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Red Internacional
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Debates. Plataformas digitales, el botín de dólares que se llevan el nuevo sector audiovisual

La regulación de las plataformas OTTS audiovisuales abre un debate que tiene distintas miradas y en Argentina atraviesa a distintos sectores de la cultura. Solo Netflix recaudó en 2018 lo que el INCAA gastó en financiamiento en dos años y medio

Martes 9 de agosto de 2022 18:51

El crecimiento en los últimos años, acelerado por la pandemia, del consumo audiovisual a través de internet en las plataformas audiovisuales, llamadas OTTs (Over The Top), y la cantidad de dinero que generan estas empresas, sin una mínima regulación, plantea un debate de una puja de intereses entre los actores del sector, para poner en juego aplicaciones de medidas, como un gravamen que vaya a los contenidos nacionales.

Este artículo busca ofrecer información sobre este debate que tiene distintas miradas en el mundo, y en Argentina atraviesa a sectores de la cultura tanto industriales como independientes. Y están relacionados a los reclamos del sector, como la lucha contra “el apagón cultural” llevada adelante desde la coordinadora Unidxs por la cultura y otros sectores.

Ley Netflix

En otros países se está implementando la regulación y el gravamen a estas empresas, como en Francia o Italia, (26% y 20%, respectivamente). Y recientemente el caso de Suiza, llamándola “Ley Netflix’’. Los ciudadanos suizos aprobaron por referéndum que plataformas de streaming como Netflix, Disney+ o Amazon Prime, paguen una tasa del 4% para el desarrollo del cine y la televisión local. También estarán obligadas a que el 30% de su oferta de series y películas esté reservada a producciones europeas. Este impuesto solo lo estaban pagando las televisiones nacionales. Hay que ver si en los años siguientes esto se hace.

En el mapa Latinoamericano, la realidad es muy distinta al europeo, es similar al caso de Argentina, solo regulaciones tributarias, pero nada de un porcentaje para producciones locales. Los gobiernos cajonean las demandas, mientras las empresas siguen invirtiendo, negociando con productoras locales y la mayoría tomando trabajo local precario.

No hay regulación. Solo Netflix recaudó en 2018 lo que el INCAA gastó en financiamiento en dos años y medio.

Según el informe del SINCA, dependiente del Ministerio de Cultura, sobre comercio exterior cultural de 2020, los argentinos gastamos unos 556 millones de dólares en importación de servicios audiovisuales. Netflix se llevó un 65 por ciento de eso a Estados Unidos
Es muchísimo dinero.

A esto se suma que no son reguladas, como dicen Guillermo Mastrini y Fernando Krakowiak en un muy buen informe sobre Netflix: “En el caso de Argentina, los servicios audiovisuales que se brindan a través de Internet, como Netflix, no están regulados ni por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 de 2009 ni por la Ley de Telecomunicaciones Argentina Digital 27.078 de 2014. La Ley 26.522 recupera la Directiva Europea sobre Audiovisual como fundamento y modelo en algunos de sus tramos y, por tanto, la definición de audiovisual podría extenderse hacia aquellas transmisiones que “son como televisión”, pero la normativa no avanzó sobre la regulación de la convergencia con otros servicios. A su vez, la Ley 27.078 identifica en su Artículo 6° a los Servicios de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como “aquellos que tienen por objeto transportar y distribuir señales o datos, como voz, texto, video e imágenes, facilitados o solicitados por los terceros usuarios, a través de redes de telecomunicaciones”.

Esa definición incluye a los OTTS audiovisuales, pero luego aclara que “cada servicio estará sujeto a su marco regulatorio específico”, y que "hasta el momento esto no se elaboró".

Esteban Magnani, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, en su nota “Mucho más que divisas”, cita al economista Gerardo Sánchez, coordinador del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), un programa que depende del Ministerio de Cultura. "Los montos de las suscripciones pueden parecer pequeños en dólares pero cuando los multiplicas por todas las personas a lo largo de los meses, es mucho dinero: son cerca de 200 millones de dólares", subraya Sánchez. Este monto puede no parecer demasiado para una empresa como Netflix, que facturó más de 5.000 millones de dólares en un trimestre, pero para dimensionar cuánto significa esa cifra en nuestro país es útil hacer una comparación: "Podemos decir que se fueron por suscripciones a Netflix en 2018 dos veces y media lo que gastó el INCAA en el mismo período. O sea que se fueron dos INCAAs y medio contando todo, incluso los gastos administrativos"

Para más datos contundentes, el Observatorio Audiovisual del INCAA, a cargo de Guillermo Saura y Julio Bertolotti, realizó una estimación de los ingresos que generaría el fondo de fomento que administra el INCAA de aprobarse una norma que incluya a las plataformas de streaming. Solo tomando como referencia a la cantidad de abonados a Netflix, y el costo de este servicio, a octubre de 2021, el resultado muestra que el monto que se destinaría al fomento de contenidos audiovisuales oscilaría entre 48 y 67 millones de dólares por año.

