En plena segunda ola, con bajas temperaturas y condiciones de vida cada vez más agravadas por la crisis, los casos positivos en los barrios pobres superan el 30%. Las políticas estatales son insuficientes, las vacunas no llegan y los comedores no dan abasto
Jueves 3 de junio de 2021 12:16
Foto: Pulso Noticias
La segunda ola de Covid-19 está pegando fuerte en la Ciudad de Buenos aires y sobre todo en las villas porteñas. El miércoles 2 de junio, en la Ciudad de Buenos Aires los contagios alcanzaron los 2.227; sin embargo, el jueves pasado superaron los 3.500, mientras que fueron más de 41 mil en todo el país.
En los barrios porteños más pobres, hasta el 22 de mayo, el Gobierno porteño registró 24.100 casos de Covid-19. Los más afectados son la Villa 1-11-14 / Barrio Padre Ricciardelli, con 5.021 casos y Villa la 21-24, con otros 4.907 casos. A comienzos de abril aún no se habían disparado los casos; sin embargo, con la segunda ola, la cantidad es muy alta.
Una nota del diario Clarín recogió cifras alarmantes junto a testimonios de habitantes de estos barrios, que muestran que la crisis económica, social y sanitaria, está sacudiendo a las villas. La pérdida de empleos, la precarización del trabajo, de la vivienda y las malas condiciones de vida, se agudizaron con la pandemia. Los comedores barriales y merenderos debieron aumentar su ayuda y atención a las y los vecinos, familias y a los chicos que no tienen para comer, pero con escasa o nula asistencia de parte de los gobiernos.
Respecto al coronavirus, el índice de casos positivos en estas zonas es muy alto comparado con el resto de los barrios porteños. Según los datos del ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, se realizan diariamente un promedio de 618 testeos, con una positividad del 34% en las villas, mientras que en el resto de la Ciudad, la positividad es del 24,6%. En el barrio Papa Francisco, de Villa Lugano, la positividad llega al 51%.
Las condiciones de hacinamiento y el frío, agravan las enfermedades respiratorias, dos factores que están muy presentes entre los habitantes de las villas, y que se agudizan con la época invernal y las bajas temperaturas.
Alexis Cristian Mena Ortega es vecino de la Villa 31, de Retiro y viudo de Ramona, la referente de La Garganta Poderosa que murió hace ya un año por covid-19, luego de reclamar por la falta de agua en el barrio. Cuenta que en estos días tiene internada a su hija Guadalupe por una neumonía: "Acá las enfermedades respiratorias afectan a todos los vecinos, no importa la edad. Por eso hay un volumen muy grande de personas que están necesitando vacunarse. También hay un vacunatorio y la gente está muy pendiente para ser asistidos, aunque en la mayoría de los casos, sentimos que lo peor pasó el año pasado. La realidad hoy es que, si bien los cuidados existen, las actividades en el barrio continúan, porque el aislamiento no es posible. Los vecinos salen a trabajar a las cocinas de bares y restaurantes, a manejar taxis y remises, trabajan en las obras; las mujeres como servicio doméstico y muchas como enfermeras. La informalidad gana y nadie puede quedarse en su casa", contó.
El cura Juan Isasmendi, de la parroquia "Madre del Pueblo" de la Villa 1.11.14, expresó su preocupación por la cantidad de contagios en el barrio y los fallecimientos. Reclaman por la vacunación de vecinos y vecinas, que todavía es muy poca: “Tengamos en cuenta que hay una población de riesgo muy importante y la vacunación viene floja. Se instaló un vacunatorio en inmediaciones al barrio, el de la cancha de San Lorenzo, pero es muy difícil llegar con estas políticas públicas, cuando los vecinos no tienen conectividad y no pueden empadronarse”.
El referente de la parroquia también expresó el aumento de la demanda en los comedores y merenderos del barrio, una evidencia más de la crisis económica que están atravesando las familias más pobres, muchas en una situación desesperante: "Ha sido tremenda la cantidad de personas que recurren a los comedores y más en los últimos días. Aquí en el barrio, somos quienes más raciones servimos a los vecinos. Tenemos cuatro comedores, con almuerzo y cena. Hasta hace 8 días preparábamos entre 2.000 y 2.500 raciones; hoy estamos en 3.000 a 3.500”.
Las organizaciones sociales y barriales reclaman la vacunación masiva, principalmente para quienes atienden comedores y merenderos, que son en su mayoría mujeres. Y también denuncian que hay muchos que están organizados por familias solidarias y allí el gobierno ni siquiera llega.
Norma Morales, del Movimiento Somos Barrios de Pie, contó que el gobierno recortó la asistencia cuando más se necesita: "El gobierno porteño nos redujo la entrega de insumos, un recorte que afecta a los alimentos frescos, carne, pollo y pescado. Un guiso de lentejas necesita carne para que impacte en la salud de los chicos. En la Ciudad llevamos adelante 200 centros comunitarios. En nuestros centros comunitarios contamos con promotoras de salud, promotoras territoriales y del feminismo popular; necesitamos vacunar a todas las personas que están trabajando en los barrios".
También desde el año pasado vienen reclamando por falta de agua y luz, y el problema de la falta de viviendase agravó.
Luego de los 9 días de confinamiento decretados por el Gobierno nacional y avalado por el porteño, el lunes 31 se retornó a cierta "normalidad" en la Ciudad, incluso con presencialidad en las escuelas. Las y los vecinos de estos barrios no pueden hacer un “confinamiento estricto”, porque deben salir a buscarse el “mango” para mantener a sus familias, viajar en transporte públicos hacinados, volver a sus casas también hacinados y con frío.
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Mientras el gobierno porteño durante todo el 2020 aprobó leyes para beneficiar los negocios inmobiliarios con empresas millonarias, no hay planes de vivienda popular ni presupuesto para garantizar la alimentación y salud de los habitantes de las villas porteñas. A ellos ningún gobierno les da soluciones. No hay IFE ni vacunas para ellos. Por eso continúan organizándose y reclamando, como en el Bajo Flores donde, luego de decenas de protestas de los distintos sectores del Bajo Flores, se comenzó a gestar la coordinación entre organizaciones y vecinos de la Villa 1-11-14, docentes y trabajadores de la salud.