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Red Internacional
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Contra la voracidad capitalista. Propuestas para un debate sobre el trabajo de cuidados

Con bombos y platillos, el oficialismo anunció que se empezaría a debatir una propuesta del Poder Ejecutivo presentada en Diputados, para conformar un Sistema Integral de Políticas de Cuidados (SIPC).

Myriam Bregman

Myriam Bregman @myriambregman

Andrea D'Atri

Andrea D’Atri @andreadatri | Diputada porteña PTS/FIT

Miércoles 24 de mayo de 2023 08:00

Esta noticia fue recibida con expectativa, ya que parecía anunciar el reconocimiento de un trabajo gratuito que realizan mayoritariamente las mujeres en sus hogares y que es, entre otras, causa de las brechas de género en lo que respecta al salario, las oportunidades de empleo, de estudio, etc.

Ese megaproyecto de ley con 91 artículos había sido elaborado y presentado, hace más de un año, por la anterior ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. Sin embargo, la funcionaria renunció cuando su gobierno ordenó la represión contra mujeres mapuche en Bariloche, sin llegar a ver el debate de su propuesta en el Congreso. Pero aunque fue largamente anunciado, en el reciente plenario de comisiones dispuesto para debatirlo, este megaproyecto no tuvo cabida.

La dificultad de consensuar un proyecto tan amplio propuesto por un gobierno en crisis, a pocas semanas de las elecciones, hizo que el debate en la cámara baja terminara girando alrededor de otras más de cuarenta propuestas, la mayoría de las cuales consiste en modificaciones parciales a la Ley de Contrato de Trabajo. Se trata de reformas de los períodos de licencias parentales o incorporación de otros motivos para el otorgamiento de este beneficio. Entre estos proyectos que empezaron a debatirse se encuentran varios presentados por el Frente de Izquierda, algunos de los cuales son de autoría de nuestras bancas del PTS.

La diputada Myriam Bregman en el plenario de comisiones para tratar el Sistema Integral de Políticas de Cuidados
La diputada Myriam Bregman en el plenario de comisiones para tratar el Sistema Integral de Políticas de Cuidados

Aunque la posible aprobación de algunos de los proyectos de los partidos mayoritarios -seguramente con enmiendas limitantes-, signifique una mejora relativa en la vida cotidiana de ciertos sectores de trabajadoras y trabajadores regularizados, que cuentan con sindicato y convenio colectivo, son insuficientes para resolver un problema que abarca a una población mucho mayor. Porque, según informa OIT Argentina, el 45% de las personas ocupadas no están registradas o no tienen estabilidad laboral; pero si se desagrega por género, entre las mujeres, esa tasa es aún mayor. Por eso, un informe de Cippec señala que solo el 51% de las trabajadoras y el 47% de los trabajadores reciben licencias “por maternidad y paternidad”, ya que quienes trabajan de manera autónoma, informal o bajo el régimen de monotributo (en ocasiones, ocultando una relación laboral de dependencia para evitar las cargas tributarias de la patronal y ¡hasta de la administración pública!), no cuentan con este derecho.

según informa OIT Argentina, el 45% de las personas ocupadas no están registradas o no tienen estabilidad laboral; pero si se desagrega por género, entre las mujeres, esa tasa es aún mayor

Así y todo, el trabajo de cuidados no culmina a las pocas semanas de vida de un bebé ni solo se requiere en caso de enfermedad de las personas a cargo. Pero el gobierno que anuncia la creación del SIPC, recién ha finalizado la construcción de solo 30 Centros de Desarrollo Infantil, de los 406 prometidos y presupuestados en 2021, en todo el país. Además, ¿cómo se puede hablar de "cuidados" cuando se reducen las partidas sociales para cumplir con el ajuste fiscal pautado con el FMI? Entre 2021 y 2023 se habrá reducido en términos reales un 35% el gasto en Salud, 5,3% en Seguridad Social, 1,2% en Educación y Cultura, 55% en Vivienda y 20% en Promoción y Asistencia Social, un desfinanciamiento en áreas clave para el apoyo o asistencia estatal a las tareas de cuidado. Áreas, también, donde la mayoría de sus trabajadores, en realidad son trabajadoras.

