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PASO 2023. ¿Por qué Milei odia a las mujeres?

Con los debates abiertos al conocerse los resultados de las PASO, volvemos a publicar este artículo de abril de este año, donde la candidata a legisladora del Frente de Izquierda desarma algunas de las cuestiones que plantea Milei y discute también contra el feminismo de ministerios con el que el gobierno intentó limitar y subordinar al histórico y diverso movimiento de lucha de las mujeres de Argentina.

Andrea D'Atri

Andrea D’Atri @andreadatri

Martes 15 de agosto de 2023 11:00

Javier Milei en su búnker tras las PASO 2023 | Gens Fernando - Télam

La periodista Teresita Frías pregunta respetuosamente. Milei responde con vehemencia.

— ¿Me entendés eso, primero? ¿Entendiste eso? Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy tratando de hacer es de desasnarte.

— Gracias-, responde irónicamente la periodista.

— ¿No te queda claro que dijiste una burrada? ¡No sabés nada de keynesianismo! ¡¡¡Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés!!!

A su turno, otro periodista no hizo preguntas sino que le sugirió a Milei que pidiera disculpas. Pero lo que obtuvo fue otro grito "¡Sos un impresentable!". Los y las presentes empezaron a abandonar la sala.

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El video circuló mucho en 2018, cuando los maltratos a las mujeres no resultaban una gracia del excéntrico Milei, sino que eran cuestionados como lo que son: violencia machista. Teresita Frías no fue la única. Las periodistas Cristina Pérez, Laura Serra, María Laura Santillán también fueron sometidas al maltrato y no por antagonismo político o ideológico. Las mujeres, con excepción de su hermana Karina, parecen irritarlo sobremanera.

Esos raros peinados nuevos… que esconden viejas ideas

Cuando habla de economía, Milei es incomprensible. No se sabe si es un superdotado que no está al alcance de simples mortales o si dice cualquier verdura. Ni tampoco se sabe si habla en difícil para que viejas recetas contra el pueblo trabajador, como la dolarización, pasen como grandes novedades que te salvarán la vida.

  •  ¿Venta de hijas e hijos?

    A veces, preferiríamos que hablara todo el tiempo con palabras incomprensibles. Porque cuando habla llano y sencillo dice bestialidades, como cuando le preguntaron si estaría a favor de que los padres tuvieran libertad para vender a sus hijos e hijas y contestó "depende". Pero la venta de niñas, por ejemplo para el matrimonio, es algo más viejo que la escarapela.

    Parece que Milei ama la libertad de algunos pocos, entre los cuales no están las mujeres, porque niñas de 6, 8 o 10 años son vendidas en Afganistán, México, India y muchos lugares más, como esposas de hombres adultos. Cuando el hambre causa estragos en las familias y no hay otra salida para la supervivencia, muchas veces las niñas pagan con sus vidas. Lo mismo sucedía en la Antigüedad y en la oscura Edad Media. Pero algo que conquistaron las mujeres en la Modernidad es el derecho a casarse si quieren, con quien quieren y cuando quieren. Incluso también, a divorciarse. Y la venta de niñas para matrimonios obligados, que se parece más a la esclavitud que a "la libertad que avanza", es algo que deberíamos desterrar, antes que fomentar.

  •  Tu cuerpo es tuyo, salvo que seas mujer

    "¿Por qué no puedo decidir sobre mi cuerpo? ¿Cuál es el problema? Mi primera propiedad es mi cuerpo ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?". Eso decía Milei en una entrevista ¿sobre el derecho al aborto? No. Sobre su propuesta de permitir la venta de órganos, como si fueran un producto más de consumo que se adquiere en el mercado.

    Peligrosa justificación del inescrupuloso tráfico ilegal de órganos que, sin embargo, deja de usar como argumento cuando se trata del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. "La mujer puede elegir sobre su cuerpo, pero lo que tiene dentro del vientre no es su cuerpo, es otro individuo", opinó contra cuatro mil bibliotecas científicas que demuestran que el cigoto y el embrión no son individuos, es decir, que no pueden sobrevivir como un ser vivo fuera del útero materno, de ninguna manera.

