Lxs referentes de la izquierda brasileña Valério Arcary (PSOL), Diana Assunção (MRT), Ana Prestes (PCdoB) y Juliano Medeiros (PSOL) debatieron sobre la nueva "ola progresista" en Latinoamérica en la séptima edición del Salón del Libro Político realizado en la Pontificia Universidad Católica de San Pablo. Presentamos a continuación para lxs lectorxs de Ideas de Izquierda el video del debate subtitulado al castellano.
La séptima edición del Salón del Libro Político, un evento de primer nivel organizado por importantes editoriales brasileñas, tuvo la participación de importantes figuras de la política de Brasil y América Latina, como la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, o el exvicepresidente de Bolivia durante los gobiernos de Evo Morales, Álvaro García Linera.
También participó Guilherme Boulos, la principal figura pública del PSOL, Manuela D’Avila, del PCdoB, compañera de fórmula de Fernando Haddad en 2018, la líder indígena Sonia Guajajara, el periodista Glenn Greenwald y el intelectual Ricardo Antunes.
En ese marco, el miércoles 22 se realizó la mesa El regreso de la ola progresista en América Latina, de la que participaron referentes de la izquierda brasileña. Por el Movimiento Revolucionario de Trabajadores, grupo que impulsa Esquerda Diário en Brasil, estuvo Diana Assunção, referente del grupo de mujeres Pan y Rosas. Junto a ella estuvieron Juliano Medeiros, presidente nacional del PSOL y miembro del Comité de campaña Lula-Alckmin, Ana Prestes, dirigente del PCdoB y nieta de la histórica figura del Partido Comunista Brasileño, Luis Carlos Prestes, y Valério Arcary, miembro del ala mayoritaria del PSOL y dirigente de la corriente Resistencia.
Bajo distintos puntos de vista, el debate se concentró en el análisis de las perspectivas que están planteadas en Latinoamérica, que se ve ante una nueva ola de gobiernos llamados "progresistas". ¿Están esos gobiernos a la altura de los desafíos planteados frente a la crisis económica internacional del capitalismo? ¿Qué lecciones se sacaron de la llamada primera ola de gobiernos "progresistas"? ¿Qué papel tiene la izquierda latinoamericana en este contexto?
El tema abordado tiene especial relevancia en el marco de la proximidad de las elecciones brasileñas, que ocurrirán en octubre de este año, frente al gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, que cuenta con el peso de los militares y que, junto con las instituciones del régimen instaurado con el golpe institucional de 2016, profundizaron la miseria de la clase trabajadora y del pueblo pobre en Brasil.
Lula, que sigue favorito en las encuestas, se presenta secundado por Geraldo Alckmin, un político tradicional representante del capital financiero en Brasil que hizo su carrera política en el neoliberal PSDB del expresidente Fernando Henrique Cardoso. Esa fórmula cuenta con el apoyo de la mayoría del PSOL, el principal partido de izquierda del país.
Más abajo presentamos una desgrabación de las intervenciones.
La mesa fue moderada por Débora Baldin, licenciada en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, asesora internacional de algunas organizaciones, comunicadora por internet y militante LGBTQI+.
Baldin presentó la mesa y a los participantes, anunciando que cada uno tendría 10 minutos para una primera presentación, pasando luego a una ronda de preguntas, donde tendrían 8 minutos cada uno para responder y un minuto para las consideraciones finales.
Ana Prestes, primera intervención
Pido permiso para ponerme de pie, una manía del movimiento estudiantil que heredamos. Gracias a Débora por la presentación, por la organización todos en la organización aquí del Salón del Libro Político y mis compañeros y compañera de mesa.
Estoy muy emocionada de estar aquí, lo quería decir, por dos razones: una que vamos retomando las actividades presenciales de a poco, estuve en pocas, esta es una de las primeras, hemos estado haciendo muchos vivos, mucha actividad virtual en estos años y la otra es Colombia. Creo que lo que pasó en Colombia es demasiado, muy muy muy importante para nuestra América Latina. Hasta quisiera romper un poco el protocolo, creo que el pueblo colombiano se merece un aplauso. Voy a hablar de Colombia en mi discurso, en estos 10 minutos. Socorro, es mucho para decir en 10 minutos.
Voy a hacer un pantallazo general de una lectura que les comparto, de alguien que lleva mucho tiempo estudiando América Latina y que vive la militancia internacionalista en América Latina también, hace mucho tiempo. Entré a una edad muy temprana en Relaciones Internacionales de la Unión de Juventudes Socialistas de mi partido, el PCdoB, donde estoy desde que era estudiante de secundaria, universitaria, he estado muy involucrada en las luchas internacionales, y cada vez más latinoamericanista, cada vez más con esta noción de la importancia de este lugar, de América Latina, de nuestra América del Sur y de la conexión de nuestras luchas, de la profunda conexión de las luchas de nuestros pueblos.
Creo, mi impresión es que en estos 500 años, 500 y tantos años ya de colonización, desde que empezó nuestra colonización, me da la impresión que es a finales de los años 90 cuando, como izquierda latinoamericana, con todas las diferencias, las idiosincrasias, con todas las profundas diferencias que tenemos entre nosotros incluso en cada país, es cuando realmente empezamos a volvernos alternativa de poder para nuestro pueblo. Es algo interesante, Valerio, compañeros de mesa, que fue precisamente cuando la izquierda, el campo ligado al socialismo, sufría el revés del final del bloque soviético. Fue en ese momento, en el período posterior a dictaduras, muchos de nosotros en proceso de redemocratización, logramos reaccionar a este momento histórico y también por la brutal circunstancia del Consenso de Washington y la implementación del neoliberalismo aquí en nuestra región. Es cuando empiezan levantamientos importantes en todos nuestros países y nosotros aquí, yo era miembro del movimiento estudiantil, que nuestra lucha era contra Fernando Henrique. Nuestra lucha era Fuera FHC.
Así vivimos esta ola de reacción al neoliberalismo en nuestra región. Y desde entonces, todos esos gobiernos conquistados que Débora ya nombró -quedé libre de tener que nombrarlos- que empieza allí por los años 90 con Chávez, viene Lula, viene Kirchner, viene Correa, viene Evo, vino Tabaré Vázquez, después Mujica, vino la recuperación de Nicaragua con Ortega, vienen todos esos gobiernos, y yo no encajo en ninguna de las terminologías muy usadas, Débora sabe, son grandes debates dentro del Foro de San Pablo, ¿cómo denominamos ese proceso? No me gusta el término “ola rosa”, también respeto a quienes usan el término “ola rosa” pero creo que fue un ciclo de gobiernos progresistas. La polémica es si el ciclo de gobiernos progresistas terminó y ahora está empezando otro o si todavía es el mismo ciclo. Mi impresión es que realmente comenzó un ciclo de ascenso de gobiernos progresistas.
Este ciclo tuvo una reacción y esa reacción, la mejor expresión que escuché en el 2012 en un ELAC que hubo en Quito, en Ecuador, fue cuando Rafael Correa dijo, que está viniendo una ola de restauración conservadora. Creo que es verdad, que nuestro ciclo se chocó con la ola de restauración conservadora. Y esta ola de restauración conservadora viene a través de golpes como fue el golpe en Honduras en 2009, el golpe en Paraguay en 2012, y de elecciones también, la elección de Macri en 2015, que considero un marcador importante el 2015 con la elección de Macri. El golpe en Brasil en 2016, el golpe en Bolivia en 2019. Junto con esto, un gobierno como el Gobierno de Trump en Estados Unidos y ola mundial de reorganización de sectores de ultraderecha, sectores fascistas que se manifestaron en Brasil, increíblemente para mí hasta el día de hoy, a través del voto. El voto popular puso un proyecto de ultraderecha, protofascista, en la presidencia de la República de Brasil.
Lo que pasa, -no he leído el libro de Juliano pero creo que Juliano también habla de esto- es que hay también un levantamiento popular contra estas olas y empezamos a tener una serie de movimientos populares en 2018 y 2009 principalmente: Ecuador, Perú, Chile, Colombia, -en breve voy a hablar específicamente de Colombia si me queda un ratito- que continúan por vía popular este nuestro ciclo, con todas las diferencias que existen entre nuestros países. Algunas cosas que quería compartir con ustedes a partir de observaciones que he hecho. No hablé de México, en México también. Un factor muy importante - no sé si mis colegas de mesa hablarán sobre esto- es qué diferencia ese momento final de los años 90 principios de los 2000, de este momento de la tercera década del Siglo XXI que estamos viviendo. Lo que percibimos en países como México que eligió a López Obrador, o Perú que eligió a Castillo, no voy a entrar en los detalles del Gobierno. Estoy hablando del momento en que se logra ocupar estos lugares de mando del Estado -no se hizo una revolución en ninguno de estos países- ocupar esos lugares de mando del Estado, ahora con Colombia con la elección de Petro y Francia Márquez.
Lo que observamos en todas estas elecciones es la movilización de sectores más populares y más marginados de esta sociedad de forma muy impresionante. Cuando se mira el mapa de votos en estos países, quién se movilizó para votar. México y Colombia México y Colombia en especial, observamos lo siguiente: son países en los que votar es una osadía. Por ser líder social, dirigente comunitario, defensor de derechos humanos te matan, eres asesinado, andas con una mira en la cabeza solo por eso. La capacidad de movimientos como Morena en México, la construcción del pacto histórico en Colombia, allí creo que hay una mezcla de partido Perú Libre, pero con la dirigencia sindical de los docentes en el seno de Castillo, que lograron movilizar una población que no cree en el Estado, ya no creía más en el Estado, no ve sentido incluso en la institucionalidad y en el Estado. Pero su capacidad de movilización es impresionante, y en mi opinión ella es la explicación, es una parte importante de la explicación del ascenso de estos gobiernos.