El megaproyecto del SIPC, en este marco de sometimiento al FMI, podría tomarse apenas como una declaración de buenas intenciones, sino pareciera más bien solo un intento de mostrar algo positivo en plena campaña electoral. En sus 37 páginas abundan los verbos como promover, reconocer, impulsar, respetar, considerar, relevar, articular, coordinar, fomentar… pero se encuentran pocas medidas concretas para garantizar materialmente el derecho universal a los cuidados y los derechos de quienes realizan ese trabajo.

De la oposición de Juntos por el Cambio, no puede esperarse nada más que mayor ajuste y sometimiento a los dictámenes del FMI con el que volvieron a endeudar al país y varias generaciones, cuando fueron gobierno.

Las trabajadoras de la Salud, las trabajadoras de Educación, las mujeres organizadas por el derecho a la vivienda y las de los movimientos sociales son las protagonistas indiscutibles de las recientes luchas y movilizaciones en distintos puntos del país. Como antes fue el movimiento de mujeres por la legalización del aborto, esta crisis nos encuentra de nuevo en la primera fila del combate.

¿cómo se puede hablar de "cuidados" cuando se reducen las partidas sociales para cumplir con el ajuste fiscal pautado con el FMI?

El capitalismo es degradación social y competencia por sobrevivir

La clase trabajadora en su permanente puja por el "precio" de su fuerza de trabajo, no solo consigue aumentos de salario. También ha conquistado, históricamente, que los capitalistas y el Estado paguen porciones más amplias que las que querrían del costo de su reproducción como clase social, es decir del trabajo de cuidados que es mayoritariamente invisible y no remunerado: desde asignaciones familiares, planes sociales, jardines maternales para los empleados de determinadas empresas, hasta los sistemas públicos y gratuitos de Salud, Educación, etc.

Sin embargo, en el neoliberalismo, se eliminaron, cercenaron, redujeron y degradaron muchas de estas conquistas, perjudicando especialmente a las mujeres, que reemplazan con más horas de trabajo de cuidados no remunerado aquello que ya no se puede adquirir en el mercado o que no brinda el Estado capitalista. El mecanismo de expoliación imperialista de las deudas externas en los países de América Latina, profundiza este deterioro, mediante la imposición del ajuste del gasto público.

Frente a esa situación, las luchas de los movimientos sociales de desocupados y trabajadores de la economía popular, como las cooperativas y las fábricas que funcionan bajo control de sus trabajadores, son una muestra de resistencia activa a la degradación social a la que nos condena el capitalismo. Pero mientras a unos no se les permite aspirar a algo que vaya más allá de los límites de la subsistencia, a los otros se los empuja la autoexplotación. Mientras las fábricas autogestionadas son ahogadas por la feroz competencia capitalista, el Estado condiciona a quienes no tienen un salario a hacer trabajo de cuidados en sus barrios (atendiendo comedores, centros de infancia, etc.), para acceder a los planes asistenciales cuyo monto es casi la mitad del salario mínimo.

El destino que nos reserva el capitalismo en crisis es la competencia de obreros autogestivos contra poderosas empresas capitalistas o la competencia entre personas sin empleo -obligados a trabajar por mucho menos que un salario promedio en las tareas de cuidado, para recibir la asistencia social- con otras trabajadoras y trabajadores del sector.