    Otra vez, las viejas ideas medievales -que fueron desterradas por la ciencia y que solo pueden sostener los fundamentalistas religiosos en su cruzada misógina- reaparecen en boca del economista que propugna la libertad para una minoría.

  •  Mejor no hablar de ciertas cosas

    En Argentina, entre 2017 y 2022 hubo 14.424 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, según el Programa Nacional Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia de la Nación. Según el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, entre el 70% y el 80% de niños, niñas y adolescentes de entre 12 y 14 años que se reconocieron como víctimas de abuso, lograron hacerlo después de recibir clases de Educación Sexual Integral (ESI). La ESI les permitió comprender la importancia del autocuidado, identificar conductas que constituyen abusos y mostrarles la importancia de buscar apoyo en un adulto de confianza.

    ¿Quién se opone a que niñas y niños conozcan sus derechos a una infancia libre de abusos mediante la ESI? Seguro que adivinaron: la misma Iglesia que está acusada por centenares de miles de personas en todo el mundo que fueron abusadas en su infancia por sacerdotes, obispos y otras autoridades eclesiásticas, muchos de los cuales aún gozan de la impunidad que les da el Vaticano.

    Y aquí tenemos de nuevo a Milei, que no dice nada de los abusadores, pero se pronuncia claramente en contra de los derechos de las infancias a la educación sexual, a la que calificó de ser "un mecanismo por el cual lo que se hace es deformarle la cabeza a la gente". Ya prometió desterrar la ESI de la enseñanza, si llegara a ser presidente. Y sálvese quien pueda.

  •  La brecha no existe, porque lo digo yo

    "Si las mujeres ganaran menos que los hombres, las empresas estarían llenas de ellas", le contestó Milei a la periodista María O’Donnell cuando lo interrogó sobre la brecha salarial. Una burrada, o como le gusta decir a Milei, una verdadera falacia. Porque en todo el mundo, la brecha entre la masa salarial que perciben las mujeres y la que perciben los hombres, varía entre un 20% y un 30%. ¿Por qué? Porque, mayoritariamente, las mujeres además cargan con varias horas de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Razón por la cual, los capitalistas limitan la oferta laboral para las mujeres a trabajos de pocas horas, o que se pueden realizar en el hogar o, simplemente, no contratan mujeres que deben rebuscársela con trabajos precarios, changas, venta ambulante y un montón de actividades por las que perciben ingresos muy inferiores a la media.

    En Argentina, el 45,1 % de las personas ocupadas no están registradas, no tienen estabilidad laboral o tienen un salario por debajo del mínimo vital y móvil. Pero entre las mujeres, esa tasa asciende al 51%. Hasta los 29 años, los índices aumentan y para las mujeres jóvenes la tasa de precarización extrema asciende a 67,5%.

    A Milei habría que decirle que si visitara los talleres textiles clandestinos, los sectores de baja calificación de otras ramas industriales, si recorriera los comercios y supermercados donde hay condiciones de explotación extrema y revisara los contratos de las empresas que tercerizan el trabajo de limpieza, se encontraría que ¡están llenas de mujeres! Claro... precarizadas, flexibilizadas, con salarios de indigencia que, cuando se hacen las cuentas, son bastante más bajos que los que perciben los varones. Milei quiere una sociedad donde los capitalistas sean libres para contratar a los trabajadores sin ningún derecho. Pero eso ya existió en los tiempos de la esclavitud y el neoliberalismo lo impuso nuevamente en todo el mundo, con las consecuencias que hoy tenemos.

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    Para Milei y muchos referentes de estas nuevas derechas que se embanderan con la libertad de mercado, las mujeres son las que deben garantizar la descendencia de la "comunidad nacional" -¡como pensaban los nazis!-, pero al mismo tiempo son un objeto de consumo, un producto que se usa para la satisfacción sexual del varón y luego puede desecharse. Esclavas en la cocina, como en los viejos tiempos. Pero potras en la cama, como ordena el consumismo neoliberal. Siempre dispuestas a estar al servicio de los hombres. Ese es el modelo de mujeres que promueven los derechistas libertarios.

    Por eso prefieren que no haya educación sexual, ni derecho a decidir para las mujeres, pero libertad total para venderlo todo, desde un riñón hasta una hija. Es lógico, entonces, que Milei odie al feminismo, que le guste atacar la lucha de las mujeres por sus derechos y tildarla de "ideología de género" que junto con "los pueblos originarios, la agenda ecologista y el lenguaje inclusivo, destruyen los valores de la sociedad". Increíble pero literal.

