Estudiantes y ayudantes alumnos de más de 30 cátedras, denuncian, junto a algunos docentes, “irregularidades” metodológicas y de contenido en el proceso de modificación del plan de estudios de la Facultad de Psicología.
Viernes 11 de octubre de 2019
La Facultad de Psicología de la UNC se encuentra atravesando un proceso de discusión en torno a la modificación de su actual plan de estudios, que data de 1986. Este proceso, por demás necesario, está siendo impulsado por la actual gestión del rectorado, Patricia Altamirano y Raúl Ángel Gómez (MST-La Marea) y por la agrupación estudiantil Sur en Psico, que es actualmente la conducción del Centro de Estudiantes de Psicología (CEP).
Esta mañana, el Consejo Directivo, con mayoría de dicha agrupación, aprobó un cronograma de aprobación a pesar de las decenas de estudiantes, no docentes y docentes allí manifestando su rechazo. El cronograma consta de 3 miércoles consecutivos de comisiones de consejo de 15 personas (a puertas cerradas) para debatir: perfil del egresado, estructura curricular y contenidos del conjunto de la comunidad educativa.
Como vienen denunciando tanto estudiantes como ayudantes alumnos de más de 30 cátedras, junto a algunos docentes, este proceso tiene muchas “irregularidades” metodológicas y de contenido que afectan seriamente el futuro de la carrera.
El único documento de pública circulación, titulado “Consenso”, dice basarse en ejes de "PLURALIDAD y TRANSDISCIPLINA, AUTONOMÍA DEL ESTUDIANTADO, PROBLEMÁTICAS ACTUALES, ARTICULACIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL DE LOS ESPACIOS FORMATIVOS". Sin embargo, esto se contradice al no impulsar un proyecto claro de plan de estudios, sino lineamientos generales que resultan una abstracción en tanto nunca explicita de qué manera concreta se piensa implementar. Esto deja abierta la puerta a la mercantilización y el recorte del contenido de grado. ¿Por qué? Porque supone eliminar puestos laborales para acortar la carrera o aumentar la precarización existente para alargarla. Por ejemplo, plantean pasar a una relación 30-1 de alumno por docente en las prácticas de los primeros años siendo que esa relación actualmente es de 200-1, y esta cifra ya conlleva grandes niveles de precarización de ayudantes alumnos no pagos. Esto nos lleva a preguntarnos de dónde van a salir los fondos para costear esa correlación en una universidad en continuo ajuste, solo se podría alcanzar con trabajo gratuito.
Hay gran ambigüedad con respecto al programa de prácticas que plantean: no se sabe cuáles van a ser las prácticas para 1° y 2° año. Esto incluso deriva en problemas éticos, si se incluyen trabajos de campo sin supervisión. Pero además, abre la puerta a favorecer explícitamente una rama de la psicología con prácticas, como puedan ser las neurociencias o la clínica mercantil y negarlas a los demás sectores. Esto no solo va en detrimento de la mentada pluralidad de enfoques, sino que puede implicar el recorte de áreas ligadas a lo social y comunitario, como se viene dando en la Facultad de mano de la última acreditación a la CONEAU en 2013.
El cierre de la cátedra paralela Santiaria B se enmarca en este giro. La cátedra de derechos humanos y la de intervención comunitaria vienen denunciando reiterados vaciamientos también. Esto no nos parece para nada casual en un marco de ajuste y cada vez mayores penurias para los sectores populares, que no podamos pensarnos como futuros profesionales críticos al servicio de pensar desde lo social y comunitario la salud mental.
Ahora bien, hay un punto progresivo en la propuesta de la “posibilidad de acreditación de las horas prácticas vinculadas al “egreso” desde tercer año, aspecto que se vincula con la propuesta de que el estudiantado pueda acreditar sus horas prácticas de egreso en el marco de las PPP, PS, PSI, actuales materias electivas permanentes, proyectos de investigación y proyectos de extensión”1, ya que es algo que actualmente se hace de forma no reconocida.
Rechazamos el método según el cual justifican la participación. Se basan en supuestos espacios democráticos como conversatorios, encuestas y cuestionarios que, como denuncian los mismos participantes, han estado sesgados al ser preguntas direccionadas y tendenciosas. Esto sin darle un carácter real al proceso de discusión con el conjunto de la comunidad de estudiantes y docentes, no docentes y egresados.
Si bien Altamirano se mantuvo por fuera del proceso de votación de la resolución 1254/18, que recortó las actividades reservadas al título (ART) de 16 a 5, esta modificación del plan se inclina a desarrollar el perfil de las 5 incumbencias que quedaron reservadas para la carrera. Esto profundiza aún más el perfil clínico, en detrimento de las áreas destinadas a intervención comunitaria o social.
Finalmente, esto termina vaciando de contenido los títulos de grado, tendiendo a la creación de carreras más cortas que resulten en mano de obra barata, empujando a la necesidad de costear postgrados arancelados, como una vía indirecta de privatizar la educación pública y mercantilizar el conocimiento.
Igual de ominoso es el rol del actual Centro de Estudiantes dirigido por SUR. Es por el camino opuesto que el movimiento estudiantil debe conducir sus organizaciones para fomentar la participación y la organización estudiantil en la conformación de nuestro plan de estudios. Pero de conjunto, para que ningún compañere quede afuera de la UNC, para que se den becas integrales y más derechos a quienes laburamos precarizadamente, y para enfrentar el ajuste del FMI que se propone vaciar la educación pública y de calidad.
La política de Raúl Gómez (MST- La Marea) en Psicología
Merece especial atención la política de esta agrupación en la facultad. Se plantea como una opción de izquierda y progresista, para terminar siendo parte de la gestión. El problema son sus alianzas oportunistas para ocupar cargos de gestión como el vicedecanato (cargos que incluso estamos por eliminarlos, por una verdadera democracia universitaria) junto a una decana conservadora que siempre se reubicó entre los radicales y el kirchnerismo. Todo esto por fuera de cualquier proceso real y orgánico de estudiantes y docentes. La consecuencia de conquistar un puesto con ese tipo de alianzas termina en ser parte de quienes imponen un plan de estudios al servicio de la precarización de los ayudantes, digitado por la Coneau, que devalúa el título de grado y recorta la salida en áreas sociales.
Son parte de este plan y ni siquiera dan la posibilidad de un verdadero debate en la comunidad educativa.
¿Se van a mantener al lado de esta decana que el año pasado estuvo en contra de los estudiantes que lucharon, negándoles sus reivindicaciones?, ¿O que este año fue producto de denuncias públicas por malversación de fondos a la hora de su campaña al rectorado, usando dinero del escaso presupuesto destinado a la misma facultad?
Esto abre un importante debate sobre cuáles son los métodos para construir una alternativa real dentro del movimiento estudiantil.
Para nosotres, la Juventud del PTS y Pan y Rosas, es central la independencia política de cualquier gestión para pelear por los verdaderos intereses de la comunidad universitaria. Así mismo, este proceso tiene que ser realmente participativo, democrático y transversal. Que fomente la participación de trabajadores y usuarios de la salud mental, estudiantes, docentes y no docentes, discutiendo en las aulas cual es el contenido y el método para modificar el antiguo plan de estudios.