La presidenta Cristina Fernández envió este viernes una carta a Barack Obama pidiendo explicaciones sobre la vinculación de una funcionaria designada por el gobierno de EEUU y los fondos buitres. Se trataría de Nancy Soderberg.
Sábado 1ro de noviembre de 2014
La publicitada carta del Gobierno argentino reclama que Obama confirme si Nancy Soderberg, presidenta del Public Interest Declassification Board (PIDB) desde 2012, es a su vez copresidenta del lobby que aglutina a los fondos buitre. Se trata de la American Task Force Argentina (ATFA), financiada por fondos con sede en las Islas Caimán.
La presidenta señala, en una extensa carta que este es "un hecho que si usted lo confirmase sería grave para las relaciones entre nuestros países". Allí denuncia "la agresividad y bajeza moral de la campaña dirigida por la señora Nancy Soderberg desde ATFA" contra el país que señala como "hechos vergonzantes", uno de ellos haber instalado una rata inflable gigante (sic) frente a la embajada de Argentina en Washington. Por último, protesta Cristina porque la biografía distribuida por la Casa Blanca "no informa el cargo de la señora Soderberg" en ATFA y viceversa. "¿Podría ser un caso de homónimos?", pregunta finalmente Férnandez a Obama (¿?).
La carta es desopilante por donde se la mire. De un lado porque la funcionaria fue designada por Obama ya en 2012, hace dos años, sin que haya provocado la denuncia ni despertado la “curiosidad” del Gobierno argentino (claro, en ese tiempo, con los buitres estaba todo bien). De otro lado, porque pide la “confirmación” del presidente yanqui de si el dato es certero o si, por el contrario, se trata de otra persona con el mismo nombre. Es de suponer (¡!) que la presidenta ya sabe que se trata de la misma persona. De lo contrario podría exponerse a una corta misiva del presidente imperialista que llenaría las portadas de los diarios: “No, she’s not. Firmado: Barack”.
Lo cierto es que el 10 de enero de 2012, segun el sitio web del gobierno de los Estados Unidos, Barak Obama saludo efusivamente la designación de Nancy Soderberg y se declaró "honrado de que estas talentosas personas hayan decidido ingresar al gobierno y servir al país. Es mi deseo trabajar con ellos en los meses y años por venir".
Al fin y al cabo, la carta no tiene desperdicio. Consternada, Cristina, le dice al presidente de la mas fabulosa maquinaria de guerra y espionaje del mundo que, dado que las funciones del PIDB "abarcan aspectos sensibles de seguridad nacional", considera "inadmisible que un cargo clave del gobierno de los Estados Unidos, con acceso a información clasificada" sea ocupado por la mala de Soderberg. Una verdadera pieza de la diplomacia internacional por la candidez de pretender, mediante la misiva de un gobierno en retirada, influir en la designación de funcionarios de la potencia imperialista que descarga, no ya ratas inflables, sino toneladas de bombas en Medio Oriente.
Claro que nada de esto se explica si no fuera por la necesidad del kirchnerismo de volver a repintar la bandera de “patria o buitres”, últimamente hecha jirones por la reciente entrega a la norteamericana Chevron de la explotación y el saqueo de los recursos naturales en Vaca Muerta.