Para terminar mi último minuto, empecé con Colombia y voy a terminar con Colombia. Gente, lo que pasó en Colombia es muy muy muy importante en mi opinión, es como si Gaitán, creo que López Obrador habló de esto, hasta retuiteé el tuit de López Obrador hablando de esto, es como que nos reencontráramos con Gaitán, que cruzaba aquella calle el 9 de abril de 1948, que en una hora se encontraría con Fidel y que estaba con García Márquez ahí viendo su asesinato en el medio de la calle. Es como si nos reencontráramos con esa lucha, es como una reparación histórica, como una justicia que se va haciendo después de décadas y décadas de masacre, de muerte, de asesinatos del pueblo que lucha, de la población oprimida, con todas las particularidades de Colombia. Por eso le doy este significado. Y lo que dijo Francia Márquez en su discurso es cierto: en 214 años, es la primera vez que un proyecto de izquierda es elegido por voto popular, esperemos que asuma el 7 de agosto -que en este interregno no haya ningún intento golpista, no sería raro si lo hay- que no haya, y no porque la izquierda colombiana no era fuerte, no era capaz o no podría estar en este lugar en otro momento, sino precisamente porque era fuerte, capaz, popular es que fue aniquilada, exterminada, muerta y asesinada de forma brutal hasta estos días. Por eso es tan importante este momento que estamos viviendo. Bueno, eso es todo, disculpen si me pasé en el tiempo.
Diana Assunção, primera intervención
Hola, buenas noches a todos y todos. Quería en primer lugar para agradecer a los organizadores de este evento del Salón del Libros Politico y tambien a todos los que están en la mesa, Valério, Débora, Juliano, Ana, y también saludar este debate, considero muy importante realizar debates como este en un momento en que incluso el odio contra este gobierno de extrema derecha se está esparciendo cada vez más entre la gente frente a atrocidades que hemos visto, como el asesinato de Dom y de Bruno y también con ese último hecho aterrador, de una verdadera sesión de tortura de una jueza de Santa Catarina contra una niña de 11 años embarazada por una violación. Son expresiones de la política bolsonarista en este régimen del golpe institucional que vivimos desde 2016.
Dicho esto, quisiera plantear algunas cuestiones, porque creo que para esta reflexión de hoy es muy importante partir de un balance de la llamada primera ola de estos gobiernos progresistas o posneoliberales en América Latina, es decir, de cuál fue el resultado de esta primera ola que se dio justamente después de una serie de movilizaciones en muchos países de América Latina. Y que en Brasil, con los gobiernos del PT, tuvo un sentido más preventivo de la lucha de clases. Entonces creo que si por un lado podemos decir que los gobiernos posneoliberales son una expresión distorsionada de una cierta relación de fuerzas de la lucha de masas contra las políticas neoliberales, también podemos trabajar con el concepto de que la primera ola produjo la pasivización de esos procesos de movilización, en el sentido de una revolución pasiva, como señalaba Gramsci, es decir, de una desmovilización y subalternización de las masas, como plantea el sociólogo Massimo Modonesi. Con un doble movimiento: hacer concesiones parciales tomando demandas que venían de las capas populares, pero sacando su raíz radical o disruptiva, mientras mantenían la estructura neoliberal. Creo que la combinación de estos factores contribuyó a allanar el camino para el ascenso de la derecha como fuimos viendo posteriormente.
Esto creo que nos remite a la reflexión presentada por Álvaro García Linera que fue vicepresidente de la República de Bolivia, estuvo aquí en la apertura de este evento. García Linera defiende una política de gobernar a través de la connivencia y negociación con las clases dominantes, que a su juicio sólo podían ser contenidas, no ser derrotadas, lo que significaba en la práctica gobernar sin atacar ninguno de los problemas estructurales de cada país, algo que el propio García Linera señala en su reflexión, lo que también en su opinión, fue la razón del declive de esta primera ola. Ahora incluso, la muy importante derrota de la derecha en Colombia el pasado domingo en una elección muy polarizada, celebrada por amplios sectores de la población, contradictoriamente ya indica una vez más ese camino, porque Gustavo Petro ya anunció ni bien salió el anuncio de la victoria, un gobierno de diálogo con la derecha de Álvaro Uribe. Esto es muy concreto.
Entonces a partir de esta reflexión, creo que todo este debate es importante para pensar la situación en Brasil también concretamente, poder pensar en cómo derrotar activamente a la extrema derecha. Por ejemplo, si queremos derrotar a los militares que controlan gran parte del Estado no podemos ignorar que las Fuerzas Armadas y figuras como Augusto Heleno, ganaron espacio en el Estado durante los gobiernos de Lula y Dilma, con operaciones como la ocupación brutal de Haití. Este es un hecho concreto. Los dueños del agronegocio que hoy son aliados de Bolsonaro, esos magnates de la soja y el agro multiplicaron sus fortunas, su poder y su peso en el Estado justamente cuando los gobiernos del PT trajeron esa bancada ruralista a la base del gobierno. La bancada evangélica que es un pilar de la fuerza social del bolsonarista hoy, también en los gobiernos del PT le dieron status de fuerza de Estado a esa cúpula evangélica, con medidas como la carta de Dilma al Pueblo de Dios garantizando que no legalizaría el aborto en Brasil. No son ejemplos aislados, ni para hablar del Poder Judicial, con jueces del Supremo Tribunal Federal que no fueron elegidos por nadie, que llevaron adelante la prisión arbitraria de Lula. Y todo el “centrao”, que es la base de sustentación de este gobierno de Bolsonaro hoy, se fortaleció a través de los acuerdos del PT con varios partidos como el propio PL, que el actual partido de Bolsonaro y que era el mismo del vice de Lula, José Alencar.
A mi modo de ver, todo esto solo reafirma que el proyecto de país lulista fue y es un proyecto que tenía como pilar justamente para garantizar super ganancias a los bancos, a los grandes bancos, y el avance del agronegocio, o sea, la reprimarización de la industria productiva, la idea de Brasil como la granja del mundo, etc., y sobre todo, exportando commodities en China y en el camino destruyendo también el medio ambiente, basado en una supuesta garantía de trabajos pero tercerizado, y de consumo basado en el crédito y no en salarios dignos, y ahora también quieren editar esto, naturalizando la precarización aún mayor en el modelo uberizado. Incluso, el nuevo programa de gobierno Lula-Alckmin lanzado ayer quitaron la mención a la derogatoria de la reforma laboral, eso era de esperarse en realidad. Sin ningún economicismo pero siendo marxista, creo que se puede decir que esa es la base material, junto con las decisiones políticas que estuve abordando antes, para el avance de la derecha y la extrema derecha aquí en Brasil, que después se hizo evidente. Pienso que, al mismo tiempo, si la pasivización fue la forma de desvío de los procesos que precedieron la primera ola, la actitud de esta primera ola en América Latina ante cada manifestación de cuestionamiento de las masas a sus los propios gobiernos, fue la de identificar estas manifestaciones como de derecha, para imponer una vez más la desmoralización y la pasivización de la lucha de clases.
El PT hizo eso también, en 2013 vimos un levantamiento masivo en el país frente al descontento con el conjunto de gobiernos y con el gobierno del PT en particular, justamente porque ni siquiera había tocado ninguno de los grandes problemas estructurales del país. Y en ese proceso de movilización de masas había una disputa por su sentido. Podría haber sido canalizado en una dinámica revolucionaria de lucha, pero las direcciones burocráticas, especialmente de los sindicatos dirigidos por PT por PCdoB actuaron para impedir cualquier desarrollo de esa lucha efectiva. El PT se colocó en la trinchera contraria a la lucha de clases porque se alió con los gobernantes más asquerosos de ese momento, estoy hablando sí, de Geraldo Alckmin, para reprimir las manifestaciones duramente. El PT hasta hoy sigue demonizando las jornadas de junio en ese momento pero justamente la decisión que tuvieron en ese momento fue de aliarse con la derecha, fue eso lo que fortaleció la derecha. Si en lugar de eso hubiese combatido a la derecha, podría haber abierto espacio a la única manera que realmente puede derrotar a nuestros enemigos que la organización de la clase obrera, del pueblo pobre y de todos los sectores oprimidos con independencia de clase. Al contrario, la política del PT hizo lugar a la derecha en esta política de alianzas, ajustes, conciliación, fue la antesala del golpe institucional, el reaccionario golpe de la derecha, al que estuvimos combatiendo en primera línea.
Esto remite a una discusión más profunda porque el PT, desde sus orígenes, se ha caracterizado por una concepción que considera la lucha de clases como algo sindical por demandas mínimas y desconectado de la política, entiende la política como política institucional, en los marcos del régimen. De ahí que la gran fuerza social del proletariado brasileño no se expresa en el escenario político, termina siendo una masa atomizada y desorganizada de votantes y no como una clase que realmente puede organizarse y hacer política directamente. Creo que justamente ahora, después todo esto, decir que con el golpista y represor Alckmin vamos a derrotar en la extrema derecha, creo que significa no mirar la historia e intentar vender una vez más la ilusión de que, por ejemplo, Lula después de haber tenido ochenta por ciento de popularidad en su gobierno y aun así no atacó ninguno de los problemas estructurales que tiene el país, como la deuda pública o la precariedad del trabajo, lo va a hacer ahora con Alckmin, cuando esta vez, en su posible futuro gobierno tendrá que lidiar con la existencia de una fuerza social real de extrema derecha y con condiciones económicas muy diferentes a las condiciones que tenía cuando gobernaba. Entonces creo que justamente tenemos que preguntarnos ¿en qué país del mundo la alianza con la derecha mejoró la correlación de fuerzas para los trabajadores? No se sabe. Porque no mejora la relación de fuerzas hacer alianzas con la derecha. Que una parte de la izquierda haga seguidismo de esta estrategia, creo que solo contribuye a bloquear la posibilidad de una política de clase independiente centrada en el desarrollo de la lucha de clases, de la movilización. Eso se hace aún más difícil si se alía, por ejemplo, con sectores como Marina Silva que además de ser financiada por el Itaú, es una militante antiderecho al aborto.
