Los días 20, 21 y 22 de septiembre, se realizarán en Córdoba las Jornadas "Pasado y Presente, a 60 años. Problemas y legados de una experiencia político-intelectual". Conversamos con Martín Cortés y Diego García, quienes integran su comité organizador.
Lunes 18 de septiembre de 2023 08:27
¿Por qué recuperar la experiencia de Pasado y Presente después de 60 años?
Diego García: Antes que nada los 60 años de la publicación del primer número de Pasado y Presente –que apareció en abril de 1963, en una situación política muy inestable en Argentina y especialmente en Córdoba– funciona como una excusa para volver sobre esa experiencia. Ahora, me gustaría despejar antes un posible equívoco. Ese retorno a Pasado y Presente o ese intento de recuperar o de volver a esa experiencia no comparte o intenta, en todo caso, no plegarse a una tendencia contemporánea muy extendida, que hace de la aproximación al pasado un mero reflejo de la imagen que tenemos o que deseamos del presente. Aquí, el intento de recuperar esa experiencia es, antes que nada, un intento de reponer un pasado que se presenta como distinto a nuestro presente, que se presenta como diferente a nuestro presente, lo que no quiere decir que no se puedan establecer conexiones o analogías. En segundo lugar, esa restitución o esa vuelta a ese pasado ya no tan cercano, supone tener en cuenta la imagen que desde los ’60 se configuró en la década del ’80 del siglo pasado, a partir de una revisión que los propios protagonistas hicieron de aquellos años, y que esa revisión se conformó como una capa invisible que se terminó confundiendo con los sesenta. Así que allí habría como dos desafíos. Por un lado, distanciarnos de la forma habitual en la que se recupera el pasado en nuestra época contemporánea, y por otro lado, tratar de considerar y de distinguir aquellos años de la lectura y de la imagen que se propuso en los ’80. En tercer lugar, diríamos que la revista tiene una serie de rasgos que nos parecen importantes, a su vez que singulares. Por un lado, se presenta como una revista de frente que intenta vincular el comunismo con otras expresiones y otros sectores de la izquierda, y eso habilita, a su vez, un diálogo, una conversación entre el marxismo y las ciencias sociales y humanas de la época, en un momento en el que vivían una renovación muy marcada. Pensemos en las figuras de la antropología estructural, pensemos en las figuras de la historiografía de la época o de la sociología, o inclusive de la economía o de la crítica literaria. A su vez, es una revista que se piensa como un espacio de discusión y también de encuentro entre las generaciones comunistas. Y en menor medida, y este último punto también me parece importante, es una revista que se asume con un compromiso inédito, diría, y esto se puede ver tanto en la selección de las traducciones que se hacen como en los textos que se publican, es decir, el trabajo que supone el armado de cada número, el tipo de apuesta y el tiempo invertido en cada número, con la intención de intervenir en un espacio nacional, inclusive diría, un espacio que transciende a veces el marco nacional, desde una ciudad de provincia. Dicho esto, señalaría también que la experiencia de Pasado y Presente es una experiencia a la que vale la pena volver, también por la forma en la que apuestan a una relación entre política e intervención intelectual, y también el modo en que reaccionan frente a una situación inesperada. Recordemos que luego del primer número, los editores van a ser expulsados del Partido Comunista Argentino, y esa situación cambia el escenario y por lo tanto cambia en parte el proyecto de la revista, y eso habilita también a pensar las formas de intervenir frente a situaciones imprevistas, no deseadas, pero también las limitaciones propias de un proyecto de este tipo, las dificultades, así como también sus derivas políticas, sus derivas intelectuales, también sus derivas editoriales, que van a tener un peso importante en la década del ’60, del ’70 e inclusive de los ’80.
La trayectoria del grupo dejó diversas cuestiones para pensar y poner en discusión, pero hay una en particular que me interesaría destacar y es la vinculación de la intelectualidad con la política, así como la necesidad de cierto sustrato ideológico o densidad ideológica para las opciones políticas. ¿Qué nos puede decir sobre este tema una experiencia como esa en un contexto como el actual?
