El parlamento chileno aprobó este miércoles el fin del sistema electoral binominal, una de las herencias de la dictadura que favorecía fundamentalmente a los partidos de derecha, y en especial a la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI). Fue reemplazado por un sistema proporcional moderado. Sin embargo, no resuelve los problemas de representatividad y mucho menos la crisis de legitimidad, que volvió a sacudirse con el caso Penta.
Viernes 16 de enero de 2015
Los males del sistema binominal
El sistema electoral binominal era una de las herencias de la dictadura que favorecía a los partidos de la derecha. ¿Cómo lo hacía? Asegurando la elección de la primera votación de la coalición opositora, aunque sacara menos votos que la coalición ganadora (excepto que esta la duplicara en votos. ¿Cuál era el resultado entonces? Generar un empate artificial entre las dos coaliciones. Adicionalmente, excluir a partidos menores, generalmente de izquierda.
Un ejemplo conocido para entenderlo. En la elección al Senado del 2005, el candidato de la Democracia Cristiana Andrés Zaldívar sacó un 23 %, fue la segunda mayoría tras el PPD Girardi que obtuvo 35,3 % de los votos. Pero como la coalición que agrupa a ambos partidos, la Concertación, no alcanzó a duplicar los votos de la coalición opositora, la Alianza, fue electo el Senado UDI Jovino Novoa, que sacó menos votos: el 20,7 %. Así, los votos no valen. Las mayorías no se ejercen.
Además, en la repartija de cargos entre las dos coaliciones, se excluye a los “partidos menores”, generalmente de la izquierda.
Se suman otros problemas, como el de la representatividad regional. Otro ejemplo. Hasta hoy, los más de cinco millones de votantes de la Región Metropolitana son 39 % del total nacional, pero eligen 32 diputados, es decir, el 27 % de dicha Cámara. Otro problema relacionado era el diseño hecho para favorecer la votación de la derecha: los tecnócratas de Pinochet diseñaron los actuales distritos para sobre-representar sectores rurales conservadores, disminuyendo el peso de distritos urbanos.
La reforma electoral aprobada
El miércoles 14, el Senado aprobó el cambio al sistema electoral, poniendo fin al binominal. Se lo sustituye por un sistema proporcional moderado, el método D’Hondt.
Los votos que le faltaban a la coalición oficialista, Nueva Mayoría, fueron aportados por la senadora de Amplitud Lily Perez, y el independiente ex RN Antonio Horvath.
Entre sus cambios destacan:
Se aumentará de 120 a 155 el número de diputados, y de 48 a 50 el de senadores. El fin de este aumento es el de de mejorar la representatividad de los distritos y circunscripciones del país.
Se votó el sistema D´Hondt, que admite mayor proporcionalidad, poniendo con esto fin al sistema binominal.
Se aprobó la reducción de los distritos de diputados de 60 a 28 y se resolvió que cada región constituirá una circunscripción senatorial. Con ello, las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Atacama, Aysén y Magallanes elegirán 2 senadores; Antofagasta, Coquimbo, O’Higgins, Los Ríos y Los Lagos, 3; y la Metropolitana, de Valparaíso, Maule, Biobío y La Araucanía tendrán cinco representantes cada una.
Se aprobó la ley de cuotas, que establece que la cantidad de candidatos hombres o mujeres no podrá superar el 60 % del total de las candidaturas de los distintos partidos políticos.
Se aprobó que en las elecciones de diputados y senadores, al interior de cada pacto electoral, los partidos puedan asociarse con candidatos independientes.
Se aprobó la fórmula N+1, que significa que cada lista podrá llevar un número de competidores igual al número de escaños disponibles más uno.
Se aprobó que para presentar candidatura, los independientes necesitarán un número de firmas igual al 0,5% de los electores que participaron en los últimos comicios.
La Nueva Mayoría se mostró orgullosa. El presidente de la DC Ignacio Walker destacó que "más que un triunfo de los partidos es un triunfo de la ciudadanía: más y mejor democracia".
Las críticas
Durante el largo debate desde su aprobación en Diputados durante el 2014, las críticas fueron variadas.