Para ir terminando, quisiera contar el caso argentino, porque creo que es muy esclarecedor. Para enfrentar a la derecha se eligió al peronismo con la lista Alberto Fernández y Cristina Kirchner. ¿Cuál fue el resultado? Bastante desastroso: acuerdo con el FMI, inflación altísima, ataque a los trabajadores. El propio peronismo reconoce que los indicadores de las condiciones de vida de las masas están peores que con la derecha de Macri, que según las encuestas deben ganar ahora las próximas elecciones. Entonces, ¿cómo se puede enfrentar a la derecha o la extrema derecha de esa manera, si en la práctica es un ciclo de alternancia, donde la gobernabilidad y el malmenorismo van paulatinamente fortaleciendo la derecha y una nueva extrema derecha, como es Miley en Argentina, como fue el Bolsonaro aquí en Brasil. En Perú, por ejemplo, Pedro Castillo abrazó a Bolsonaro, hay una foto de eso. En Chile es el Gobierno de Boric que ahora está reprimiendo las manifestaciones mapuche, en ese momento y mantiene presos a los luchadores de la rebelión de 2019, ¿cómo puede ser eso un enfrentamiento consecuente con la derecha? No, no es un enfrentamiento consecuente con la derecha? Es la búsqueda de mantener el poder gobiernos nacionalistas, reformistas, que no tocan absolutamente nada de las estructuras neoliberales más profundas de estos países y pasivizan al movimiento de masas y adoptar políticas de ajuste, terminando así de abrir espacio para la derecha y para la extrema derecha y eso es lo que nos espera en Brasil con el gobierno de Lula-Alckmin, ya con la derecha dentro del gobierno.
Finalmente, creo que la tarea inmediata de todos los revolucionarios y luchadores es derrotar a la extrema derecha y todos los ataques, luchando contra el Estado y el régimen, con una perspectiva anticapitalista, apoyada en la lucha de clases. En Ecuador ahora otra vez que ahora sectores de masas indígenas y obreras están tomando las calles contra el gobierno de derecha en ese país, en Chile los trabajadores del cobre están en huelga contra el gobierno de Boric también, así como estamos viendo la vibrante ola de sindicalización de la juventud trabajadora en Estados Unidos. Para derrotar a la burguesía local aquí en América Latina y el imperialismo creo que la izquierda socialista en América Latina necesita apoyarse en estos grandes ejemplos de la lucha de clases, fomentando la autoorganizacion contra las burocracias y no apostar en la alianza con la derecha. Eso es, gracias.
Juliano Medeiros, primera intervención
Buenas noches, es un placer estar con ustedes aquí, antes que nada agradecer a los compañeros y compañeras, amigos y amigas, las editoriales que están promocionando este Salón. Estuve acá creo que en 2017, creo que fue el primer año del Salón o segundo año del del Salón del Libro Político -que me corrija alguien que esté por ahí. Es muy importante que podamos volver a reunirnos aquí y revalorizar el debate entre nosotros, las distintas perspectivas y puntos de vista que están presentes en la izquierda brasileña para pensar también y comprender los fenómenos que nos rodean, sobre todo, más que panfletar nuestras posiciones, escucharnos y también comprender que hay un fenómeno complejo en curso en América Latina en el mundo, y que para eso tendremos que formular respuestas. Ciertamente no obtendremos las mismas respuestas pero partir del presupuesto de que no están dadas me parece un buen comienzo para hacer una reflexión desarmada, honesta y sobre todo eficaz para cambiar la realidad que está ahí. Quiero agradecer a Debora, Valério, mi querido amigo, gran referencia de los revolucionarios brasileños, a Diana, una importante militante socialista también aquí de São Paulo, Ana también, mi queridísima amiga y compañera de internacionalismo.
El título de esta mesa inicialmente, no se por qué lo cambiaron, era El regreso de la ola rosa. Esto debe haber generado polémica y se volvió El regreso de la ola progresista. Claro, los títulos de los libros, de las mesas, de los debates también dicen algo. ¿Y por qué ola rosa? Y porque no era una ola realmente muy roja, era roja en algunos lugares, medio rosa en otros y medio amarilla en otros. ¿Qué quiero decir con esto? Que el proceso de llegada al poder de las fuerzas políticas de izquierda, centroizquierda, o solo de origen popular fue desigual en cada país. Decir simplemente que hubo un proceso homogéneo en América Latina entre el 98, con la victoria de Chaves, y podemos tener como última referencia de este proceso de conquistas electorales la victoria de Lugo en Paraguay, es un error, nos lleva a un error, uniformiza procesos sociales que son diferentes entre sí. Esa idea de ola rosa -que es un concepto que está ahí para quien quiera usarlo, quien no quiera no tiene que hacerlo- parte de la idea de que hay diferencias al interior de esos procesos. Hablo de eso en este pequeño libro -lo voy a publicitar, está con descuento del veinte por ciento en la salida, Autonomía Literaria, nuestro editor, agradece- yo uso ese concepto. Lo uso porque creo que tiene una utilidad explicativa para decir que hay diferencias.
Tenemos, por ejemplo, los procesos políticos que resultaron en victorias electorales y que fueron producto directo de explosiones sociales, como fue el caso de Venezuela con el Caracazo a finales de los años 80 y principios de los años 90, la guerra del gas en Bolivia de paso la guerra del agua en Bolivia en 2000 y la guerra del gas en 2003 y el levantamiento indigena en Ecuador en 2000, generaron procesos que dieron lugar a gobiernos con una disposición de ir mucho más lejos en los procesos de transformación. Para empezar son los tres gobiernos de ese ciclo los que impulsaron procesos constituyentes. Es decir, son los tres gobiernos que refundaron el Estado de esos países. Hubo una refundación del Estado en Venezuela, una refundación del Estado en Bolivia, una refundación del Estado en Ecuador. Porque estos procesos de victoria electoral en estos tres países fueron precedidos por un nivel de movilización popular y confrontación política de las clases trabajadoras y los movimientos sociales muy diferente de la que precedió la victoria de Lula en Brasil o de la Concertación en Chile.
Entonces este es un bloque de las experiencias políticas y sociales que dialoga con antecedentes sociales históricos a los que hay que mirar. Sería lo mismo que yo esperase que Lula, como producto de un proceso de acumulación política de los partidos progresistas de Brasil hiciese una revolución en 2003. No es producto de una explosión social, es producto, así como lo fue el kirchnerismo en Argentina, la Concertación en Chile, el Frente Amplio en Uruguay, de un proceso de ampliación de la influencia política y electoral de partidos de izquierda y centroizquierda que fue creciendo a lo largo de los años 1990. En otras palabras, esos gobiernos, a los que en el libro llamo la izquierda refundadora, que refundan el Estado en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, no son exactamente lo mismo que las experiencias de Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay. En estos países, la izquierda llega al el poder como parte de un proceso de adaptación al sistema político, de adaptación al régimen político. Es decir, es el proceso de adaptación a las reglas del juego que, ampliando el grado de influencia de estas fuerzas políticas, las conduce a victorias electorales.
No quiere decir que este proceso de adecuación del sistema político-electoral al régimen político no ha traído consigo también una historia de luchas y conflictos sociales, sería una falta de respeto a la historia del PT decir que llegó al poder en 2003 solo haciendo una alianza con la derecha. Llegó al poder en 2003 después de una heroica huelga de petroleros en el 95, después de la marcha de los 100.000 sin tierra que ocuparon Brasilia en el 97, luego de experiencias muy exitosas de gobiernos populares en Belém, Pará, en Porto Alegre, incluso aquí en São Paulo con Luiza Erundina. Porque si no tiramos toda la acumulación de la clase trabajadora brasileña, que también se expresa en el crecimiento electoral del PT, a la basura. Eso no se hace, ni que sea para afirmar nuestras posiciones. Entonces, esa fue la ola que vimos en el ciclo progresista y que terminó, como bien dijo aquí Diana y Ana, violentamente.
Ahora ¿por qué se cerró? Podemos explicarlo diciendo que fue solamente por la conciliación y por la adaptación al régimen, y la falta de voluntad de lucha. Pero también podemos, desde una perspectiva marxista si ese es el caso, analizar qué es la nueva etapa de la acumulación capitalista que empezó en 2008 con la crisis económica que estalló, y que en 2011 puso el mundo patas arriba con la Primavera Árabe, con la ola de levantamientos populares en Europa, en los Estados Unidos y en América Latina. ¿O vamos a ignorar que el otro lado también juega? Toda la responsabilidad por los retrocesos es de la izquierda socialdemócrata que estaba en el poder, el otro lado no hizo nada? No, es necesario reconocer que el nuevo ciclo de acumulación capitalista que se inicia en 2011 es mucho más agresivo, es mucho más violento y exige mucho más que esas concesiones que sí, los gobiernos de centroizquierda hicieron y probablemente están dispuestos a volver a hacer cuando regresen al poder.
