Al show montado la semana pasada, el presidente sumó una columna en el diario tucumano La Gaceta donde se exhibe sensible a las cuestiones sociales.
Pablo Anino @PabloAnino
Martes 3 de abril de 2018
Un presidente rico, desde la lujosa quinta presidencial de Olivos, anunció el miércoles pasado la baja en los niveles de población pobre: "estos datos confirman que tenemos una meta clara que es reducir la pobreza", afirmó.
Te puede interesar: Macri montó un show para anunciar más de 10 millones de pobres
El desatino de Mauricio Macri tiene lugar en gran medida gracias a la bomba atómica que arrojó Guillermo Moreno sobre los datos estadísticos.
La medición de pobreza en el Indec intervenido se discontinuó en 2013 justo cuando Argentina “superaba” a Alemania, según el filósofo Aníbal Fernández. Para esos tiempos, entre otros desaguisados, Chaco había prácticamente liquidado la indigencia.
El final es donde partí
En los primeros meses de Gobierno el macrismo fue una máquina de crear pobres. El “apagón estadístico” impide saber cuántos.
Los datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) indicaban que para abril de 2016, las políticas económicas de Cambiemos generaron 1,5 millones de nuevos pobres y 600 mil indigentes.
Pesaban en ese momento el efecto de la devaluación de diciembre de 2015, la escalada inflacionaria que le siguió, la recesión, entre otros fenómenos que implicaron un ajuste sobre el pueblo trabajador, mientras se beneficiaba a los fondos buitres y al gran capital agrario exportador con baja o quita de retenciones.
Los datos que publicó el Indec la semana pasada indican que en el segundo semestre de 2017 la cantidad de personas pobres fue de 11,4 millones, exhibiendo una reducción de 1,9 millones en relación a 2016: la tasa de personas pobres bajó de 30,3 % a 25,7 %.
Es que en el segundo semestre de 2017 el Gobierno postergó tarifazos, concentró los estímulos económicos de la obra pública y el impacto de las paritarias. No lo hizo porque tiene una “meta clara” de atacar la pobreza, como afirmó Macri, sino en función del cronograma electoral.
Es más, la dinámica económica del segundo semestre estuvo caracterizada por el crecimiento de la precarización laboral, sometida a los vaivenes de los ciclos económicos. Por ejemplo, la tasa de empleo no registrado subió en el último trimestre de 2017 desde el 33,6 % al 34,2 %.
Como se señala en otra nota de La Izquierda Diario de esta edición, "la mejora en los indicadores de empleo y de pobreza que presenta el gobierno de Mauricio Macri se desvanecen en el aire si se analizan con un mínimo de profundidad".
Te puede interesar: El modelo de crecimiento invisible con precarización laboral
Otro informe de la UCA precisa que en 2015 la tasa de pobreza fue de 29,7 %, creció a 32,9 % en 2016, para luego reducirse a 28,6 %.
Los datos de pobreza de Indec no son comparables, ni en metodología ni en período, con los de la UCA, pero de estos últimos se intuye que en la segunda mitad de 2017 el macrismo pudo haber sacado de la pobreza una proporción de personas apenas por encima que la que hundió en esa situación durante 2016.
En ese reporte la UCA explica que entre 2012 y 2016 las tasas de pobreza “evidenciaron una tendencia ascendente”. No obstante, “En el último período 2016-2017, las tasas de pobreza retomaron su tendencia descendente. Sin embargo, de manera similar a lo que ocurre en términos de indigencia, los valores de estos indicadores son relativamente similares a los evidenciados en el año 2010”, se afirma.
Consultado por La Izquierda Diario, Eduardo Donza de la UCA explicó que “lo importante es que los indicadores de pobreza mejoraron hasta 2009, pero luego se estacan en niveles altos y preocupantes”.
Axel Kicillof decía que la medición de la pobreza es “estigmatizante”. Macri dice que su meta es la “pobreza cero”. Pero hay una barrera que ninguno cruza. No hay nada que festejar.
El dolor de ya no ser
La foto de los datos de pobreza de Indec del segundo semestre muy probablemente ya no refleje la situación actual. Desde diciembre se reactivaron los tarifazos. Además, la inflación se aceleró con la suba del dólar de alrededor de $ 17 a $ 20,5. En paralelo, la mayoría de los salarios estaban estancados en función de las paritarias viejas.
Estimaciones realizadas por La Izquierda Diario registraron una recuperación del poder de compra del salario promedio del sector de trabajadores registrados (en “blanco”) de 1,8 % en 2017, pero desde diciembre comenzó a caer nuevamente. En términos promedio, cuando se compara con 2015, el salario real en 2017 estuvo 4,4 % por debajo. Es que la pérdida de 6,1 % de 2016 no logró recuperarse con la módica suba de 2017.
Los estatales perdieron poder de compra en 2017. No sólo eso: cuando se compara diciembre de 2017 con el mismo mes de 2015, el salario real cayó de manera significativa: 9,5 % para una categoría testigo del principal convenio del empleo público.
Para los trabajadores no registrados no hay forma de comparar con 2015 debido al “apagón estadístico”. No obstante, el Indec sí registra una al menos llamativa suba del poder de compra (mayor que para el empleo registrado) de este segmento de trabajadores durante 2017. Estos números se condicen con un impulso de los ingresos en el segundo semestre de 2017 vinculado al empleo precarizado e informal.