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    Somos un movimiento de lucha y no un ministerio del gobierno del ajuste

    Muchas son las razones que explican la simpatía que provoca Milei en una cierta porción de la población, mayoritariamente joven y masculina. No vamos a ahondar aquí en esos análisis. Pero sí señalar un aspecto parcial, pero importante.

    Cuando las luchas feministas por la igualdad, contra la inequidad, por mayores derechos y libertades se institucionalizan, se presentan con un carácter tecnocrático o académico y se despolitizan. Quienes propugnan esta institucionalización, intencionadamente, buscan que los feminismos pierdan su carácter de políticas emancipatorias que surgen desde abajo, que se afianzan en la movilización y en la crítica estructural de la sociedad capitalista patriarcal. Consiguen que se transformen en "políticas de Estado", administradas por expertas, funcionarias, tecnócratas. Se cierran los debates y las contradicciones que existen en el movimiento, se erigen ciertas voces por sobre otras, se obturan las diferencias en nombre de una cohesión y una hermandad apolítica, donde llamativamente, siempre se privilegian los sectores afines al poder.

    En ese estado de cosas, el feminismo institucional termina autolimitándose a las necesarias políticas culturales o identitarias, siempre y cuando estas no se encuentren en contradicción con las políticas de ajuste de los gobiernos y los organismos internacionales financieros. Pero se niega a asumir las transformaciones urgentes que requieren las necesidades apremiantes de la desigualdad económica, la precariedad del trabajo y de las vidas cotidianas de millones de mujeres que, bajo esas políticas de ajuste, son las primeras condenadas a la pobreza y la indigencia.

    El contraste entre las "funcionarias de género" y sus agendas, por un lado, y las necesidades de millones de mujeres trabajadoras, desocupadas, pobres, a cargo de sus hogares en medio de una grave crisis, abonan la demagogia de estos líderes derechistas. Estos misóginos y antifeministas terminan metiendo en una misma bolsa a todo un movimiento de lucha, con diferencias ideológicas y políticas, que queda atrapado en sus eslóganes y alaridos como un "lavado de cerebros" propiciado por privilegiadas a las que no les importa lo que le pasa a "la gente". [Alerta spoiler: algunos sectores del peronismo opinan lo mismo].

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    Pero el feminismo no es un movimiento homogéneo, ni defiende una única agenda política. Las discrepancias y la heterogeneidad son su sello. Cuando el feminismo institucional se posiciona como la única voz autorizada, acallando las críticas de otros sectores del movimiento supuestamente para "no hacerle el juego a la derecha", lo único que consigue es estimular su influencia. ¡Queremos que la juventud trabajadora vea en el feminismo un poderoso aliado para sus luchas contra la precarización laboral, por el acceso a la vivienda, por la posibilidad de un futuro!

    Tenemos que volver a ponernos en movimiento, como lo hicimos por la legalización del aborto, cuando fuimos una marea verde imparable. Es en las calles, y no en las oficinas de los ministerios, donde ganamos nuestras batallas. Las feministas socialistas decimos que tenemos que organizarnos en cada lugar de trabajo, de estudio, en cada barrio, porque la única salida es por izquierda. Y que tenemos que hacerlo con la clase trabajadora de pie, dinamitando el poder de los capitalistas para imponer una salida a favor de las mayorías, poniéndole un freno a la crisis y luchando por reorganizar al país desde abajo.

    Las mujeres, ante cada crisis, hemos dado muestras de sobra de que sabemos ponernos al frente y vencer todos los obstáculos en la lucha por conquistar el pan, las rosas y nuestro derecho a la libertad.


  • Andrea D’Atri

    Nació en Buenos Aires. Se especializó en Estudios de la Mujer, dedicándose a la docencia, la investigación y la comunicación. Es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fundó la agrupación Pan y Rosas de Argentina, que también tiene presencia en Chile, Brasil, México, Bolivia, Uruguay, Perú, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Español, Francia, Alemania e Italia. Ha dictado conferencias y seminarios en América Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el (...)

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