El senador RN Ossandón declaró que “apuestan por el ‘binominal’ para elegir a los mismos”, señalando que "si hubiera voluntad real de hacer cambios al sistema electoral por qué el ministro de Interior no limita reelección de diputados y senadores y no busca que exista una fiscalización al gasto en las campañas electorales". Lo cierto es que RN rechazó todo cambio.
El diputado del Partido Liberal de Chile Vlado Mirosevic denunció “una de esas letras chicas que distorsionan el proyecto es lo que se conoce técnicamente como “Nx2” (si en la mayoría de los sistemas electorales del mundo, cada lista puede llevar como máximo igual número de candidatos que de escaños en competencia en cada distrito, el actual proyecto considera que el número máximo pueda ser del doble de los escaños en competencia) ... Aquello representa una distorsión de mala fe que tiene por objeto “corregir” el sistema proporcional, de tal manera de favorecer a las coaliciones grandes”. Aunque quedó en N+1, el problema persistiría.
El senador independiente Carlos Bianchi afirmó que “lo que hoy día se le está presentando a Chile es de plástico, es de mentira porque es una fórmula para que los mismos que hoy día estamos dentro del Congreso, los que están dentro de los partidos políticos se perpetúen dentro de los próximos 50 años. Eso es lo que hoy día se presenta, agregado además la idea de que eliminan de por vida toda posibilidad de que una persona independiente pueda ser electo en esa condición. Lo que hacen es fortalecer las estructuras de los partidos políticos”.
Pero son críticas dentro del apoyo a la idea de terminar con el binominal. Hubo quienes se opusieron frontalemente.
La inefable UDI
La UDI, ahora cuestionada por el caso Penta, se opuso frontalmente a cualquier cambio al binominal. ¿Las razones? Una, ya la vimos con la elección del minoritario Jovino Novoa. Pero no solo se ve favorecida ante la coalición adversaria (en ese caso la Concertación). También estaban favorecidos ante sus socios. Un experto electoral recordaba que en la elección del “2009 cuando la UDI con el 23,05% de los votos adquirió 37 escaños. Esos 37 escaños equivalen al 30,83%. Es decir, una sobre-representación de 7,78 puntos. RN, en cambio, alcanzó el 17,81% y obtuvo 18 escaños. Estos 18 escaños representan al 15%. Así, RN, fue sub-representada en 2,81 puntos”.
Por último, la UDI rechaza la posibilidad de que se legalicen nuevos partidos (la izquierda en especial) y pudieran alcanzar representación parlamentaria. Ante esto, declararon que recurrirán al anti-democrático Tribunal Constitucional, otra de las herencias de la dictadura que sigue en pie.
¿Pero acierta la UDI en este temor?
“El rey ha muerto, ¡viva el rey!”
El fin del binominal efectivamente abre paso a un sistema electoral más proporcional. Sin embargo, se sigue favoreciendo a las dos grandes coaliciones que vienen gobernando Chile desde el fin de la dictadura. Parece más bien buscar una oxigenación del actual régimen político.
Las actuales coaliciones presentarán más candidatos (N+1), lo que implica que los independientes y los “partidos menores” (la izquierda) deberá enfrentar una maquinaria mayor. Los distritos fusionados no solo amplían los candidatos elegibles, sino que también amplían el radio a cubrir, aumentando los costos. Y, sin financiamiento público, sino que dependiente de recursos propios (en el caso de la UDI, en gran parte del grupo Penta), las dificultades son evidentes. Adicionalmente, al no haber distrito único, se distorsiona la máxima de “una persona un voto”.
Pero no se trata sólo del sistema electoral. Las restricciones a los partidos políticos (aunque se relajan), siguen vigentes, tanto abiertas, como silenciosas (altos costos de inscripción, etc.). Se sigue excluyendo a los representantes de los trabajadores, con la prohibición a los dirigentes sindicales de ser parlamentarios.
Por sobre todo, la crisis de representación y legimitidad, reforzada por el ahora pasado binominal, descansa en las leyes que aseguran los privilegios de los empresarios contra los trabajadores. El lobby de aseguradora de salud prepaga Banmedica, propiedad del grupo Penta, ante diputado y presidente de la UDI Silva, quien tendría participación en esa empresa, es una reciente muestra de esto.