Todo esto para decir que la hegemonía del ciclo anterior, aunque tuvimos la revolución bolivariana, aunque tuvimos los procesos de refundación nacional en Bolivia y en Ecuador, la hegemonía del ciclo anterior es una hegemonía de centroizquierda, es una hegemonía socialdemócrata, o como queramos decir. Es como si el progresismo, este concepto progresismo, tradujese para América Latina lo que es el proceso de administración del sistema. Mejorando las condiciones de vida de las personas, reduciendo las desigualdades sociales, aumentando el poder adquisitivo del salario mínimo y las jubilaciones, promoviendo un proceso soberano de integración regional, buscando desarrollar políticas de inclusión, pero todo dentro de los marcos do sistema. La izquierda que terminó su ciclo con los golpes y derrotas electorales de la última década era una izquierda sistémica, una izquierda integrada al sistema político y al sistema económico, y por lo tanto rehén de los límites del liberalismo. Este ciclo que estamos enfrentando aquí -a quien le interese leer el libro- este ciclo que estamos viviendo es el resultado de la crisis de la globalización neoliberal y las políticas neoliberales en América Latina.
Por lo tanto, Independientemente de si creemos que el gobierno de Boric es bueno o malo, si el gobierno de Castillo en Perú es bueno o malo, si el gobierno de Petro va a ser bueno o malo, si el gobierno de López obrador en México es bueno o malo, desde el punto de vista de un análisis del fenómeno social e histórico que estamos debatiendo acá poco importa, si estás más a favor de uno, si eres más crítico de otro, si tienes más simpatía con otro, eso no tiene ninguna relevancia para mi análisis. Lo que importa es lo siguiente: estos procesos sociales que están en curso son producto de la crisis del sistema político y una forma de hacer política que nuestras izquierdas en América Latina se acostumbraron a convivir, con la cual nuestra izquierda latinoamericana se acostumbró a convivir. Boric en Chile es producto de la mayor rebelión popular de la historia de Chile, que pasó 2019, el estallido social, que dio origen al proceso constituyente elección de un joven de 35 años en una coalición con media docena de partidos, la mayoría de ellos surgidos en los últimos cinco años. Pedro Castillo era un perdedor en Perú. Petro en Colombia es algo absolutamente inédito en las últimas siete décadas. Colombia estuvo sumida en una guerra civil. Y López Obrador, por cierto, fue elegido por un partido que él creó, eso quiere decir que el instrumentos tradicionales de izquierda, del progresismo latinoamericano, empezaban a mostrar sus límites. No fue la Concertación la que se eligió en Chile, la vieja coalición de izquierda. No fue el PRD en México el que fue elegido. No fue el APRA en Perú que fue elegido, fue un pequeñísimo partido de extrema izquierda, Perú Libre. Y Colombia Humana, el partido de Petro, acaba de ser creado. Entonces, estamos ante un fenómeno nuevo.
¿Esta izquierda tendrá la capacidad de responder a ese rechazo de las sociedades que están buscando novedades, pero que no quieren el regreso de lo viejo? El tiempo lo dirá. Mi partido está dando combate para eso aquí en Brasil, para que no volvamos a 2003, sino para que hagamos algo nuevo en su lugar. Y creo que es importante analizar estos fenómenos a la luz de este proceso que estamos viviendo. Hay un rechazo, la crisis -termino con esto- hay una brutal crisis del centro político. La centroderecha y la centroizquierda están en crisis en todo el mundo. Basta con mirar los resultados de las elecciones en Europa o en América Latina. Lo que está pasando es un proceso de ampliación de la polarización política, esta polarización está poniendo a otros actores en el juego. Por lo tanto no hablaría de una continuidad del ciclo anterior, estamos viendo un ciclo nuevo. Si vamos a poder aprovecharlo o no, eso el tiempo lo dirá. Muchas gracias.
Valério Arcary, primera intervención
Buenas noches a todos, es una satisfacción estar con ustedes esta noche en el Salón. En Estados Unidos hay un dicho popular que me parece divertido: “the postman always rings twice” la traducción sería como “el cartero siempre golpea dos veces”. Hasta cierto punto estamos discutiendo en perspectiva histórica el significado de la primera ola y ahora estamos insertados al comienzo de la segunda ola. La historia nos está dando una segunda oportunidad. Tenemos que tener la lucidez de atribuir sentido a las derrotas de la primera ola y al mismo tiempo tenemos que tener esperanza de que el destino de la segunda ola no sea el de la primera, que no termine en golpes institucionales y creo que es un poco ese el sentido de nuestra conversación de hoy aquí.
Creo que podemos decir con cierta certeza que desde Brasil no somos los mejores observadores de la dinámica de América Latina, por muchos factores, no voy a descansar con las otras observaciones tradicionales, de nuestro relativo aislamiento en América Latina, sino por el hecho de que somos la retaguardia en las dos olas, somos a la retaguardia de la retaguardia, es bueno saberlo, Por lo tanto es natural que nosotros en la izquierda brasileña tengamos una perspectiva más pesimista, digámoslo así. El título del libro que la editorial Boitempo tuvo el valor para publicar es “Nadie dijo que sería fácil”. Tenía un subtítulo, que la gente con sentido en la Editorial no publicó, que era “pero la puta mierda”. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero puta mierda”. Yo pensé que iba a ser el más pesimista de la mesa aquí hoy, pero Diana me ganó.
Lo que está pasando en América Latina tiene una grandeza histórica que creo que Ana registró con su emoción en la apertura. Colombia se había vuelto un protectorado. Colombia atravesó cuatro décadas de regresión social histórica que no tiene palabras para describir. Lo que nos deja atónitos, aterrorizados, horrorizados en las últimas cuatro semanas de la Masacre de Brasil en Río de Janeiro, invaden la favela, matan a decenas de personas y luego asesinan a Genivaldo y luego está la secuencia de los hechos más recientes que Diana nos recordó, Colombia peor que eso, no hay noción. En Colombia ya hubo antes del proceso reciente de negociación con las FARC, procesos dramáticos de negociaciones para establecer los límites de un régimen democrático liberal conservador. Cuando intentaron hacer el primer proceso en los años 80, se constituyó un frente de izquierda que se presentó en las elecciones como Unión Patriótica. Los candidatos fueron todos masacrados, hubo miles de asesinatos políticos, miles. Destruyeron físicamente una generación de activistas. Así que cuando tratamos de darle sentido a lo que pasó en Chile, vean: en Chile hubo el golpe de Pinochet. Recién en 2019 de verdad vimos la entrada en escena de una nueva generación proletaria, popular, estudiantil, del movimiento de mujeres, movimientos indígenas, el intervalo entre 73 y 2019 va más allá del intervalo de una generación.
En América Latina, cuando miramos esta dinámica, creo que podemos decir que uno de los grandes problemas históricos que no tenemos resueltos es si la clase dominante, estas burguesías latinoamericanas, pueden o no convivir con regímenes democráticos liberales. Les diré que ya cambié más de una vez de opinión sobre esto. Cuando era joven, regresé a Brasil a los 21 años en el 78, yo abrazaba la tradición de la Tercera que Trotsky divulgó a la futuras generaciones marxistas que trabajaron con el criterio de que los regímenes democráticos liberales con alternancia electoral, solo eran sostenibles en los países centrales, en los países periféricos no era posible, la dominación imperialista no podría garantizar la estabilidad de los regímenes democráticos liberales por las condiciones atroces de la súper explotación de este país. Claro que la vida me obligó a cambiar de opinión, porque vimos que el régimen liberal democrático con alternancia se consolidó en Brasil después de tres décadas. Pero ahí vino 2016, dieron un golpe en 2016 en el país clave de Sudamérica, Brasil es el país decisivo de Sudamérica. No nos sorprende que hayan dado un golpe en Honduras. Lo hicieron en Paraguay, pero cuando pasó en Brasil, ahí claro hubo que encender al menos la alerta amarilla marxista. Una alerta amarilla, si lo hacen en Brasil lo hacen en cualquier lugar de Sudamérica.
Evidentemente, solo fue posible con todas las desigualdades que Juliano nos recordó haciendo un análisis más detallado, solo entenderemos qué sucedió en Ecuador, cuando miramos a Ecuador, en este momento está el estado de emergencia, y se entiende la fuerza social que es el movimiento indígena campesino. Y cuando a principios de este siglo se unió con el movimiento de los petroleros, tiraron a uno, dos, tres, cuatro gobiernos. Solo entenderemos qué pasó en Bolivia, abriendo camino al MAS, cuando entendamos la fuerza social del nuevo protagonista, un nuevo movimiento social que es el movimiento indígena campesino boliviano, construye el MAS e impone la caída de gobiernos en secuencia imponiendo la realización de elecciones. Cuando hablamos de Ecuador, cuando hablamos de Bolivia, o incluso cuando hablamos de la experiencia dramática de Venezuela, el intento de golpe en 2002, la reacción popular contra el golpe de 2002 solo podemos entender si usamos una línea histórica y comprender qué significó bajar de los cerros, de las montañas, de los morros de Caracas, cientos de miles de personas rodeando el palacio de Miraflores y el país al borde de guerra civil. Son procesos muy diferentes a lo que pasó en Brasil en 2002 con la elección de Lula. Por supuesto que estoy orgulloso de, como nos recordó Juliano, de la marcha de los Sin Tierra de 97, de la marcha de 100.000 de 99, pero paren ahí, no vimos nada de eso aquí, aquí no hubo situación prerrevolucionaria. En esos países sí la hubo y por lo tanto, el alcance de lo que estaba en disputa era en un nivel muy diferente de lo que vivimos en Brasil.
