×
×
Red Internacional
lid bot

Mendoza. Poesía para Teresa Rodriguez, María Ramona Armas y Facundo Astudillo Castro

La poeta mendocina Nora Bruccoleri recuerda a María Ramona Armas de Bulacio, la abuela de Walter Bulacio, Teresa Rodriguez y Facundo Astudillo Castro, cuyas muertes a manos del Estado quedaron impunes

Viernes 21 de abril de 2023 12:13

A propósito de esta nota de Daniel Satur, la poeta mendocina recuerda con su poesia a Walter, Teresa y Facundo, tres jóvenes laburantes a quienes, en diferentes abriles, lugares y circunstancias, el Estado les quitó la vida y cuyos crímenes están impunes.

Teresa

En el puente

del nunca olvido

está intacta Teresa

tu sonrisa tibia

con que viviste

los veinticuatro años

de tu vida

agradecida de bailes

y multiplicada

de necesidad

hasta el tiro

que aún maldecimos

por matarte

agujereando la vida

de quienes te amaban

en aquellos aires

de cutralcazos

que aún fortalecen

la memoria

de certeras luchas

que no sólo izaron

valentías patagónicas

y en tu nombre

Teresa de alegrías

permanecen

y dan significado

siendo un noble aroma

que nos reúne

flameando para ser

fruto desde la flor

sin dudas

por tu limpia mirada

por tu paso

en este mundo

que te privó

de justos sures

y nortes de alto rumbo.

Nora Bruccoleri

AbuelArmas

AbuelArmada de Porfiada Conciencia

contra el crimen de un estado

que marchita hasta la muerte!

MARÍArmas Defendiendo a Puro Paso

la Juventud de la Dignidad!

Vive en la Calle

de Todo lo que Nace

para Caminar

hacia la Vastedad de lo Verdadero.

Vive la Abuela de Bulacio

en la Leyenda de Walter

con la Eterna Música

Afinada en la Lucha

por la Justicia!

*Conocida como Mary, la abuela de Walter fue una incasable luchadora contra el "gatillo fácil" y por lograr justicia por su nieto Walter asesinado por la Policía Federal en 1991 antes de un recital de la banda Patricio Rey y los Redonditos de Ricota en el club Obras Sanitarias de Buenos Aires.

FACUNDO

En el mapa de tomarle el pulso

a los puntos suspensivos

de lo terrible

que no deja de pasar

nos paramos en el acento

ciertamente humano,

allí se ancla

el tiempo y lugar

donde la memoria

sabe erguirse

hasta escribir en la pizarra

que nada ni nadie borre

lo que aprendemos

para siempre

porque la vida

nos pide hallar

lo rotundo

de su suerte

entre talismanes

y recuerdos

sin perder coraje

ni decencia

cada vez

que nos mienten.