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Red Internacional
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Aborto Legal. ¿Qué decían los que impidieron que el aborto sea ley?

Hace 2 años la marea verde salía por miles a la calle para reclamar la legalización del aborto. Del otro lado las cúpulas de las Iglesias junto a distintos legisladores, gobernadores y funcionarios orquestaron la derrota del Senado.

Pablo Herón

Pablo Herón @PhabloHeron

Viernes 7 de agosto de 2020 19:08

El 8 de agosto de 2018 se votó en la Cámara de Senadores el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. La historia es conocida, con 38 votos en contra el proyecto que había logrado media sanción en diputados terminó siendo rechazado. Ese mismo día las redes sociales se plagaron con los nombres y las caras de los senadores celestes con múltiples mensajes de repudio. Sin embargo, no fueron los únicos en garantizar que el proyecto de ley haya caído, ¿quiénes fueron y qué decían en ese momento?

Legisladoras y legisladores

“¿Qué pasa cuando nuestra perrita se nos queda embarazada? No la llevamos a la veterinaria a que aborte” afirmó sin ruborizarse la diputada de la UCR, Estela Regidor. Por su parte Ivana Bianchi del bloque Unidad Justicialista adhirió a las clásicas teorías conspirativas preguntándose "¿cuál va a ser el destino de estos fetos, van a ir a bolsas, van a ser comercializados?".

Estela Regidor, José Luis Gioja y Alfredo Olmedo

Tampoco faltaron los que defendieron su oposición en nombre de su pertenencia política. El actual presidente del Partido Justicialista, José Luis Gioja (Frente para la Victoria), en la sesión de la cámara baja declaró: “Por convicción, por racionalidad, por doctrina y por ser peronista, tengo todo el derecho de estar hoy en contra de este proyecto que considero contradictorio”.

Cuando llegó la votación en el Senado habían pasado dos meses de múltiples debates, movilizaciones y una intensa campaña de presión por parte de los antiderechos y las iglesias. Durante el debate en comisiones se volvió viral el meme “no está bien, está mal” dicho por el biólogo Alberto Kornblith a la senadora del PRO, Silvia Elías de Pérez, quien llegó a referirse al síndrome de down como una “enfermedad incurable”. Del mismo partido el dinosaurio Esteban Bullrich (PRO) llegó a decir que un embrión es un “argentino con derechos". Al salir el resultado negativo Gabriela Michetti, vicepresidenta de Macri en ese momento, vitoreó un “vamos todavía”.

Esteban Bullrich, Silvina García Larraburu y José Mayans

"Hay algunos casos donde la violación no tiene esa configuración clásica de la violencia sobre la mujer” dijo desenmascarando su misoginia el peronista Rodolfo Urtubey. En una entrevista reciente, José Mayans, el actual jefe del bloque de senadores del Frente de Todos, comparó el aborto directamente con la pena de muerte. Minutos antes de la sesión en el Senado había afirmado sin dudar que “no hay ninguna mujer presa hasta ahora por este tipo de prácticas”. Falso, inclusive es algo que sucede al día de hoy. Así lo denuncia Soledad Deza, la abogada del caso de Belén, una mujer que llegó a ser sentenciada a 8 años de prisión acusada de haberse realizado un aborto:

Como parte del mismo espacio político, es inolvidable el rol de la senadora de Unidad Ciudadana, Silvina García Larraburu. Fue reconocida en ese momento por ser la “senadora panqueque” dado que su bloque, el cual encabezaba Cristina Fernández de Kirchner, había anunciado inicialmente que votarían todos a favor.

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¿Y las cúpulas eclesiásticas?

“Lo mismo que hacían los nazis pero con guantes blancos” fue lo que dijo el Papa Francisco comparando a quienes apoyan el aborto con el nazismo, tan solo unos días después de la votación en diputados. Así inauguró la contraofensiva descarnada de los antiderechos, que para mantener el aborto en la clandestinidad acudieron a los argumentos religiosos, en nombre de la “vida” y la “familia”. La jerarquía de la Iglesia católica puso en juego todo su poder e influencia en los organismos del Estado.

Papa Francisco, movilización de los antiderechos y Rubén Proietti

“Si alguno de los dos tiene que morir, que muera la madre” afirmaba sin pudor una señora en las concentraciones celestes. En las calles fue donde se destacó la presencia de las Iglesias Evangélicas que se jugaron a movilizar fuertemente, buscando también reforzar sus relaciones con el Estado. Tras la votación en diputados el presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), Rubén Proietti: “Estamos desafiados ante esta segunda etapa en la Cámara Alta, por lo que seremos más federales que nunca en acción, y con movilizaciones de carácter nacional coordinadas de modo de potenciar los esfuerzos en todo el país, uniéndonos en oración a Dios”.

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Gobernadores y funcionarios

A nivel nacional la mayoría de los gobernadores se posicionaron en contra. Desde Cambiemos Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y Vidal, entonces gobernadora de la provincia de Buenos Aires, manifestaron su postura en contra. El jefe de gobierno porteño llegó a afirmar: “Yo soy pro vida, soy de los que creen que hay que defender la vida desde la concepción".

Juan Manzur, María Eugenia Vidal y Alicia Kirchner

Los gobernadores peronistas fueron la mayoría entre los que se posicionaron en contra con un amplio arco de personalidades. Desde Manzur, reconocido por obligar a parir niñas y negarse a aplicar el protocolo ILE, hasta Alicia Kirchner que en ese momento declaró "tenemos que apostar siempre a la vida”. También se pronunciaron quienes en ese momento ocupaban otros cargos como Jorge Capitanich, que junto con Carlos Saúl Menem firmaron la solicitada de los “Peronistas por la vida”. Hoy siendo gobernador del Chaco en plena pandemia sumó a las iglesias evangélicas a un programa llamado “Cristanos a ayudar” del ministerio de Salud.

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Iglesias y Estado, asunto separado

Si el debate llegó al Congreso y se instaló en todos lados fue porque el movimiento de mujeres, con el rol destacado de las jóvenes, lo sacaron a la calle dejando en el imaginario postales masivas de una juventud que sostuvo el pañuelo en alto, que fue a sus trabajos, colegios y facultades a convencer a sus compañeres. Así recorrió a lo largo de la sociedad la discusión y se puso en el tapete la necesidad de dejar de criminalizar a las mujeres y personas con capacidad de gestar, exigiendo que el Estado se haga cargo del aborto como un problema de salud pública.

Si las Iglesias católica y evangélicas hoy detentan un gran poder territorial y llegada a amplios sectores de la sociedad es por un lado gracias a sus múltiples acuerdos con gobernantes y legisladores. Por el otro, producto del financiamiento estatal que recibe en particular la Iglesia católica para sostener a la curia y su patrimonio millonario. Un poder territorial que hoy en día es un botín preciado para la clase dominante, dado que la situación de crisis económica aguda las ubican en un lugar clave para jugar su papel histórico: la contención social de las y los más pauperizados.

El proyecto de ley no logró pasar la prueba del Senado producto de la alianza entre legisladores, gobernadores, funcionarios y las jerarquías de las Iglesias para sostener el aborto en la clandestinidad. Por eso la separación de la Iglesia y el Estado es una demanda indispensable, tanto como la urgencia del derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Contemplando las medidas que sean necesarias, este aniversario tiene que ser el comienzo del regreso a la calle. Y esta vez sí, que sea ley.

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Pablo Herón

Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.

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