Ahora se abre una nueva ola debido al impacto de los ajustes que se han hecho en los últimos años por todos los gobiernos reaccionarios, fue brutal, asistimos a una degradación de la vida social. No piensen que la situación en Brasil es peor que la de nuestros vecinos, hay mucha desigualdad pero no estamos lejos de ser la nación que está en una peor situación objetiva, cuando consideramos todos los indicadores socioeconómicos, salario promedio desempleo, población en inseguridad alimentaria, hambre, no estamos en el final de la lista. ¿Qué tendencias podemos observar hoy? La principal lección del período histórico anterior es que lo que no avanza retrocede, es así. Tendremos que medir fuerzas. Pero aprendimos que el momento de medir fuerzas es algo que se construye y que la condición de legítima defensa nos da autoridad política para ganar en mejores condiciones. Incluso si son limitadas las perspectivas de los gobiernos de la ola rosa, en algunos lugares olas rojas, en otros olas amarillas, y estaciones intermedias, la clase dominante, la burguesía latinoamericana, no está dispuesta a aceptar negociaciones. La concertación del otro lado está imposibilitada, y no va a mejorar, hay una fractura del mundo. La guerra en Ucrania puso de manifiesto que es una disputa por la supremacía del sistema internacional de Estados. El mercado mundial explotó, Rusia ya no tiene como vender a los países que están en la OTAN.
En Latinoamérica se abre una oportunidad histórica, que es la oportunidad de avanzar en un terreno independiente de las disputas interimperialistas, y de cohesionamiento y latinoamericanización de nuestras izquierdas porque evidentemente es mucho más fácil para el nuestros enemigos históricos y de clase derrotar a la clase trabajadora, la juventud, los oprimidos, las mujeres, la comunidad LGBT, los movimientos negros, los movimientos indígenas, es mucho más fácil derrotarlos uno a uno. Derrotar a Castillo en Perú, derrotar a Boric en Chile y evidentemente va a llegar el momento de medir fuerzas aquí en Brasil.
Quiero terminar contándoles una anécdota. Dicen que era un editor marxista y frecuenta el Salón del Libro -voy a tomar este personaje porque estamos en su fiesta- estaba caminando por la playa, Iba caminando por Praia Grande, tropezó con una lámpara y salió un genio. Y el genio le preguntó a este editor marxista que dedicó décadas de su vida a difundir literatura socialista, y le dice: solo puedo satisfacer un deseo, entonces tienes que pensarlo bien, y hacer tu elección. Luego el editor marxista dice: mira, el mundo no evolucionó bien, vino la pandemia, vino la recesión y el desempleo, vino la guerra en Ucrania, vino la ola inflacionaria, el mundo no evoluciona bien, yo ya estoy viejo y tengo miedo de volar en avión. Entonces lo que quiero es que construyas un puente, no tiene que partir acá de São Paulo, puedes salir de Recife, y que vaya hasta Lisboa, porque mi sueño es conocer Lisboa antes de morir y tengo miedo de volar en avión. Entonces el Genio le dice: es una broma, esta es la construcción de ingeniería más difícil que la Muralla China, no se puede, es impensable, pedime algo más razonable. Ah, entonces eso no es posible, como no es posible el puente y yo no tengo muchos años más de vida, entonces quiero uno voy a pedir algo menor, voy a pedir lo siguiente: que la izquierda socialista latinoamericana que lleva los últimos 30 años peleando incansablemente todos contra todos, olvidando frecuentemente cuál era la batalla del día, quién era el enemigo central a ser derrotado, que ella se unifique, por dos años. No voy a pedir más de dos años, pero dos años de lucidez estratégica. Nuestro genio lo miró a nuestro melancólico editor marxista y dijo: aquel puente a Lisboa, ¿uno o dos carriles? Gracias.
Preguntas
1) ¿Cómo ven esta disputa de este nuevo escenario geopolítico y cómo impactará aquí esa ola rosa, nueva ola progresista, procesos heterogéneos ocurriendo en varios lugares, o como quieran llamarle?
2) Con todas nuestras diferencias aquí del panel, de los comunistas del Caribe a los demócratas de Uruguay, la elección aquí en Brasil genera una expectativa muy grande, hay mucha expectativa por lo que va a pasar aquí. ¿Cómo puede impactar el resultado en Brasil a este movimiento, la ola rosa o como prefieran llamarla?
3) Pregunta del público (para Ana Prestes, de Ivanildo) Los gobiernos progresistas de América Latina no lograron consolidar la soberanía de nuestras naciones por las concesiones a las élites locales. Domesticar y dar concesiones a las élites locales y el temor al enfrentamiento del juego geopolítico de Estados Unidos, ¿cómo es posible integrar a América Latina en la construcción de un bloque económico y militar ahora, en el contexto geopolítico de la multipolaridad mundial -asumiendo también este concepto hay como una situación también, porque hay otra polémica- en un proceso de domesticación con la burguesía "la ola Progresista" o en proceso de masiva movilización popular revolucionaria. La izquierda latina, en especial la brasileña, ¿es floja y aliada del imperialismo?
Valério Arcary, respuesta a las preguntas y consideraciones finales
Tres cuestiones muy rápidamente, el tema de la geopolítica. Evidentemente desde el punto de vista estratégico, para hacer la disputa en el sistema internacional de Estados con China, Washington tiene para mantener el dominio sobre Latinoamérica. Eso es absolutamente central, es su retaguardia estratégica. Sin Latinoamérica, la hegemonía estadounidense en el sistema mundial, incluso en el mercado mundial, es imposible. Perder la hegemonía en Latinoamérica es aceptar un nuevo lugar, un lugar compartido dentro de un sistema internacional de Estados, habrá que integrar a China al centro del sistema imperialista.
¿Cómo se hará esta transición? Evidentemente nadie puede responder seriamente, no hay pronósticos. Lo que podemos decir es qué enseña la historia. No hubo en los últimos 400 años ninguna transición de la supremacía, sea en en el sistema europeo de Estados entre Westfalia, 1648 y el sistema internacional de Estados, grosso modo, fines del siglo XIX con conferencia de Berlín, 1885, nunca hubo una transición pacífica. Siempre hubo guerra. Holanda estuvo en cuatro guerras con el Reino Unido. Francia estuvo en cuatro guerras con Inglaterra, hasta las guerras napoleónicas. y después tuvimos dos guerras mundiales devastadoras en el siglo XX. Por lo tanto hasta hoy, ninguna potencia que tenía un lugar de supremacía fue desplazada sin guerra. Se puede decir que el Reino Unido aceptó la transición a la hegemonía norteamericana, pero eso deriva de una alianza estratégica entre Londres y Washington que ya se puso a prueba y hubo el Brexit. Evidentemente el lazo con Washington es mucho más poderoso que con París y Berlín. O que Noruega conquistó la independencia de Suecia sin guerra. Todo bien por Noruega, es una excepción absoluta.
Entonces, en este contexto de disputa interimperialista, la izquierda latinoamericana, si tiene sentido, debe tener en su centro estratégico en mi modesta opinión, la lucha por la soberanía latinoamericana, y aprovechar la crisis en el sistema internacional de Estados para tener más integración, más unidad, más solidaridad mútua que va más allá de la retórica. Por ejemplo, Estados Unidos tiene siete bases militares y Colombia es parte de la OTAN. Eso tiene que cambiar. No hay reforma agraria en Colombia con siete bases militares. No hay reforma agraria en Colombia si no se disuelven las milicias paramilitares que son un Estado paralelo en los interiores de Colombia.
El segundo tema más corto es el lugar de Brasil. El lugar de Brasil es enorme, es un país clave del continente, el PT fue en su construcción histórica un partido de izquierda independiente de la clase dominante, un partido de base obrera y popular más importante en toda la periferia del planeta desde los años 80. Por lo tanto nuestras responsabilidades son enormes, las experiencias internacionales construidas fueron insuficientes, el Foro de São Paulo fue insuficiente, hay que tener un nivel más elevado de organización. Vengo una tradición, como todos saben, de una tradición trotskista que valora mucho el tema de la Internacional, la necesidad de mira a tu país desde un punto de vista internacionalista, es decir, mira los destinos de nuestro pueblo con grandeza, con la comprensión de que el destino de Brasil es indivisible del Cono Sur, de Sudamérica y por lo tanto, creo que como militante del PSOL, después quiero escuchar a Juliano, creo que vamos a presionar para que se avance en esta dirección. Más internacionalismo, más articulación latinoamericana.
Por último, ¿A qué apostamos? La última pregunta es: ¿Apostamos por los gobiernos o apostamos por las luchas sociales? La pregunta tiene trampa. Estamos en Brasil, Bolsonaro todavía no fue derrotado. Sé que hay una parte de la izquierda brasileña que por diferentes motivos -está tomando alguna sustancia muy alucinógena en el desayuno, no he recibido aún la receta pero si alguien me la quiere pasar discretamente la acepto- que ya trabaja con la idea de que Bolsonaro es un cadáver insepulto. Yo no estoy entre ellos. Por lo tanto, creo que la batalla decisiva en este momento es la batalla por derrotar a Bolsonaro y ella no reposa únicamente en la victoria de Lula en las elecciones. Evidentemente ella pasa por la victoria de Lula en las calles. Sería izquierdismo ingenuo pasar a segundo plano la importancia de la batalla electoral del próximo 2 de octubre, porque es en ese terreno. No es lo que yo quería, no es lo que Juliano quería, queríamos que fuera distinto, queríamos el Fuera Bolsonaro en las calles el año pasado a partir de mayo, y fuimos una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete veces y no funcionó. Va a ser en las urnas.
Pero obviamente el bolsonarismo es un movimiento político que no termina con la derrota de Bolsonaro en el día del partido. No termina ahí porque tiene raíces sociales, porque cada uno de nosotros tenemos bolsonaristas en nuestras familias. Los vecinos, algunos son bolsonaristas, algunos son impetuosamente bolsonaristas, insolentemente bolsonaristas. En el lugar de trabajo, en las universidades, en la PUC hay bolsonaristas. La lucha contra la extrema derecha está en la lucha social. Sin lucha social, no hay transformación y por lo tanto no hay posibilidad de que tengamos expectativas de que vamos a ver rupturas progresivas. No creo que en este momento la tarea de la izquierda revolucionaria sea denunciar de antemano cuáles serán los límites del gobierno de Lula, en este momento creo que siendo crítico y preservando la independencia de la izquierda marxista tenemos que unir fuerzas para derrotar a Bolsonaro.
