Los trabajadores de estaciones de las tres líneas profundizan su lucha frente a la intransigencia patronal y contra el vaciamiento y la flexibilización laboral.
Miércoles 7 de agosto de 2019 22:32
El disparador de esta nueva protesta (que ya tuvo aperturas de molinetes, paro de una línea y ahora van a ser tres en simultáneo) fue la decisión de Metrovías y Sbase de abrir dos de las nuevas estaciones de la línea E (Catalinas y Correo Central) sin boleteros en las boleterías.
Obviamente esta medida, decidida por la empresa contra el funcionamiento habitual del servicio, contra el convenio colectivo y contra todos los acuerdos firmados para el sector, busca profundizar el vaciamiento y la flexibilización laboral, reemplazando la histórica categoría de boletero por algún personal polifuncional.
Esto no es el resultado de una baja en el trabajo del boletero, sino una decisión empresaria para flexibilizar trabajadores.
Así, mientras se ve que en donde se prestan servicios de transporte menos rentables las empresas descargan la crisis sobre los trabajadores con despidos y cierres (este miércoles se anunció que la línea de colectivos 88 dejará de prestar el servicio porque “no puede pagar sueldos”), donde no tiene crisis pretenden igualmente reemplazar y flexibilizar.
Reestatizar el servicio
Metrovías (del empresario Aldo Roggio) durante estos años ha recibido subsidios millonarios para llenarse los bolsillos y seguir prestando un servicio deficiente. Como ya se ha dicho muchas veces aquí, son los responsables de los compañeros muertos en accidentes evitables, son los responsables de que millones viajen como ganado. Son los que reconocieron que pagaban coimas con la plata de los subsidios sin que este gobierno les haya exigido mostrar los libros de contabilidad para ver qué inversiones se dejaron de hacer por esos robos.
Y ahora son también responsables de no asumir a tiempo la existencia de asbesto en los subtes y de todas las consecuencias que pueda acarrear una determinación tardía de algún compañero que haya adquirido la enfermedad mortal que produce este producto.
Sobre este último punto, se trata de una gravísima crisis de salud pública que se viene denunciando hace más de un año. El asbesto es cancerígeno y está presente en diferentes flotas y estructuras de la red de subterráneo. Pero eso fue negado o minimizado tanto por la empresa como por el gobierno porteño. Ponen en serio riesgo la salud de los millones de usuarios y de cientos de trabajadores cotidianamente.
En ese marco, pretenden engañar a los usuarios con un discurso de modernización a costa de los trabajadores y las trabajadoras. En lugar de trenes nuevos, de lugares de trabajo más seguros, de mejor presentación del servicio a los usuarios, quieren vender la flexibilización de los trabajadores como un avance en el servicio.
Hay que rechazar esta pretensión y apoyar a los compañeros del sector de estaciones que hoy profundizan está pelea.