trabajo temporal y precario de los trabajadores y las trabajadoras llamadas “golondrinas”. Tomarlos por una cosecha y echarlos, sin ningún tipo de derechos, sin que pierdan el plan social con que los asiste el gobierno. Ya vimos los sufrimientos de los y las golondrinas en la pandemia, en una situación de total abandono y desprecio por parte de las patronales que se sirvieron de su trabajo y les dejaron a la deriva.
Desde Concordia salen arándanos y citrus cosechados en campos donde ha habido denuncias por explotación infantil. Son recurrentes las denuncias de trata de personas en campos, quintas y fincas de todo el país. "El mundo puede seguir contando con la Argentina para continuar contribuyendo con alimentos sanos, inocuos y nutritivos, producidos de forma sostenible", dijo sonriente en su video grabado, el presidente Fernández.
Revival noventista: en el discurso y el gabinete
Lo que reivindica Alberto es la transformación productiva del campo a partir de los 90, con su amigo personal Felipe Solá como secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca. El mismo que hace unos días se enteró camino a México que ya no era más canciller. No obstante este sacrificio de Felipe, Alberto reivindica la política noventista en los discursos y en el gabinete que se acaba de conformar.
El gabinete negociado con Cristina y el kirchnerismo expresa un giro a derecha, ajustador y represivo; un claro revival noventista por las caras que toman protagonismo nuevamente en lugares claves del poder, como Aníbal Fernández, flamante ministro de Seguridad. Festejó Sergio Berni. ¿Todo por qué? porque por mucha alharaca que hicieron algunos en la coalición de gobierno, que se “dieron cuenta” después de las elecciones de que todos y todas estaban aplicando un ajuste, oficialismo y oposición de derecha están de acuerdo en seguir aplicando un ajuste para pagarle al FMI.
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Es una contradicción absoluta fomentar el agronegocio o cualquier otra actividad extractivista (como la minería o el fracking) y hablar de “sustentabilidad ambiental”. De la misma forma no tiene sentido pagar la deuda y al mismo tiempo hablar del cuidado del ambiente. El mismo ministro de Ambiente, Juan Cabandié, sostuvo que el extractivismo es necesario para conseguir dólares para pagar deuda. Extractivismo y deuda son dos mecanismos de saqueo de las potencias imperialistas. Imperialistas, como la OMC y los organismos internacionales ante los cuales Fernández se arrodilla en eventos como el de este jueves.
Para salir de esta trampa de la dependencia, sólo la izquierda plantea, de la misma forma que lo hizo durante el macrismo y todos los gobiernos, el desconocimiento soberano de la deuda externa. No hay que pagarle al FMI, además de tomar otras medidas como la nacionalización de la banca, el monopolio estatal del comercio exterior, la expropiación de los grandes terratenientes, entre otras.