Mural de la artista Ailen Possamay con la célebre frase de la teórica feminista Silvia Federici
Mural de la artista Ailen Possamay con la célebre frase de la teórica feminista Silvia Federici

Una bandera por la que luchar: socializar los cuidados

Por eso la pelea es por trabajo genuino con derechos. En Argentina, si se redujera la jornada laboral a 6 horas y 5 días a la semana, se podrían repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados y acabar con la desocupación que hoy alcanza a un millón de personas, como también con la sobreexplotación de jornadas laborales interminables para alcanzar un salario que permita sobrevivir. Una parte de esos nuevos puestos de trabajo, podrían destinarse a transformar, en gran medida, el trabajo de cuidados en ocupaciones asalariadas y en servicios sociales públicos y gratuitos.

La construcción de barrios sustentables, con establecimientos que cubran las necesidades básicas de la comunidad, como restaurantes con menús económicos o gratuitos, lavanderías públicas, como también parques, campos deportivos, clubes, centros culturales de acceso libre y gratuito; la creación de centros de cuidado infantil universales, con facilidades horarias para las familias que cumplen su jornada laboral con turnos rotativos; centros de día para personas adultas mayores que ofrezcan atención integral a quienes están en situación de dependencia son algunas de las medidas que podrían exigirse en el camino de la socialización del trabajo doméstico y de cuidados. La reducción de una jornada laboral asalariada no estaría en función de aumentar la otra, no asalariada y que recae, mayoritariamente, sobre las mujeres.

Tendríamos tiempo para imaginar nuevas ocupaciones creativas, placenteras, comunitarias y políticas, incluso para autoorganizarnos colectivamente. Podríamos expandir y explorar nuevas formas de sensibilidad y afecto en el cuidado de las otras y los otros, liberados del agotamiento personal y la carga económica en las que hoy el capitalismo atrapa todos los vínculos. Sería una base para empezar a eliminar la "esclavitud doméstica" que, en los hechos, mantiene persistentemente a las mujeres en la precariedad laboral y bajo los índices de pobreza.

Una bandera de lucha que podría conquistar la simpatía de millones. La demanda por la reducción de la jornada laboral, en estos términos que aquí planteamos, puede hacerse muy popular entre las mujeres trabajadoras y las que hoy no tienen empleo y pelean por la supervivencia de sus familias.

Myriam Bregman y Andrea D'Atri en encuentro de mujeres organizado por Pan y Rosas en la Universidad de Lanús
Myriam Bregman y Andrea D’Atri en encuentro de mujeres organizado por Pan y Rosas en la Universidad de Lanús

Solo una gran lucha del movimiento de mujeres, sumando a los movimientos sociales y los sindicatos, al movimiento estudiantil y ambientalista, organizándonos con independencia del poder político y las instituciones del Estado, para exigir en las calles una respuesta a las necesidades más acuciantes de la inmensa mayoría, puede hacer posible la disminución de la carga del trabajo de cuidados no remunerado.

Solo una gran lucha del movimiento de mujeres, sumando a los movimientos sociales y los sindicatos, al movimiento estudiantil y ambientalista, puede hacer posible la disminución de la carga del trabajo de cuidados no remunerado.

Las feministas socialistas estaremos nuevamente en la primera fila de este combate, entendiendo que acabar definitivamente con este estado de cosas requerirá de una lucha social del conjunto del pueblo trabajador. En la transición a una sociedad socialista, las siguientes generaciones, ya liberadas de esa doble jornada no remunerada y habiendo conquistado la reducción al mínimo de su tiempo de trabajo, podrán encontrar nuevas definiciones para el amor, que no estén atadas al sacrificio silencioso, la labor invisible y la entrega incondicional que hoy oprime a la mitad de la Humanidad.


Myriam Bregman

Abogada en causas de lesa humanidad. Fundadora e integrante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH). Diputada nacional (MC) y dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Intervino en numerosos juicios contra los genocidas de la última dictadura militar, como el de Etchecolatz, Von Wernich y la megacausa ESMA. Fue abogada de Jorge Julio López y una de las impulsoras de la lucha ante su desaparición. Impulsó, junto a trabajadores de Pepsico y Kraft-Mondelez, la denuncia por el espionaje ilegal de la Gendarmería, conocido como "Proyecto X".

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