Acordaron una tarjeta alimentaria para desocupados de algunos gremios. Siguen pidiendo migajas, pero ni hablar de un plan de lucha por las demandas de todos los trabajadores.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Lunes 9 de septiembre de 2019 23:38
Foto: Ministerio de Desarrollo Social
En la reunión con Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social y Dante Sica, ministro de Producción y Trabajo, por la CGT estuvieron los conocidos de siempre: Carlos Acuña (sindicato de Estaciones de Servicio), Héctor Daer (Sanidad), Antonio Caló (UOM), José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), Andrés Rodríguez (UPCN), Armando Cavalieri (Comercio) y Gerardo Martínez (Uocra).
Fueron a pedir reapertura de paritarias, declaración de la emergencia alimentaria y bono extraordinario, ninguna de esas medidas les dio el Gobierno (medidas paliativas para la situación de crisis económica y social que padecen grandes sectores de la población).
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Lo que sí acordaron es una tarjeta alimentaria para los desocupados de los gremios enrolados en la CGT, pero no se sabe aún si abarcará al conjunto de los trabajadores que fueron despedidos en los últimos tiempos -tan solo en el primer trimestre de este año, los despidos y suspensiones, en el sector privado, alcanzaron a unos 20.000 trabajadores-, ni cuándo se implementaría.
Todo un logro de estos “aguerridos” sindicalistas. Incluso hay versiones -Infobae en horas de la tarde se hizo eco de ellas- acerca de que prestarían ayuda logística al Gobierno para que llegue a comedores escolares en barrios o zonas donde no llega la Iglesia ni las organizaciones sociales.
En cuanto a la emergencia alimentaria, la misma Stanley les dijo que eso era una competencia del Congreso. Horas más tarde, la oposición -centralmente el Frente de Todos- ingresó el proyecto por la Cámara de Diputados. Se trataría este próximo jueves.
La cúpula de la CGT está muy preocupada porque no se generalice la lucha en las calles por las demandas de trabajadores ocupados y desocupados. Por eso se sienta con funcionarios del Gobiernos a solicitar parches, frente a la angustia de las familias de trabajadores.
Tanto los que no llegan a fin de mes con salarios devaluados, como los que están desocupados, no consiguen trabajo y dependen de los comedores populares y de planes sociales para apenas sobrevivir.
Por eso es que la semana pasadas se movilizaron varias organizaciones de desocupados, junto al sindicalismo combativo y para esta semana habrá nuevas movilizaciones.
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Frente a esta situación, la salida de la CGT es pedir mayor asistencialismo por parte del Estado. Ni hablar de enfrentarla.
Es lógico que una tarjeta alimentaria serviría para arrimar un plato más de comida a la mesa de quienes han sufrido despidos, sobre todo por parte de muchas empresas Pymes.
Pero nadie puede decir, sin ponerse colorado, que esta medida soluciona el problema de la falta de trabajo, la desocupación, el trabajo precario, la cantidad de personas que día a día acuden a los comedores populares para poder comer.
Pero para dar una solución se necesitaría medidas de fuerza que las impongan.
El Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), con presencia en más de 50 gremios, salió a las calles la semana pasada, junto a organizaciones de desocupados en apoyo a la lucha de los trabajadores de Chubut, con propuestas en ese sentido: una exigencia a la CGT que deje de apostar a “no hacer olas” mientras llama a votar al Frente de Todos, que está avalando la devaluación de los salarios.
Que dejen de ser “bomberos” y llamar a un paro activo de 36 horas, como comienzo de un plan de lucha para en primer lugar conquistar un salario mínimo acorde a la canasta familiar, con cláusula gatillo que permita que por cada punto que aumente la inflación, también aumenten los salarios, las jubilaciones, pensiones y planes sociales, anulación de los tarifazos volviendo a los precios del 2016.
Además de la prohibición de despidos y frente a los cierres de fábricas los trabajadores ocupen las instalaciones y sean ellos quienes se pongan a producir, en defensa de sus puestos de trabajo.
Estas serían medidas de emergencia que de imponerse con paros y lucha en las calles, el único idioma que entienden los empresarios y sus representantes políticos, podrían paliar rápidamente la situación del pueblo trabajador.
No es posible que mientras las mayorías populares soportan esta crisis que generó el Gobierno y sus socios capitalistas, estemos atados a una deuda externa por generaciones, con una fuga de divisas (que sólo este año ya van por casi 14 mil millones de dólares) de la cual se benefician los grandes capitalistas, incluyendo los bancos.
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Como viene planteando el Frente de Izquierda Unidad, para hablar seriamente de salidas de fondo, hay que imponer una banca estatal única, con control de sus trabajadores, esto junto al monopolio del comercio exterior, permitiría evitar esa fuga de capitales, para poder invertir en salud, vivienda, educación, con créditos baratos para pequeños comerciantes o para los pequeños chacareros en el campo.
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Esta es la verdadera emergencia nacional: centenares de miles de desocupados, miedo entre las familias obreras de perder el trabajo, desesperación de muchos por no tener qué comer, o peor aún: no tener para darle de comer a sus hijos.
Mientras esto pasa la CGT va a mendigar, garantizándole sobrevida al macrismo y juega (como las Iglesias), un rol de contención social, incluso pensando en el ajuste que el próximo gobierno va a realizar, si pretende “honrar la deuda”, como ya adelantó Alberto Fernández, en su viaje por el Estado Español.
“La reunión fue muy productiva”, dijo a los medios la ministra Stanley a la salida del encuentro. Y hay que creerle, porque la CGT sigue oficiando de bombero.
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