En marzo, los migrantes transfirieron 2.5 billones de dólares, contra 2.2 del mismo periodo de 2016. Es el tercer mes con mayores remesas en la historia.
Martes 9 de mayo de 2017
Con la llegada de Trump al poder y la incertidumbre que viven millones de migrantes mexicanos y centroamericanos se han desatado distintos fenómenos económicos, uno de ellos es el aumento de remesas al país. Ante esta situación distintos representantes del gobierno y del sector privado bancario han declarado que hay que bancarizar este flujo de dinero.
Trump durante toda su campaña hizo alarde de un plan para deportar a 11 millones de trabajadores indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos. Hasta ahora su plan de deportaciones masivas sólo ha avanzado parcialmente. Sin embargo, ha avanzado en atacar por otras vías a los migrantes: aumentando la cantidad de detenciones a indocumentados, dando más poder a los agentes aduanales o amenazando con acabar con el presupuesto para las ciudades santuario.
Ante esta situación millones de migrantes han optado por una acción preventiva: enviar sus ahorros acumulados a sus familias en México. Esto aunado al aumento del precio del dólar con respecto al peso mexicano y el intento de sacar provecho de esto de los migrantes para intentar que su esfuerzo rinda más es lo que está detrás del aumento del flujo de remesas al país.
¿A dónde van las remesas?
La cantidad de divisas que entran al país vía las remesas, es mayor que la que se genera a partir de la entrada de Inversión Extranjera Directa, el Turismo y recientemente –con el avance de la venta y desmantelamiento de Pemex y la industria energética– también ha superado la cantidad de ingresos que se generan a partir de la explotación del petróleo.
Las remesas llegan a familias populares principalmente de zonas rurales o semiurbanas que las ocupan para sobrevivir la miseria y precarización generalizada que impera en el país. Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera casi 70% de los envíos de dinero se usan para consumo ordinario como compra de alimentos, salud o gastos escolares.
Sin embargo, buena parte del dinero que se envía –y que se gana con condiciones de super explotación en la mayoría de los casos– se lo apropian instituciones financieras que sacan provecho de la necesidad de mandar dinero de las familias trabajadoras. Así, se cobran muy altas comisiones en los envíos que llegan a costar hasta 16 dólares por cada 200 dólares de envío. Además, la utilidad por el tipo de cambio hace un gran negocio para los capitalistas que brindan el servicio de envío.
El gobierno propone “bancarizar” remesas
El director general del Banco de Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), Virgilio Andrade Martínez, recientemente ha declarado que por un lado defenderá las remesas migrantes y por otro que lo mejor sería ofrecer mejores servicios financieros a los migrantes.
Es el mismo funcionario que se hiciera famoso al ser designado por Peña Nieto para investigarlo a él, a su esposa Angélica Rivera y el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, sobre el posible conflicto de interés por la adquisición de casas a Grupo HIGA y no encontrar “ninguna irregularidad”.
Es claro que el gobierno sabe de la importancia medular que juegan las remesas para la economía nacional, en un contexto de bajo crecimiento y fuerte descontento social, mantener un cierto nivel de consumo entre sectores populares es algo que no se puede soslayar.
En este sentido, las declaraciones recientes de Andrade Martínez intentan dar cierta tranquilidad de cara a los migrantes y sus familias planteando que no se les cobrarán impuestos a las remesas y que se le ha planteado esta determinación al gobierno de Estados Unidos.
Como si con declaraciones se pudiera frenar una política que emanase desde Estados Unidos y que apuntara a cobrar determinado impuesto sobre este rubro por un lado, y por otro, como si las instituciones financieras como los bancos fuesen en prestar un servicio de forma gratuita sin cobrar comisiones o sin envolver a migrantes con paquetes de seguros o cuentas de distinto tipo que le reduzcan sus ingresos reales.
Los trabajadores migrantes deben desconfiar de la buena voluntad del gobierno mexicano. Las medidas que pueda tomar en este tema serán para beneficiar tanto la estabilidad de su administración como a los capitalistas del sector financiero. Además, claramente no tomará ninguna medida para enfrentar realmente un eventual ataque a los derechos de migrantes por parte del gobierno de Trump (como de hecho no lo ha hecho hasta ahora). Sólo los trabajadores organizados en forma independiente de todos los partidos al servicio de los empresarios, pueden exigir y hacer valer sus derechos, solo los migrantes pueden –a partir de unirse con trabajadores nativos, mujeres y jóvenes- imponer sus reivindicaciones.