Martín Cortés: Evidentemente estamos en otra época de la política, de las revistas, de los proyectos intelectuales respecto del momento de Pasado y Presente, pero me parece que, dado el inmediatismo, la demanda de respuestas políticas breves e insustanciales, e incluso cierto clima de anti-intelectualismo que se viene profundizando en los últimos años en los debates políticos en el marco incluso de las izquierdas y de los proyectos populares en general, me parece que es interesante e importante reivindicar un tipo de trabajo que pone énfasis en la teoría, que pone énfasis en la recuperación de tradiciones históricas densas, fuertes, que pone énfasis en la mediación, en la incorporación de mediaciones históricas y teóricas fuertes en la lectura de la realidad, e incluso con relativa independencia respecto de las posiciones políticas tomadas a partir de esas lecturas. Me parece que Pasado y Presente tiene también una diversidad de posiciones políticas tomadas, con las que uno puede estar más o menos de acuerdo, y del mismo modo creo que este tipo de ejercicio teórico que de algún modo supuso Pasado y Presente puede ayudar a pensar estos ámbitos de discusión en el marco de las izquierdas y los proyectos populares que estén un paso más allá de la opción política inmediatamente tomada, pero que permita justamente animar debates en el marco de las posiciones críticas y eso creo que necesita conectarse con este tipo de experiencias, con ese tipo de tradición libresca y revisteril que animó a nuestra historia argentina y latinoamericana de reflexión desde las izquierdas.
Saliendo un poco de lo específico de Pasado y Presente pero tocando un tema relacionado, que ustedes también toman en la introducción del libro que acaban de publicar con las ponencias del Coloquio de Sinaloa sobre Mariátegui (1980), que vamos a presentar en estas jornadas, es la cuestión de cómo se mira la situación de la intelectualidad de fines de los ’70 y ’80 desde la reivindicación posterior de la democracia. Ustedes dicen que el tema no es tan sencillo y que la coyuntura de fines de los ’70 y principios de los ’80 implicaba discusiones más amplias. ¿Por qué?
Diego García Bueno, primero diría que esa tendencia a leer el pasado desde una experiencia histórica, un proceso histórico, desde sus resultados, desde el punto de llegada, desde la última etapa, tiene el peligro de los relatos teleológicos, tiene el peligro de convertir el pasado en un proceso necesario y de eliminar, la contingencia que lo habitó y que siempre estuvo presente en los conflictos que se dieron. En definitiva, esa forma de leer el pasado no hace más que aplanarlo. Y al aplanar el pasado, seguramente también se terminan aplanando y simplificando sus vínculos o sus conexiones con el presente. En relación a la coyuntura de fines de los ’70 y principios de los ’80, nos parece más compleja, con matices e implicaba discusiones más amplias. Lo que intentamos señalar es una alerta sobre una serie de operaciones de lectura que no han hecho más que, de nuevo, aplanar ese momento. Y esto a través de una serie de conceptos. El primer concepto es el de transición, que en lugar de pensarse como un momento marcado por la incertidumbre, por las diputas, por los conflictos, pero especialmente por la incertidumbre, aparece como un proceso, insisto, teleológico, en donde ya se conoce el final y en donde todo está orientado y direccionado. En segundo lugar, un concepto como el concepto de generación, que se utiliza para nombrar a los que participaron, a las figuras que participaron del Coloquio de Sinaloa y que en gran medida promovieron una recuperación, una renovación de las lecturas de Mariategui entre los ’60 y los ’80. Hablamos de figuras como Aricó, como Terán, como Flores Galindo, como Robert Pars, Antonio Melis y demás. Bueno, nos parece que la noción de generación fue utilizada también de un modo uniformizador. Lo que percibimos antes que unidad es una gran diversidad de lecturas, algo que se puede percibir en las presentaciones y en las discusiones que el Coloquio habilitó y que el libro reproduce. Y entonces esa noción más que ofrecer una ventaja analítica, una ventaja historiográfica, inclusive