El candidato peronista visitó a la jerarquía católica para hablar de “la delicada situación socio-económica”. ¿Sobre el aborto y el financiamiento estatal de la Iglesia? Silencio sepulcral.
Daniel Satur @saturnetroc
Viernes 23 de agosto de 2019 14:14
El comunicado de la Conferencia Episcopal Argentina publicado en el atardecer del martes 20 dice que “en el día de la fecha, el candidato a Presidente de la Nación por el Frente de Todos, Dr. Alberto Fernández, visitó la sede de la Conferencia Episcopal Argentina. Fue recibido por su Presidente, Monseñor Oscar Ojea, junto al Vicepresidente I del Episcopado, Monseñor Mario Poli, Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Primado de la Argentina y Monseñor Carlos Malfa, Secretario General del Episcopado Argentino”.
El texto agrega que “los Obispos conversaron e intercambiaron opiniones sobre la delicada situación socio-económica que afecta a todos los argentinos”, compartiendo “desde su mirada de Pastores” la idea de que “es necesario que en este tiempo se trate especialmente de cuidar el bien común ‘privilegiando a los pobres, que son los que más sufren’”.
Fieles al clima de época, donde desde el Gobierno de Mauricio Macri como desde la oposición peronista nucleada en el Frente de Todos se insiste en propiciar el “diálogo” entre quienes ejecutan el ajuste sobre el bolsillo popular y quienes lo sufren, los obispos le expresaron a Fernández que “este tiempo presente de la Patria necesita un diálogo eficaz y del cual participen todos los sectores”. Un diálogo, dicen, “que lleve a establecer acuerdos estables para la continuidad del proceso electoral y favorezcan soluciones”.
Curiosamente desde el Episcopado creyeron conveniente aclarar que “el encuentro se dio en el marco de la disponibilidad de la Iglesia a dialogar con los candidatos de todos los sectores sociales y políticos”. Sin embargo, con los resultados de las PASO en la mano, no parece importarles mucho a los obispos organizar reuniones con Mauricio Macri o con Roberto Lavagna. Al menos públicamente no lo manifiestan.
Mucho menos, claro, pretenden los obispos llamar al candidato del Frente de Izquierda Unidad Nicolás del Caño, quien representa una posición contraria a los intereses políticos, económicos y sociales de la siempre millonaria, conservadora y antiderechos jerarquía eclesiástica.
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Rezando por el “pacto social”
En las últimas semanas se viene hablando bastante sobre qué rol jugará Bergoglio desde el Vaticano en la nueva etapa política que se abre en Argentina, su país natal. Quienes tienen contacto con el “papa peronista” aseguran que Francisco ve con muy buenos ojos la eventual llegada de Alberto Fernández a la Casa Rosada.
De hecho en los últimos días circuló muy fuerte la versión de que habría habido una “orden” no escrita de la Curia para que en las homilías semanales los sacerdotes aprovechen para profundizar, en plena campaña electoral, la crítica al ajuste encabezado por el macrismo. Una ayuda divina que, huelga decirlo, el peronismo agradecerá con creces.
Vale recordar que en 2015 fue central la colaboración de la misma jerarquía eclesiástica para elevar casi a la categoría de diosa a María Eugenia Vidal en su puja con Aníbal Fernández por la gobernación bonaerense. Pero el tiempo fue pasando y parece que el acercamiento cada vez más estrecho de la mandataria provincial con las iglesias evangélicas (que pisan fuerte en el conurbano profundo) hizo reflexionar a la curia y revisar sus apuestas políticas.
De un lado, dura crítica al ajuste ordenado por el FMI y ejecutado por Cambiemos. Del otro, reunión con Alberto Fernández y rosca casi diaria con operadores peronistas chupacirios de la talla del exministro de Agricultura de Cristina Fernández, Julián Domínguez, del exsecretario de Culto Guillermo Olivieri o del exembajador en el Vaticano y quinto en las listas de diputados del Frente de Todos Eduardo Valdés. Esa parece ser la actividad central por estos días de los discípulos de Francisco.
Así, frente a la profundización de las penurias sociales como consecuencia del ajuste y a la precarización cada vez mayor de las condiciones de vida de las mayorías populares, la Iglesia se apresta a ser un factor de peso en la “contención” de las masas pauperizadas y en la “coordinación” de las mesas de “diálogo” entre gobernantes, empresarios, burócratas sindicales entregadores de conquistas y dirigentes de movimientos sociales como los autodenominados “cayetanos”.
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A la Iglesia de Bergoglio experiencia le sobra. En el último proceso de saqueo al bolsillo de las mayorías trabajadoras, consumado primero por el período menemista-aliancista y luego por la gestión de Eduardo Duhalde de 2002, el actual papa cumplió un rol central en la llamada Mesa de Diálogo junto a las cámaras empresarias (beneficiarias del saqueo) y las conducciones de las centrales sindicales (que en el reparto consiguieron más privilegios).
Si un próximo gobierno de Alberto Fernández pretende de alguna manera “encauzar” el ajuste sobre el pueblo trabajador, honrando deudas ilegítimas y fraudulentas y pidiéndole a las masas que tengan paciencia porque para llegar al paraíso va a faltar como una vida eterna, la asistencia (tanto espiritual como material) de la jerarquía eclesiástica será fundamental.
Eso sí, no será gratis. Si la curia va a jugar un papel importante para intentar convencer a las masas de que hay que aceptar la pobreza con dignidad y que hay que tener paciencia hasta que los vientos cambien y Dios provea mejoras mínimas, entonces que le den lo que se merece.
En ese sentido, en una columna publicada en el sitio Letra P el periodista Diego Genoud dice que “a un lado y al otro afirman que el debate por la despenalización del aborto no será un obstáculo para una buena relación. Aunque Fernández se manifestó a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, desde la Iglesia afirman que también dejó trascender que no tiene el debate como prioridad de su gestión”.
Paralelamente, tampoco es para Alberto Fernández una cuestión prioritaria ni mucho menos avanzar en la separación efectiva de la Iglesia y el Estado.
Vale decir que el Estado argentino destina fortunas a sostener a esa institución religiosa (y a ninguna otra) a través del pago de sueldos de obispos y capellanes, de exenciones impositivas sobre bienes muebles e inmuebles (la Iglesia es uno de los mayores propietarios privados de tierras y edificios del país), del financiamiento de obras de infraestructura en catedrales, basílicas y parroquias y de infinidad de actividades y eventos organizados por las diócesis de todo el país.
Como afirma Genoud, “la discusión por el financiamiento del culto católico no figura en la agenda del Frente de Todos”.
Por el contrario, en medio de la crisis económica y social, lo que sí abunda en ese frente es la presencia de candidatos y referentes íntimamente ligados a la Iglesia, fanáticos del cercenamiento de derechos para las mujeres y las minorías sexuales y rabiosos defensores de la tortura de niñas como el posible futuro jefe de Gabinete Juan Manzur.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).