La crisis que atraviesa desde hace unos años la educación técnica se profundiza cada vez más. Hoy en día el desfasaje tecnológico se acentúa y repercute en miles de jóvenes que en la provincia de Mendoza buscan una formación de oficio en un colegio técnico.
Miércoles 4 de septiembre 11:24
Si bien en el país la matrícula de los colegios técnicos se ha incrementado, según el último informe de Argentinos por la Educación sobre las Secundarias Técnicas, el aumento de la deserción y la disminución del egreso efectivo representan un resultado negativo en las políticas educativas del sector.
En el caso de Mendoza, los datos de la DGE afirman que en 2023 egresó sólo un 67,46% de los estudiantes de las escuelas técnicas de la provincia hasta las ultimas mesas de marzo.
Esta situación se torna aún más compleja cuando los y las estudiantes entran en pasantías y deben enfrentarse a tecnologías con las que no están familiarizados debido a la precaria inversión que sus colegios han recibido durante años en refacciones o compra de equipamiento para la mejora de la educación técnico profesional.
Hasta junio del 2024 se ejecutó solo un 5% del total del presupuesto asignado para el Instituto Nacional de la Educación Técnica (INET) produciendo, de esta manera más desfasaje tecnológico del que ya acumulaban los talleres de las escuelas. Además de que lo que se mantiene se degrada.
A esto se suma la dificultad de las familias de poder pagar las cuotas “solidarias” de los talleres para los materiales de los trabajos de formación que allí se realizan. Una cuota que representa una suerte de arancelamiento encubierto que ya es una costumbre sostenida desde hace años y que con mucho esfuerzo de las propias familias sostiene las prácticas frente a la ausencia de inversión por parte del Estado.
Algunos colegios buscan, incluso, otras alternativas, como la solidaridad de los Centros de estudiantes organizando torneos deportivos con el fin de juntar fondos para las prácticas de taller, o la solidaridad de la docencia, que a pesar de los míseros salarios que reciben, aportan constantemente con distintos insumos para enfrentar el vaciamiento de los talleres.
Entre el discurso y los hechos
Toda esta descripción, ¿acaso es extraña? No. Tiene sentido. Hay un ataque en todo sentido al trabajo, a la industria, al conocimiento y pérdida sostenida de puestos de trabajo. Con una avanzada en la lógica extractivista, que va en decremento con la independencia tecnológica y en concordancia con una agenda de sometimiento tecnológico al imperialismo. ¿Qué sentido tiene la educación técnica en todo esto?
Ajustan y coartan posibilidades en las áreas que no consideran rentables. Pretenden imponer reformas de programas orientados a conseguir licencia social para el extractivismo. Vaucherizan las privadas. Estamos ante un ataque brutal a la educación pública, que debemos debatir y organizarnos para enfrentar.
Ellos hace rato se preparan para esto. Con las llamadas áreas y carreras prioritarias fueron marcando el pulso. Y con puro cinismo. Mientras el presidente Milei se jacta de su amistad con el multimillonario Elon Musk y hacen publicidad con StarkLink. Hablan de futuro, de inteligencia artificial, etc. Pero en las escuelas no hay ni internet porque el gobierno no lo paga. Hipocresía mayúscula. O cinismo. O las dos.
Plata hay, se la llevan los funcionarios y los mismos empresarios que se benefician con las reformas laborales y las pasantías gratuitas. Por eso hay que clarificar quien es quien en esta crisis.
Mucho se habla estos días de “esencialidad”, “vocación” y otros tantos eufemismos para atacar a quienes sostienen día a día la educación pública. Pero la realidad es muy distinta. Y, si no fuera, efectivamente, por el aporte de docentes y las comunidades, la educación sería concretamente imposible. Y está claro que somos los únicos interesados en tener una educación técnica que esté al servicio de resolver los problemas de las mayorías populares, desarrollando el conocimiento y la investigación científica.
El profe de taller.