Por error de la mediadora, Valério Arcary realiza sus consideraciones finales en una tercera intervención
Juliano Medeiros, respuesta a las preguntas y consideraciones finales
Voy a comenzar agradeciendo, haré las consideraciones finales al comienzo para tener más tiempo. Agradezco mucho una vez más al Salón del Libro Político, también a Diana, a Ana, a Valério y a Débora por conducir nuestro debate. Tenemos que extraer las lecciones de los procesos que lo precedieron, es un gran privilegio poder mirar los procesos que nos precedieron y extraer un aprendizaje de ellos. Es muy razonable que esto sea así.
Quisiera hablar un poco primero sobre la primera pregunta de Débora, de cómo este proceso que está en curso alrededor de Brasil impacta en Brasil y claro, hay mucha emoción en la militancia política, en los militantes de los partidos de izquierda y centroizquierda en Brasil que evidentemente se empieza a ver la perspectiva de tener nuevamente la posibilidad de un proyecto de integración regional soberano, incluso porque buena parte de los problemas de nuestro tiempo ya no se pueden resolverse en el plano nacional. Doy un ejemplo, el problema de la crisis climática, ningún país puede dar una solución nacional al problema de la crisis climática. La Amazonia está en Brasil 60 % en nuestro territorio, pero también está en Colombia, en Perú, en Bolivia y en Venezuela. Sólo es posible tener un plan, por ejemplo, para proteger la Amazonía si es un plan transnacional capaz de hacer de esta riqueza y biodiversidad que conforman nuestro patrimonio nacional, un instrumento para combatir los cambios ambientales que están en curso.
Claro que los que somos militantes miramos con entusiasmo, miramos con alegría, es muy bueno que en Colombia haya terminado ese ciclo o pueda haber la perspectiva de que termine el ciclo de violencia política que lleva más de seis décadas, que sumió al país en una violencia sin precedentes, lo que dice Valerio es cierto, hay 200.000 muertos directamente involucrados en el conflicto colombiano, sin contar los llamados falsos positivos, que son personas que son asesinadas como son asesinadas en las favelas de Brasil por la policía y que son considerados falsos positivos, es decir, que se los considera guerrilleros y por lo tanto fueron muertos en combate, falso positivo, en realidad dentro de un proceso de eliminación física y gran parte de la clase trabajadora colombiana. Entonces es bueno que eso pase. Pero los colombianos no votan en octubre. Los chilenos no votan en octubre, Perú no vota en octubre. Así que más allá de nuestro entusiasmo, el hecho de que hayan sucesivas victorias en el continente en sí no impacta en nada a la situación brasileña.
Lo que puede cambiar la situación brasileña efectivamente es lo que hace que esas victorias se hagan posibles, que es la crisis del neoliberalismo. A eso tenemos que mirar, cómo se expresa la crisis del neoliberalismo en Brasil y cómo podemos, a partir de esa crisis y sus políticas, viabilizar un proyecto alternativo. Es mirar el hambre, es mirar el desempleo, es mirar el desarme de las políticas ambientales, el aumento de la violencia, a la política de precios de Petrobras, o sea, tenemos que mirar a lo que, del punto de vista fenomenológico expresa la crisis del modelo que queremos combatir y que está en crisis. Esta crisis ha permitido la victoria de fuerzas populares en Latinoamérica.
Ahora, puede haber también otro efecto, no diría impacto, pero efecto, que es el efecto de enroque, estoy plenamente de acuerdo completo con Valerio Arcary. Nada garantiza que tendremos en Brasil una victoria electoral fácil, una transición democrática y pacífica y una asunción libre de los problemas de Lula el 1 de enero de 2023. Nada lo garantiza. Hay un millón de armas legales distribuidas en clubes de caza en clubes de tiro ahora el gobierno de Rio de Janeiro va a entregar no se cuantos meses de 20.000 pistolas a jubilados de la Policía Militar, cada uno con 3 cartuchos llenos. ¿Para usarlos donde? Si hay algo que el avance de las fuerzas populares en el continente debe servirnos aquí como una advertencia es que eso puede hacer que el bolsonarismo, en una eventual derrota, se vuelva aun más agresivo de lo que es. Eduardo Bolsonaro, que es un idiota para todos los efectos, pero dio la señal y por ser un idiota dio la señal, porque hizo un tuit diciendo ¿y en Brasil, vamos a dejar que pase? Esto también puede tener impacto. No veo el sí mismo un impacto positivo, a menos que tengamos esa capacidad de mirar la crisis del modelo, la implosión del neoliberalismo en América Latina, y extraer de ahí las lecciones para hacer un diálogo productivo con la sociedad brasileña, la clase trabajadora, y presentar un proyecto alternativo.
Ahora, lo contrario no es cierto. ¿Por qué la elección en Brasil impacta en la región? Si es cierto que la victoria de Boric no impacta prácticamente nada en Brasil porque sea desde el punto de vista de las asociaciones comerciales, sea del punto de vista de la influencia política Chile hace poca diferencia en Brasil, a pesar de que está por aquí mi amigo de Revolución Democrática que está sentado aquí en algún lado, pero lo contrario no es verdadero. Brasil es una potencia regional, no hay duda en relación a eso. Activar sistemas de cooperación internacional, sistemas de integración regional, puede ser muy importante. Como dije, no es posible llevar a cabo el plan que Gustavo Petro defiende en Colombia para combatir la crisis climática sin tener a Brasil como socio.
Es cómico porque Gustavo Petro -estuve en Colombia en la primera vuelta- es cómico que él no tiene mucho de esta cultura latinoamericanista, él mira mucho más a Francia Insumisa, a Melenchon en Francia, mira mucho más a Europa, a la experiencia de Ada Collau en Barcelona, él fue alcalde de bogotá, sus referentes son las referencias de modernización capitalista antineoliberal, pero que no se adapta mucho la realidad colombiana, que es una realidad de profunda violencia política. Entonces, desde este punto de vista, creo que es el impacto de una derrota de Bolsonaro, vamos a ponerlo como victoria de Lula, sé que hay diferentes expectativas en relación a lo que puede significar la victoria de Lula, pero la derrota de Bolsonaro impacta profundamente en el continente.
Para terminar, ¿cuál creo que es la lección más grande que tenemos que extraer? Hablo un poco de eso en el libro. El proceso de adaptación de la izquierda socialdemócrata, de la centroizquierda, a la reglas del juego, digámoslo así, cuya principal expresión es la teoría de la tercera vía de Anthony Giddens, de Tony Blair, pero que arrastró a buena parte de la izquierda socialdemócrata en Europa, provocó una tragedia desde el punto de vista político para esos partidos. Esos partidos ahora están recuperando sus posiciones pero algunos fueron liquidados. Vieron el resultado de la elección de Francia, el Partido Socialista Francés, el poderoso Partido Socialista Francés, centenario Partido Socialista Francés, en las elecciones presidenciales fue barrido del mapa. Creo que sacó el 2 %, menos, 1,5 %, una cosa que para un partido que ya fue gobierno en Francia muchas veces. ¿Por qué? Porque ese partido no supo sacar las lecciones de su compromiso con el mantenimiento de un sistema que produce hambre, quita los derechos, depreda el medio ambiente.
Donde los partidos lograron extraer las lecciones de este movimiento errático, España y Portugal, la socialdemocracia se reposicionó. Donde no logró hacerlo fue barrida al tacho de basura. Vean el caso del Partido Socialista griego, el Pasok, que fue el partido que implementó las medidas de austeridad fiscal en Grecia, perdió las elecciones al pequeño Syriza en 2015, que después cometió muchos errores también, pero vean cómo este proceso de no entender la posición política correcta frente a un contexto donde los enemigos y el modelo de los enemigos está en crisis podría costar muy caro. En España y Portugal, la socialdemocracia se reposicionó, volvió a tener votos, volvió a disputar espacio con la nueva izquierda que estaba surgiendo en España, el caso de Podemos. En Portugal el caso del Bloco de Esquerda. En Francia no lo hicieron, no se reposicionaron, se mantuvieron como garantes del modelo político y económico neoliberal. ¿Cuál fue el resultado? La Francia Insumisa ocupó todo el espacio que antes era del Partido Socialista y hoy es la principal fuerza de izquierda en Francia con Jean-Luc Melenchon.
Lo que espero para Brasil es que se extraigan correctamente las lecciones, no es posible que después de estar preso 580 días, después de que su coalición con la derecha implosionada por la derecha y no por la izquierda, Lula y el PT creen que tienen que volver al poder para hacer lo mismo. Si no extraen correctamente las lecciones de todo lo que pasó, la historia los juzgará. Gracias.
Diana Assunção, respuesta a las preguntas y consideraciones finales
Primero también agradecer mucho el debate, a los debatientes, Ana, Juliano, Valerio, creo que es muy importante la discusión. A Débora también por la mediación, y plantear algunas consideraciones de la discusión porque, al contrario de lo que dijo Valerio, soy extremadamente optimista, pero del potencial de la clase trabajadora y los oprimidos y soy pesimista, sí, en insistir en los mismos errores de hacer una alianza con la derecha. En eso sí tiene razón, soy pesimista.