Cómo vemos, estas empresas ganan millones y se la llevan afuera. Se abre el debate entonces de ¿por qué no (como medida mínima) un alto porcentaje de esas remesas quede en la Argentina? para el financiamiento y producción de contenido nacional, sobre el cual también debe abrirse un debate acerca de quien decide sobre esos fondos, sin injerencia de las grandes productoras "nacionales", empresas que siempre están dispuestas a tomar su parte de la torta en detrimento de los cineastas independientes.

Financiamiento del Cine y la Cultura en peligro

Hasta ahora al cine nacional lo financia el INCAA, con la recaudación de un impuesto del 10% sobre el precio de las entradas de cine, el 10% del precio de venta de “videogramas grabados” (como eran los DVD’s, lo que está obviamente anticuado) y el 25% de la recaudación del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), a partir del impuesto a la facturación de los canales de TV y servicios de cable. Los nuevos actores en el contenido audiovisual, como Netflix, Disney+, Amazon Prime, HBO, etc, que vienen recaudando millones, no ponen un peso, o un dólar. En 2018, la AFIP comenzó a cobrar el IVA a las plataformas, sacando ese porcentaje a los pagos por tarjeta de crédito, pero recaen en el consumidor.

En 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, el congreso aprobó una reforma, con el apoyo del peronismo, donde aplica que el 31 de diciembre de 2022, caducan estas asignaciones para los Fondos de Fomento no solo al cine sino también para otros organismos de la cultura, como el teatro, la música, bibliotecas populares, la televisión y radios comunitarias. La reforma dice que el estado va a seguir recaudando ese porcentaje, pero no iría para fomentar la cultura. Ahora el actual gobierno peronista arregló un acuerdo con el FMI, para pagar una deuda fraudulenta, que dejó Mauricio Macri. Ya sabemos para dónde iría el dinero de Cultura.

Por medio de la lucha de trabajadores de la cultura, cineastas y artistas de otras disciplinas, presionaron para que se trate esta reforma de nuevo en el Congreso y no caduque. Tomó mayor visibilidad cuando cineastas se movilizaron a la puerta del INCAA a pedir la renuncia de Luis Puenzo, cosa que se logró. La lucha y la campaña para "evitar el apagón cultural" hizo que se debatiera en comisiones, y luego pasando a votarse en Diputados prorrogar por 50 años. Ahora es el senado el que tendrá que decidir, pero la fecha aún no está clara. Hay que seguir movilizando para que esto pase.

Ante esta situación también se debate en distintos espacios de la cultura, cómo incorporar la lucha por un gravamen a las OTTS (o qué política levantar ante la invasión de las plataformas) y así paliar la difícil situación actual del cine nacional e independiente, que viene desde hace años, con distintos gobiernos. Encima en este momento de incertidumbre económica, donde primero tienen que ajustar para poder pagarle al FMI.

El cine está en peligro. Sería fundamental también dar esta pelea.

Conseguir entonces que parte de los recursos generados por estas empresas imperialistas, contribuyan con la producción audiovisual de los cineastas de Argentina, y que sus catálogos tengan un porcentaje aún mayor de obras de producción local (la llamada "cuota de pantalla"), es una medida mínima para defender la diversidad cultural y la producción de cine independiente.

Según Esteban Magnani, “En Netflix sustentan la hipótesis del lugar secundario que tiene la producción nacional en la plataforma.Un estudio de Ezequiel Rivero, investigador del CONICET en la Universidad Nacional de Quilmes, indicaba que de los cerca de 3.000 títulos del catálogo disponible en Argentina al momento de realizar el estudio, cerca del 80% provenía de ocho países, liderado por el 52% de los EE.UU. y el 7,5% de Reino Unido; solo el 3% del catálogo disponible en nuestro país corresponde a producciones nacionales.”

Estas empresas influyen en la cultura y en la economía de los países. Solo en Argentina hay 10 millones de usuarios que consumen series y películas a través de las plataformas. Además de llevarse dólares en sus casas matrices del extranjero, estas corporaciones influyen en la vida cotidiana, ​van moldeando al televidente de una nueva forma de consumir contenido audiovisual, siendo esclavos a lo que ellos te ofrecen ya que te dicen cómo y qué consumir y la calidad del contenido que hay en sus plataformas, y por si fuera poco atentando a la producción local.​ Estas empresas imperialistas deciden qué poder ver en la pantalla hoy y qué vas a ver mañana.

Ante el nuevo abanico del monopolio audiovisual, del capital extranjero, la posibilidad de tomar este tipo de medidas básicas de regulación plantea también la discusión sobre qué sería la "soberanía cultural" para el desarrollo de la propia producción audiovisual nacional. ¿Hay liberación cultural? ¿nos despojamos totalmente de la dependencia?


Jorge Galeano

Nació en Corrientes en 1976. Egresado de la Escuela Taller de Cine Contemporáneo. Editor, sonidista, miembro del grupo Contraimagen.