Los trabajos precarios, faltos de derechos, estabilidad y seguridad laboral son pan de cada día, promovido por el sistema capitalista nacional e internacional, y que afectan a la clase trabajadora de maneras particulares y necesarias de analizar.
Miércoles 27 de marzo de 2019
Es lamentable el caso del accidente en helicóptero ocurrido el lunes 25 en la mañana donde la empresa y las autoridades no pudieron tomar la seriedad para los trabajadores ni para los pobladores, que varias veces ya habían denunciado a la empresa de irregularidades, accidentes, vuelos no autorizados, hoyos me medio del campo sin protección, falta de agua potable para trabajadores, falta de baños, alimentos, la muerte de un trabajador mientras laburaba en la torre de alta tensión.
En otras palabras, la ineficiencia y desinterés de los empresarios y del Gobierno derechista ante las la clase trabajadora es clara, mas aun cuando hablamos del aspecto laboral, porque las inhumanidades provocadas por la derecha política-empresarial están en todos lados, como en la salud inalcanzable, la educación desigual, las pensiones bajas, la crisis de agua potable, la falta de vivienda, entre otras.
En el aspecto laboral, es decir, en la actividad clave para vivir y sobrevivir, las dificultades y faltas de derechos que garanticen un plato de comida o seguridad para llegar vivos a casa, son abismales, y esto lo podemos encontrar en diferentes sectores de la población, con particularidades y diferencias entre las condiciones laborales de mujeres, inmigrantes y diversidad sexual.
Por ejemplo, en las mujeres es mayor la desocupación, los empleos precarios, inestables, la discriminación y peores remuneraciones a pesar de tener las mismas formaciones y estudios u horas trabajadas que los hombres contratados, donde también por estar embarazada, con planes de embarazo o con hijos, disminuye las posibilidades de contrato, y en donde también encontramos subcontratos sin seguro o previsión, sin pasar por alto las agresiones sexuales a las cuales tienden a ser sometidas y el trabajo de hogar, observándose una doble explotación, en el trabajo y en el hogar.
En inmigrantes recae el problema de salir de un país por inestabilidad para entrar a otro donde deben trabajar ante cualquier empleador bajo las más tenebrosas condiciones de trabajo sin siquiera contar con un contrato, medidas de seguridad, el no pago de sus labores, agresiones e insultos por el racismo y xenofobia promovido por la derecha, por lo que un “accidente” laboral en realidad esconde condiciones laborales más que precarias.
Así, en la diversidad sexual, podemos encontrar que la precariedad acaparará hasta los mas profundos sentidos de la vida, como la orientación e identidad sexual. Aquí mismo, el pertenecer a la diversidad sexual diferente a la heteronorma tradicional es símbolo de ser discriminado, humillado y violentado. En el trabajo formal existe el rechazo a ser contratados por el aspecto físico, y donde deben demostrar que son igual de capaces que un trabajador de sexualidad hegemónica. Por lo que, la inestabilidad y precarizados laboral les empuja a no obtener los fondos suficientes que no cumplan con los requisitos para poder pensionarse, debiendo recurrir a la pensión básica solidaria que entrega el Estado, siendo una cantidad de dinero mínima que fluctúa entre dos a cuatro UTM (actualmente $48.353 la UTM).
Vemos entonces que, bajo un sistema laboral machista y opresor, la diversidad sexual, como la población trans (transgéneros, transexuales, travestis e intersexuales) es la mas oprimida, donde son discriminados por el sistema educativo chileno que violenta desde el uso de uniforme asignado como por no utilizar el nombre social con cuales se identifican y la prohibición de usar el baño del género con que identifican. Observándose así la deserción escolar que limita poder desarrollarse en trabajos calificados. Y en el trabajo son arbitrariamente despedidos, por lo que gran parte debe hacer trabajos informales y altamente precarizados, e incluso dedicarse a la prostitución para obtener dinero, exponiéndose a contraer VIH/SIDA, infecciones de transmisión sexual, agresiones sexuales, físicas y psicológicas desde el odio, la represión policial apoyada desde la iglesia que argumenta “pudor y buenas costumbres”, hasta el punto no ser atendidos por hospitales por estos mismos prejuicios.
Y en donde podemos ver a políticos como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien intenta aplastar la organización de la clase trabajadora y toma a la diversidad sexual como enfermos, y con quien Piñera invita con emoción a la Cumbre Prosur para coordinar acciones políticas junto a otros gobiernos de derecha.
Es por esto que, deben levantarse la clase trabajadora en las calles para exigir al estado los derechos fundamentales de trabajo, junto a las mujeres, migrantes y diversidad sexual, para eliminar la discriminación, precarización e inestabilidad laboral que nos desborda.
Los gobiernos tradicionales de derecha u oposición han mantenido intactos los pilares de la economía empresarial-privada y los privilegios de la iglesia, por lo que no se espera un cambio en las condiciones laborales mencionadas. Solo la clase trabajadora en la gestión estatal podrá aplicar la verdadera democracia para que ninguna persona sea perjudicada en su vivir y en su trabajo, otorgándo el derecho a trabajar y utilizando las ganancias nacionales para la educación, salud, vivienda y medio ambiente, y no para aumentar sus salarios, promover las empresas privadas o comprarse casas de lujo, como vemos en la política actual.
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