Como también planteó Valerio Arcary, ¿cómo podemos pensar los destinos de la situación de la clase trabajadora en los países de Latinoamérica, para no terminar como terminó la primera ola, con golpes institucionales de todo tipo? Creo que se trata de discutir eso, no se trata de dar a Bolsonaro por muerto o incluso sobreestimar el peso de todos los tipos de autoritarismo bonapartista de este régimen del golpe institucional, al que tenemos que combatir de frente, sino de discutir cuál es la posición que la izquierda que se dice revolucionaria necesita tener para enfrentar a la extrema derecha. Si no, no tiene sentido sacar lecciones de los procesos, no tiene sentido venir aquí y discutir que cada gobierno tiene un problema, etcétera, ¿y la represión del gobierno de Boric a la población mapuche? ¿No hablamos de eso? ¿Es un detalle que queda como algo más? No, es necesario hablar y es necesario mostrar justamente que estos procesos de lucha, estas luchas heroicas luchas y manifestaciones de la población, del pueblo organizado en América Latina, terminan siendo sí desviados por gobiernos que intentan contener esa energía. Entonces no es un detalle.
Sí, es verdad que cada proceso tiene su particularidad, su especificidad, pero creo que estamos buscando justamente analizar una política de contención común a varios procesos que después son transformados en ejemplos para Brasil, sin sacar ninguna lección. Porque a las masas, a la población que lucha, que incluso tiene ilusión en estos gobiernos, yo siempre voy a aplaudir, siempre voy a aplaudir a la población que está luchando y voy a estar allí al lado de esa población, vibrando al lado de esa lucha, pero no para parar por ahí, no aceptar el desvío de esta movilización, no para aceptar que esa lucha y esa energía de la población y de clase trabajadora sea contenida dentro del régimen. ¿Cómo puede ser una Constituyente que mantiene presos a los luchadores de la grandiosa rebelión de 2019 en Chile? ¿Por qué eso no es parte del debate, no es parte de la discusión? Hay que luchar por una política que pueda trascender los límites de estos gobiernos nacionalistas, que como señala García Linera, deben convivir con las burguesías.
Estamos hablando de esos gobiernos en Latinoamérica, pero vimos la tragedia que fue el neo reformismo en Europa. Syriza aplicó un plan de ajustes brutal contra la población griega. Podemos se integró al gobierno imperialista, estamos hablando del camino al que llevaron estas políticas, entonces eso hay que discutirlo. Justamente porque la izquierda también tiene una histórica concepción de buscar el mal menor incluso entre estados imperialistas, viendo la geopolítica -incluso por la pregunta que hicieron- como una lucha entre Estados y no como parte del choque entre las clases. Se trata de mirar esta batalla para construir la lucha internacional de los trabajadores, alimentando esta solidaridad. Creo que en todos estos procesos en América Latina vimos una intensa lucha de clases, una fuerte movilización para derrotar Incluso a la extrema derecha, para derrotar a la derecha, que se expresa electoralmente.
Ahora, la cuestión es ¿por qué estos procesos disruptivos, llenos de odio de clases, no se han convertido en verdaderas revoluciones que pudiesen poner en jaque las ganancias capitalistas y realmente construir una alternativa socialista, diferente de las experiencias burocratizadas, estalinistas, sino un socialismo desde abajo? Justamente porque esas rebeliones fueron contenidas, fueron desviadas al interior de las instituciones. Y contaron para eso con la ayuda de las burocracias reformistas que actuaron como estabilizadoras de los regímenes en crisis, como una especie de reorganizadores del dominio burgués, para convivir con la burguesía y no atacar ninguno de los problemas estructurales de América Latina como, una vez más, señalaba Garía Linera, lo que es parte de esta discusión.
Cuando lo estaba planteando con relación a Brasil, se trata de ver concretamente qué pasó en la historia. La derecha avanzó en Brasil no porque no sea nuestro principal enemigo, obviamente, es nuestro principal enemigo, no se trata de no ver eso, se trata de ver la política que tuvo el PT de apropiarse de los métodos y del programa de administración capitalista haciendo acuerdos con la derecha, sin tocar las estructuras neoliberales. Ante la Revuelta de 2013 se ubicaron del otro lado de la trinchera y el gobierno de Dilma, cuando las condiciones económicas se estaban degradando, atacó económicamente a su propia base social con ajustes y reformas comandadas por Joaquim Levy [el entonces ministro de Economía]. Entonces quien tiró a la basura el historial de lucha de la clase obrera brasileña, quien pretende hacerlo es el PT con esa política. Con esa política el PT desecha la historia, la tradición de lucha de la clase obrera, justamente porque se alía con la derecha para gestionar la estructura neoliberal.
Estamos hablando de un partido que subió al poder e hizo la reforma de pensiones que dio origen al PSOL, con ruptura de compañeros que se fueron del PT en ese momento. Incluso la heroica huelga de petroleros de 1995 es un punto de apoyo fundamental si creemos que la lucha de los trabajadores no tiene que desembocar en el callejón sin salida de la gestión del Estado burgués neoliberal. De eso estamos hablando. Además de José Alencar, después vino Temer, era el vice, ¿parece razonable hacer campaña para Temer como vice, ese vampiro golpista que destruyó la vida de millones de trabajadores con reforma laboral, que ahora ya no se habla ni de revocación? ¿Cuál es el sentido de eso? Lo que estamos discutiendo aquí sí es para buscar una respuesta eficaz. Se trata de ver que no es eficaz aliarse con la derecha.
La historia de la lucha de clases, la historia de los gobiernos latinoamericanos muestra esa situación y por eso es necesario luchar por una alternativa de independencia de clase. Yo se que es incómodo hablar de Alckmin para las personas que están aliadas con Alckmin, pero se trata de una política que es junto con ese represor de la ocupación de Pinheirinho, este represor de las Jornadas de Junio de 2013, represor de los profesores. ¿Cómo va a ser con ellos una alternativa? No creo que nadie se haya tomado ningún alucinógeno, en la cena o en el desayuno, creo que es una política extremadamente equivocada, que repite los errores de esta historia de lucha de clases en Latinoamérica.
Creo que la independencia política es fundamental en todos los momentos, no hay que renunciar a la independencia política, incluso para enfrentar a nuestros enemigos de clase de frente, cuando dan, por ejemplo uno golpe institucional como fue el golpe en 2016, cuando había sectores de la izquierda que estaban internamente discutiendo Fuera Todos, como era el PSTU en ese momento, e incluso figuras del PSOL que adoraban a Sérgio Moro, como Luciana Genro del PSOL que ese momento era la figura presidencial del partido. Se trataba de dar una amplia, enorme lucha para enfrentar ese golpe institucional de forma independiente del PT. Las burocracias sindicales no hicieron nada. El propio PT admite que no hubo ninguna lucha efectiva para enfrentar este odioso golpe institucional ni después para enfrentar la prisión arbitraria de Lula.
Entonces creo que se trata de buscar un camino de independencia de clases, ese es el camino que considero eficaz para ser optimista y para creer en la fuerza de lucha de la clase obrera y de los sectores oprimidos, para luchar por otra sociedad, para no abandonar, para que el socialismo no esté en el nombre del partido o en días de fiesta. Para que el socialismo sea realmente nuestra bandera de lucha, que quieren transformar en un fin en sí mismo solo en el enfrentamiento contra la extrema derecha, como una etapa de la lucha. No, no es una etapa de la lucha, el enfrentamiento con la extrema derecha tiene que ser desde una perspectiva anticapitalista, revolucionaria, socialista, para enfrentar a esta derecha, para enfrentar a la extrema derecha, por eso la alianza con la derecha no es el camino que tenemos que llevar adelante. Gracias a todas y todos.
Ana Prestes, respuesta a las preguntas y consideraciones finales
Voy a empezar por las consideraciones finales. Quiero agradecer mucho la invitación, gracias por la oportunidad de estar aquí, felicitar a las editoriales, en particular a la editorial Boitempo, a la editorial Anita Garibaldi, y por la oportunidad de estar aquí debatiendo y presentando nuestros libros. Débora ya habló de los libros, estoy con dos libros organizados que son hijos de la pandemia, del período de reclusión pandémica, Aportes a la Teoría de las Relaciones Internacionales. Contribuciones marxistas que organicé junto con Diego Pautasso y son varios artículos, muy interesante, y un libro fruto de otra investigación que hago en otro tema que es sobre la inserción de las mujeres en la política en Brasil, en Argentina, en Uruguay, hicimos este libro Cien años de lucha de las mujeres por el voto. Volvemos a la década del 20 del siglo XX para entender cómo las mujeres estaban luchando por tener acceder a este espacio que hasta hoy es un espacio fruto de nuestro patriarcado, hecho por hombres para hombres. Cómo las mujeres todavía tenemos que derribar paredes, cambiar toda la configuración para que podamos realmente estar en este lugar. Voy a hablar brevemente de otro libro al que le tengo mucho cariño, pero este es infantil, es un libro infanto-juvenil. que hicimos Mirela y el Día Internacional de la Mujer, también está ahí porque me gusta dialogar también con la infancia, la juventud sobre temas importantes como este del Día Internacional de la Mujer. Hay otro que no está ahí, que le rendí homenaje a mi abuela María Prestes se fue este año, se llama Mi valiente abuela, en el que rendimos homenaje a mujeres que lucharon contra la dictadura y hoy son abuelos, bisabuelos, o que se fueron recientemente, y eran abuelos y bisabuelos con mi abuela, que nos dejó en febrero de ese año y que fue una gran luchadora de este Brasil, enfrentó a al menos dos dictaduras y todavía enfrentó al bolsonarismo. Estaba preparada para votar a Lula este año, se fue con esa convicción.
