Miércoles 24 de noviembre de 2021
En el contexto de la crisis sanitaria abierta con la pandemia y la crisis económica que se profundizó al mismo tiempo, como todas sabemos, la violencia contra las mujeres no solamente no disminuyó, sino que se ha exacerbado de forma alarmante. Durante el confinamiento el feminicidio, las redes de trata y la violencia sexual continuaron desarrollándose a manera de cáncer social; mientras que los despidos y recortes de salarios afectaron en las familias, sumada la precarización de nuestras vidas y en lo laboral, que se profundizó afectándonos mayoritariamente a las mujeres de las clases pobres y trabajadoras.
Bajo esta situación, hay quienes, además de enfrentar la pandemia y el desempleo, se ven obligadas a huir de donde viven debido a la violencia en sus comunidades, y hasta en sus propios hogares. Este es el caso de miles de mujeres, niñas, niños y adolescentes, así como de la comunidad LGBTTTI+.
Y un caso ejemplar que se nos suma, es el de las caravanas migrantes, que buscan cruzar México con el firme objetivo de conquistar el “sueño americano”, donde las mujeres y sus familias han tenido que enfrentarse a la violencia más atroz de las instituciones, el crimen organizado y las fuerzas armadas, en la búsqueda de un futuro digno.
Violencia en el sector educativo
Para las maestras, en nuestro sector la violencia también siguió siendo parte del entorno escolar. Hemos vivido, no solo el aumento en las cargas de trabajo y jornadas laborales, y el hostigamiento de autoridades para imponer un regreso inseguro, sino también el aumento de la deserción escolar de nuestras alumnas y alumnos; con más de 996 mil menores de edad que quedaron huérfanos tras perder a sus familias por la pandemia de Covid-19; los embarazos de niñas y adolescentes a quienes permanentemente se les niega una educación sexual adecuada, pero tampoco se les otorgan métodos anticonceptivos ni se les permite decidir sobre sus cuerpos, condenándolas a maternidades y paternidades precarizadas y opresivas, y en muchos casos, no deseadas.
Y como si no fuera suficiente con todo lo anterior, las maestras y trabajadoras tenemos que cumplir con tres y hasta cuatro jornadas de trabajo, porque nos toca el cuidado de las y los niños, garantizar la comida y la limpieza de la casa, asi como el cuidado de algún familiar enfermo. Y todo ello, sigue sin reconocerse como trabajo no remunerado, pero económicamente representa miles de millones de pesos que los patrones y el gobierno se ahorran por la mantención de la mano de obra, en tanto que lo imponen sobre las espaldas de mujeres trabajadoras.
¿Por qué nos sumamos a la jornada del 25 de noviembre?
El 25 de noviembre, conmemoramos el Día internacional de lucha contra la violencia hacia las mujeres en memoria de las hermanas Mirabal, que hasta el final de sus días pelearon contra la dictadura en República Dominicana. Hoy en día, si bien no estamos en dictadura, dado el nivel de violencia que sufrimos, el legado de aquellas mariposas sigue más vigente que nunca.
En México, el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que declaró la inconstitucionalidad de la penalización del aborto, es un avance muy importante de la lucha que por décadas lleva el movimiento de mujeres por el derecho al decidir, sin embargo, continúa sin ser suficiente pues el aborto, aunque despenalizado, continúa siendo un privilegio de clase, ya que solo acceden las que pueden pagarlo.
La violencia que vivimos como mujeres, maestras y trabajadoras es la misma que viven nuestras alumnas y sus madres, pues se trata de un problema estructural e inherente al sistema patriarcal y capitalista que gobierna en el mundo, por lo que ningún gobierno se propone garantizar nuestros plenos derechos ni los recursos suficientes para que todas podamos decidir sobre nuestros cuerpos y tener acceso al aborto seguro en los hospitales como parte integral de nuestra salud.
Este 25N, tomamos nuevamente las calles
Por todo lo anterior, las maestras organizadas en Pan y Rosas y la agrupación Nuestra Clase seguimos marchando, luchando y exigiendo: educación sexual integral en todas las escuelas y todos los niveles educativos, anticonceptivos de calidad y gratuitos sin restricciones de ninguna índole para nuestras alumnas, alumnos y toda la población, así como servicios de salud sexual y reproductiva dignos para todas, todos y todes.
Denunciamos que la precarización laboral también es violencia contra nosotras y los responsables son los patrones y el Estado. Por lo que, para fortalecer la lucha por todos nuestros derechos y contra la violencia patriarcal y machista, creemos que es urgente recuperar los sindicatos de las garras de la burocracia charra y ponerlos al servicio de las mujeres, particularmente en nuestro gremio donde somos la amplia mayoría.
Nos pronunciamos en solidaridad con las y los huelguistas del Sutnotimex y exigimos la solución inmediata a todas sus demandas. Nos solidarizamos también con las mujeres de la Caravana Migrante, exigimos su libre tránsito por suelo mexicano y que se les garanticen todos los derechos que se les niegan.
Este 25N llamamos a todas las maestras, trabajadoras y estudiantes a unirnos y a tomar las calles para luchar por nuestro derecho al Pan y también a las Rosas.