Te puede interesar: Guerra al salario: los engaños del macrismo para imponer un techo en paritarias
Los trabajadores nucleados en ATE Indec estiman tradicionalmente la “canasta de consumos mínimos”, más amplia que la de pobreza aunque no ideal: en enero de este año un hogar necesitaba $ 27 mil. Los últimos datos de ingresos de los hogares que publicó el Indec son del tercer trimestre de 2017: el 60 % percibía como máximo $ 26 mil. Más allá del leve desfasaje de períodos, el contraste de números permite dar una idea de las carencias de la vida.
La medición de pobreza que realiza Indec está relacionada a los ingresos de la población: se considera pobre a la persona o el hogar que no alcanza determinado nivel de ingreso que supone que cubre el costo de lo que se denomina la Canasta Básica Total (CBT): alimentos, vestimenta, transporte, educación, salud, entre otros gastos. Para simplificar, digamos que en la última estimación una persona adulta necesitó alrededor de $ 5.200 y un hogar cerca de $ 17.000.
Es una medida muy sensible a los movimientos coyunturales. En este año con los techos en paritaria del 15 % que quiere aplicar el gobierno y la inflación de mínima por encima del 20 %, con recorte de los incrementos de jubilaciones, con más dificultades presupuestarias para desarrollar la obra pública, se podría apostar a que los números de pobreza estarán nuevamente en alza. Los analistas indican que en la historia reciente los niveles de pobreza han sido similares en los años pares (más alto) y en los impares (más bajos).
Ante una pregunta de La Izquierda Diario, el especialista Javier Lindenboim, señaló que “los debates sobre cómo medir mejor la pobreza son válidos y útiles pero al margen de la discusión sobre qué pasó entre 2016 y 2017 dado que en ambos años la metodología es la misma”. Es decir, no cuestionó los datos del Indec. Pero, por eso mismo advirtió que la pobreza “a lo mejor va a subir en el primer semestre de 2018”, lo cual sería reflejado en futuros datos oficiales.
Detalles técnicos
Lindenboim señaló que “Hay debates sobre cuál canasta es mejor. Me parece que la cuestión metodológica es algo relevante pero no para que el resultado sea más alto o más bajo sino para que refleje mejor las condiciones en el momento que se pretende analizar. El problema (como con cualquier índice de tipo Laspeyres, por ejemplo el IPC –se refiere al Índice de Precios al Consumidor-) es que la composición tiende a perder vigencia. Eso requiere nuevos relevamientos como el que se está desarrollando desde hace unos meses y que quizás a fines de este año o el año próximo podrá empezar a ser utilizado. Si esa canasta u otra es mejor o no lo pienso en ese sentido, no en el sentido de si en un momento dado da un número más alto o más bajo”.
No obstante, las canastas que se utilizan para medir pobreza actualmente tienen como base la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares de 2004/2005 (con una actualización “híbrida” en 2015, según la define Indec). Esto implica una estructura de gastos de los hogares que no es la actual, donde los servicios públicos ganaron espacio gracias a los tarifazos. Por lo cual, la desactualización de las canastas podría implicar que en las mediciones vigentes hay una subestimación de los números de pobreza en relación a si se utilizara una canasta nueva. Aun así, la tendencia entre 2016 y 2017 no cambiaría dicen los expertos. Sí, agregamos nosotros, afectaría la comparación hacia atrás, pero los puntos ciegos dejados por Guillermo Moreno impiden saberlo.
Multicínico
Mauricio Macri, en una columna en el diario tucumano La Gaceta, simulando ser experto en temas ajenos a los dueños de este país afirmó que "La pobreza hay que abordarla de manera multidimensional, no se resuelve con planes sociales".
Hay una pizca de verdad en las palabras del presidente: la medición de pobreza por ingresos que realiza el Indec es limitada. La UCA realiza una estimación multidimensional donde se mide, además de pobreza por ingresos, la ausencia de derechos como la alimentación, cobertura de salud, servicios básicos, vivienda, educación, sistema de seguridad social y el acceso a la comunicación e información.
El presidente obvió los datos, pero en el tercer trimestre de 2017, esa universidad estimó que la pobreza multidimensional afectó a más de la mitad de los hogares, el 64,5 % padecía al menos una de estas carencias; y el 41,3 % al menos dos carencias. El 34,1 % de los hogares no cuenta con servicios básicos como conexión de red de agua corriente, o red cloacal o fuente de energía; el 34,7 % no tiene recursos educativos y el 21,4 % no vive en una vivienda digna.
Alcanzar la “pobreza cero”, ya sea considerando el restringido criterio por ingresos o el multidimensional, es una contradicción en los términos bajo la forma de organización social capitalista de la economía argentina. Para eso se requeriría atacar las ganancias recomponiendo fuertemente los salarios, repatriar los fondos fugados, tanto por mecanismos legales o ilegales, por el gran empresariado nacional y los ministros offshore, terminar con la sangría de la deuda externa (por ejemplo, si se dejan de pagar los intereses se podrían sacar más de 6,5 millones de personas la pobreza), entre otras medidas orientadas a poner todos los recursos en atender las necesidades sociales.
Pablo Anino
Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.