Quería agradecer por las preguntas, quería agradecer la pregunta de Ivanildo, la pregunta de Ivanildo tiene toda una contextualización y el final de la pregunta es: ¿la izquierda latina y en especial la brasileña es floja y aliada al imperialismo? Creo, Ivanildo, que solo un poco lo que ya hablamos aquí de Colombia y de la experiencia brasileña y lo que podemos decir de la argentina, de la chilena, de la uruguaya, no podemos decir que la izquierda latina es floja, y mucho menos aliada al imperialismo. Nuestros pueblos son víctimas del imperialismo, no podemos abstraer una serie de cosas, creo que no podemos darnos el lujo de no darnos cuenta el lugar en la historia, el momento histórico. No podemos abstraer o subestimar el impacto de 30.000 desaparecidos en Argentina en los años de dictadura. No podemos subestimar el exterminio de generaciones enteras de luchadores y que salieron de esos momentos para reconstruir, creo que todavía estamos reconstruyendo, nuestras
democracias. Creo que estamos redemocratizando, intentando buscar ese lugar de la democracia.
Porque si hoy decimos que Colombia por primera vez después de 214 años considerando 1808 cuando comienza el proceso de independencia y formación de la República de la Gran Colombia y después todo ese proceso, en Brasil no fue muy diferente. Cuando llegamos al gobierno de Jango [João Goulart], golpe. Veintiún años de dictadura. Fuimos golpeados, no podemos subestimar el golpe de 2016. No quería entrar en esa controversia de Junio de 2013, pero Junio de 2013 tiene múltiples facetas y múltiples problemas, incluso el secuestro de nuestra sociedad civil instrumentalizada, financiamiento de grupos que surgen en este contexto, justamente como forma de instalar un proceso golpista que va a combinar en 2016 a través de lo que fue junio de 2013. Es eso Ivanildo, creo que en Latinoamérica y en Brasil la izquierda tiene sus límites y tenemos que mirar hacia dentro y enfrentar con honestidad nuestras limitaciones.
Es horrible hacer comparaciones, pero cuando estamos viviendo un momento histórico terminamos comparando. Una gran limitación que noté, por ejemplo, cuando fue el golpe de 2016, golpe sobre Dilma, yo estaba en Brasilia hay un evento que no olvidaré fue cuando la presidenta Dilma tuvo que salir del Palacio del Planalto, ya había pasado la admisibilidad del impeachment en cámara, ya había pasado un tiempo y ella ya no podía quedarse en el Palacio y se va a quedar solo en el Palacio da Alvorada. Ese día hubo un acto en Brasilia, entonces fuimos a hacer un acto de solidaridad con la Presidenta Dilma. Yo me quedé mirando ese acto y después las fotos de ese acto, me dio una tristeza, me quedaba pensando, si esto fuese Buenos Aires, si esto fuese Caracas, si esto fuese en Bogotá, aquí habría una multitud. Cuando vemos lo que pasó por ejemplo en Bolivia con la reacción al golpe, la reacción al golpe de 2019 en Bolivia en noviembre, el 11 de noviembre de 2019, empieza la reacción popular, se dio en medio de una pandemia y con la gente muriendo y resistiendo y morían en las masacres, que fueron las masacres de Sacaba y Senkata y morían también porque tenían Covid, no había vacuna, o sea, ahí están esas comparaciones crueles que vamos haciendo, es difícil de hacer una comparación, porque cada contexto es un contexto, pero lo terminamos haciendo y vamos viendo nuestros límites también.
Creo que Valerio habló un poco de esto, invertir en el gobierno o invertir en el movimiento popular, en la movilización, en los movimientos sociales. Tener un pie en cada lugar, porque cuando observamos los procesos en Venezuela, se observa Bolivia, mismo México, Uruguay también, tengo una gran admiración por cómo hacen política con el Frente Amplio. Creo que podemos en Brasil aprender más sobre esta capacidad de sustentación de los proyectos a través de una conexión profunda con el pueblo, con la población, ese es el gran desafío sociológico, de la Ciencia Política, de todos nosotros, de entender por qué vino el estallido social y en Brasil no. En Brasil tuvimos un caso, Genivaldo, que es peor que lo que pasó… es difícil decir qué es peor, pero es similar a George Floyd, que tuvo un levantamiento. En Brasil, tuvimos 700.000 personas muertas en el contexto del coronavirus, o sea, no faltan motivos para la movilización popular. Son cuestiones que necesitamos entender y buscar las respuestas de nuestra conexión con la población y con este sentimiento de búsqueda de superación de nuestros desafíos como país a través de la movilización popular también.
Quería hablar rápidamente sobre el tema, hubo una pregunta sobre geopolítica y el papel de Estados Unidos, y quería tomar como ejemplo esta cuestión de la Cumbre de las Américas. La última Cumbre de las Américas fue una demostración de esta preocupación de los Estados Unidos de recoger el continente en este gran embate que está ocurriendo con un mundo en mi opinión un mundo en transición, una transición a la multipolaridad. Fue un fracaso en este aspecto el intento de Estados Unidos de replicar una fórmula que ellos ven, podemos remontarnos al siglo XIX. En el siglo XIX, el choque entre los integracionismo bolivariano, impulsado a partir de 1826 con el Congreso Anfictiónico dirigido por Bolívar, y las iniciativas de los estadounidenses de ir organizando lo que más tarde terminaron convirtiendo en la OEA, pero que viene de mucho antes, de fines del siglo XIX como algo impulsado ahí por la Secretaría de Estado en Washington, que es lo que ellos consideran el Departamento de las Américas, por así decirlo, y terminan creando esta Cumbre de las Américas en los años 90 para implementar el ALCA en el contexto del Consenso de Washington y justamente el ciclo progresista o la Ola Rosa logra derrotar el ALCA.
Ahora vienen con el mismo instrumento de la Cumbre de las Américas para tratar de dar un mensaje. Haremos que a la Cumbre de las Américas sin invitar a Venezuela, Nicaragua, Cuba. Vamos a hablar de la pandemia sin Cuba. Sin el enfrentamiento a la pandemia por quienes crearon, por ejemplo, no sé cuántas vacunas, medicinas, los que comenzaron primero a vacunar a los niños. Vamos a hablar de Derechos Humanos aquí en la Cumbre de las Américas, con Colombia, con Brasil. Hablaremos de soberanía energética sobre estas cuestiones sin Venezuela. Y le mandaron un mensaje a Colombia, incluso hacia los electores de Colombia: dependiendo de a quién voten ahí, estarán excluidos de la próxima Cumbre de las Américas. O sea, ese intento también de los estadounidenses de regimentar las Américas como una demostración de fuerzas también en ese momento de declive relativo.
En este contexto, paso a la próxima pregunta rapidito ya terminando, sobre el impacto de Brasil en América Latina. Brasil tiene un impacto enorme en cualquier dirección que se tome en América Latina, obviamente. Brasil puede, incluso, ser este contrapunto que históricamente no fue con el integracionismo sudamericano, una especie de enfrentamiento al hegemonismo de los Estados Unidos, entonces podemos volver a conectarnos con este lugar de reconstrucción de Unasur, fortalecimiento del Mercosur, no solo el Mercosur económico sino también el Mercosur, de integración social, fortalecimiento de la Celac, eso que hoy López Obrador trata de hacer con Lucho, Arce, Fernández, con todas las dificultades pero quienes intenten hacer de este contrapunto. Entonces una victoria electoral en Brasil tendrá un gran impacto en este momento específico, en el momento histórico de relativo debilitamiento de la hegemonía de Estados Unidos en el mundo, en el que intentan regimentar las Américas como su patio trasero, tal como es históricamente y que podemos hacer una gran diferencia. Es eso, gracias, fue muy bueno estar aquí.
Valério Arcary, consideraciones finales
La situación en Brasil está cambiando, no dio aun el salto de calidad. Estamos saliendo de un contexto de varios años de relación de fuerzas sociales, políticas muy desfavorables. Hay sorpresas, hoy me desperté sabiendo que Milton Ribeiro, que había sido ministro de Educación, fue arrestado, o sea, antes de desayunar pude sonreír, lo que es casi biológicamente imposible en la etapa de la vida en la que estoy. La verdad es que aun no ha dado un salto, necesitamos una gran victoria para realmente cambiar la relación de fuerzas en Brasil, y abrir un camino de transformaciones como abrió Chile en 2019, como Colombia en 2020, como recordó Ana la reacción al golpe en Bolivia, esas marchas en El Alto, en las que decenas de miles de jóvenes no marchaban, corrían, y gritaban Guerra Civil, Guerra Civil. Vieron el video de la respuesta al golpe con decenas de miles de jóvenes en El Alto, diciendo estamos aquí para matar o morir. No vivimos nunca nada parecido a eso en Brasil.
La política socialista es máximo voluntarismo, y sin voluntarismo no cambiaremos el mundo. Pero, no es solo voluntarismo. Hay que elegir qué hacer y cuándo hacerlo, sabiendo que no todo es posible todo el tiempo, porque la política socialista tiene como objetivo para transformar la sociedad, y por lo tanto la izquierda tiene que tener instinto de poder. Estamos hoy en una fase, no solo en Brasil sino en toda América Latina, de mucho movimentismo, una especie de anarquismo silvestre. Pasan por todo, por los movimientos agrarios, por una nueva generación de jóvenes estudiantes de izquierda decepcionados con la izquierda, los viejos instrumentos de políticos, en gran medida endurecidos. Pero creo que tenemos que tener esperanza. Espero un gran momento en Brasil y creo que los próximos tres meses van a ser… estoy muy entusiasmado, creo que vimos señales de que es posible que la campaña electoral se convierta en una batalla de la lucha de clases, que la polarización social lleve a las calles por fin a los cientos de miles, los millones que hubiésemos querido tanto ver en las calles el año pasado y por lo tanto, Fuera Bolsonaro, camaradas, Fuera Bolsonaro. ¡Viva la revolución brasileña!
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