En las últimas semanas hemos podido apreciar síntomas de un nuevo ascenso conservador en los sectores más retrógrados del régimen uruguayo.
Jueves 6 de julio de 2017
Las recientes declaraciones del hijo del presidente Tabaré Vázquez, en contra de la ley del aborto, y sus posiciones anticientíficas con respecto a la homosexualidad como un problema hormonal; los dichos del diputado evangélico Dastague en contra de las tres leyes de la llamada "agenda de derechos" (matrimonio igualitario, limitada ley del aborto y ley de despenalización de la marihuana); todo en el contexto de una clarísima violación de la laicidad en un liceo del conservador y católico departamento de Salto, constituyen sugerentes síntomas de un nuevo ascenso conservador en el Uruguay, o por lo menos de una desinhibición de los elementos más recalcitrantemente reaccionarios en la superestructura política.
Nueva fracción ultraderechista en el PDC ?
Conocemos muy bien la bancada evangélica del Partido Nacional de los Dastague, Amarilla, Irazábal y compañía, y su papel reaccionario ante los tímidos avances del movimiento de la diversidad sexual en leyes y conquistas durante los últimos años del gobierno del Frente Amplio.
Lo novedoso en cambio es la emergencia y la posible consolidación de un ala de extrema derecha en el Partido Demócrata Cristiano; paradójicamente denominada "Corriente de Izquierda Cristiana", grupo político constituido desde el mes de Marzo al que pertenece el hijo del presidente masón y antiabortista Tabaré Vázquez.
La Democracia cristiana uruguaya, partido fundador del Frente Amplio desde 1971; cuyo único mérito consistió en ser cosméticamente (pero siempre ocultando un cadáver regresivo)un poco más agradable que su golpista hermana chilena; ahora cuenta con una incipiente fracción de derecha, que no nos preocuparía demasiado si no nos interpelara sobre los movimientos reales de conservadurismo en el seno de la sociedad uruguaya; del que el suceso de Salto, puede ser tan sólo un síntoma gradual de un contexto de recesión económica gradual, de un ajuste gradual del gobierno del Frente Amplio y los partidos del régimen, y por supuesto de sus consecuencias gradualmente regresivas en la estructura y la superestructura .
En defensa de la laicidad y los derechos democráticos
Nuestra caracterización histórica de la realidad nacional, y nuestro análisis de los derechos democráticos concedidos por el régimen y el carácter laico del Estado capitalista uruguayo, siempre nos ha demostrado con irreprochable irrevocabilidad que la única interesada en defender hasta el final el programa democrático radical y llevarlo hasta sus últimas consecuencias ha sido la clase obrera uruguaya; cuyo hito más memorable quizás haya sido protagonizado con su resistencia al golpe cívico-militar y la heroica huelga general de Junio-Julio de 1973.
En este sentido, sólo el movimiento obrero uruguayo, abriendo un necesario debate democrático en el seno de sus organizaciones de masas, puede ponerle coto a las peligrosas pretensiones de los sectores más conservadores de avanzar y consolidarse en el país, y asegurar la defensa de las conquistas democráticas del movimiento de la diversidad sexual, del movimiento de mujeres; y de todos los sectores oprimidos.