una ventaja política, no hace más que simplificarla, inventar así un muñeco de paja con el cual es más fácil pelearse. Pero no hace falta más que leer con atención los textos de Antonio Meadlis, de Flores Galindo y de Aricò para ver todo lo que los separaba y para empezar también a considerar qué era aquello que los unía. Y por último no hay que olvidar que el Coloquio de Sinaloa es un coloquio que se realiza en México, en Culiacán, pero que tiene una pretensión latinoamericana y eso también devuelve una situación heterogénea, un continente que siempre se piensa en tensión entre su posible unidad y su diversidad, diríamos, explícita, o si se quiere, entre esa unidad y fragmentación. Y así los análisis que se hacen a partir de las lecturas de Mariategui que se proponen están también muy marcadas según estos análisis tomen como objeto América Latina como un todo al que hay que presentar una incógnita, o tomen México o Centroamérica o Perú o el Cono Sur y entonces ese es el tercer punto. En definitiva nos parece entonces que ese momento está atravesado por una cantidad de tensiones y una pluralidad de posiciones que en general los conceptos de transición como habitualmente se considera los de generación de Sinaloa o esa aproximación como si América Latina fuese una realidad homogénea no hacían más que obturar. De todas maneras nuestro objetivo fue antes que nada justamente ofrecer estos textos, estas presentaciones que tuvieron lugar allí en Sinaloa para que puedan ser leídas, para que puedan ser conocidas, para que puedan ser discutidas y especialmente no sólo esas presentaciones sino las discusiones y las interpretaciones sobre el coloquio que tuvieron lugar.
Pasado y Presente tiene una relación directa con las lecturas de Gramsci y también con los problemas del marxismo en América Latina. ¿Qué cuestiones sobre estas lecturas específicas debiéramos considerar para el debate marxista en la actualidad?
Martín Cortés: Creo que hay muchas cosas –de nuevo– siendo otra época evidentemente, pero creo que algunos de los ejercicios que realizó Pasado y Presente como revista, como proyecto, todavía son interesantes para pensar hoy. Me refiero, en primer lugar, a la aproximación, al proyecto de situar, digamos así, la lectura del marxismo en una realidad determinada, siguiendo, por otro lado, una tradición latinoamericana que antecede a la revista, pero en la cual la revista es, sin duda, un mojón importante. Y después creo que habría que rediscutir, o más profundo, como de algún modo se viene haciendo también, rediscutir más de lo que permitiría el espacio de una entrevista, el estatuto de la problemática nacional-popular, que de algún modo la revista, en una parte importante de sus apariciones y de sus reflexiones, trae. Y me refiero con esto no tanto a la estrategia política nacional-popular, que podría ser discutida de diversos modos, sino, para decirlo provocativamente con Althusser, a la problemática nacional-popular, en el sentido de la potencia de ese tipo de lectura de Gramsci propuesta por Pasado y Presente para la lectura de sociedades con grandes fracturas, de sociedades donde predominan escenarios de no correspondencia o, como decía el propio Portantiero, de discontinuidad entre economía y política. Ese tipo de sociedades latinoamericanas que producen problemas teóricos, problemas muy agudos para la reflexión, como son la relación entre clase y sujeto, la cuestión de la nación, la cuestión de las formas organizativas, la cuestión intelectual, la cuestión de los grandes movimientos nacionales, la cuestión de los liderazgos, etc. Todos esos temas creo que siguen teniendo actualidad, por supuesto tienen que ser también actualizados, pero siguen teniendo actualidad y en ese sentido, así como en parte el proyecto de Pasado y Presente era leer las viejas discusiones para pensar sus problemas contemporáneos, del mismo modo para nosotros Pasado y Presente es un insumo para confrontarnos con nuestra propia actualidad.
El programa de las jornadas está disponible aquí.
Juan Dal Maso
(Bs. As., 1977) Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997. Autor de diversos libros y artículos sobre problemas de teoría marxista.