A pocos días del 8 de marzo, día internacional de las mujeres, nos conectamos este sábado a la reunión virtual de Pan y Rosas, trabajadoras precarizadas, de las telecomunicaciones, de la salud, docentes, jubiladas y estudiantes. Intercambiamos sobre nuestras experiencias, pero sobre todo, nos preparamos para ganar las calles nuevamente.
Martes 2 de marzo de 2021 23:05
Se acerca un nuevo 8 de marzo, será nada más ni nada menos que el primero después de que gran parte del planeta haya estado en confinamiento por el coronavirus, el primero después de los grandes eventos que marcaron el 2020 y el comienzo del 2021. Para las mujeres viene siendo un período atravesado por distintas experiencias personales y colectivas que van desde el pesar cotidiano a causa del trabajo en el hogar y el teletrabajo, la falta de laburo para algunas o el ponerle el cuerpo en la primera línea para otras. Sin embargo, algo teníamos en común todas las conectadas.
Vivimos en carne propia y vemos en nuestras amigas, compañeras y familiares, las consecuencias de la crisis económica y sanitaria. Todas teníamos aún el calor en el cuerpo de aquel histórico 30 de diciembre cuando conquistamos nuestro derecho al aborto, legal, seguro y gratuito pero también teníamos en la garganta el amargo sabor y el grito de Justicia por Úrsula y por las 47 víctimas de femicidio que lleva el año. Que el Estado es responsable de esto, es algo en lo que todas estuvimos de acuerdo. Que hace falta un presupuesto real y políticas de prevención pero que el gobierno solo toma medidas “cosméticas” también.
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Las maestras y trabajadoras de la educación conocen de esto. “Desde el 2006 hay una ley de educación sexual integral que no se implementa como corresponde por la iglesia o las familias que se oponen”, contaba una maestra de jardín, porque su implementación se vuelve importantísima para el conocimiento de los cuerpos, la sexualidad, como también la prevención de la violencia hacia les niñes. Otra parte del mismo problema nos lo contó una maestra: “trabajo en una escuela media. No están garantizadas las condiciones para trabajar, hay casos de Covid.” Marcando también, que el reclamo docente, sector centralmente feminizado, va a cruzar fuertemente la jornada del 8.
Claudia, trabajadora de la salud, contó que, desde hace un mes, es parte de un acampe frente al Ministerio de Salud de la Nación junto a sus compañeras en reclamo de aumento salarial y condiciones de trabajo que terminen con la precarización del sector entre otras demandas. Habló con indignación sobre como amigos de los funcionarios accedieron a las vacunas mientras que ella junto a miles de trabajadoras, porque son mayoría mujeres, no recibieron la vacuna pese a haber estado en primera línea toda la pandemia. Claudia, además de este justo reclamo, viene de ser parte junto a su hija de la marea verde que ganó en la calle el aborto. “Me siento una pionera” decía, uniendo luchas y generaciones en un solo relato. Con esa misma fuerza independiente, invitó a marchar el 8.
Hebe Sosa es la mamá de Matias Dimuro, trabajador precarizado de Claro, quien falleció por la desidia de los empresarios, a quienes no les importa la vida de los trabajadores y no le proveyeron de los elementos de seguridad necesarios para realizar las tareas con seguridad. Ella, que también es docente precarizada, nos estremece la piel cada vez que habla, porque en su garganta lleva la pelea contra la precarización laboral. Con una fuerte denuncia a la empresa y el gobierno que avala esas condiciones, llamó a exigir justicia por Matías y la pelea porque la precarización también es violencia
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Las trabajadoras del subte se hicieron presentes, contando sobre la exigencia al sindicato para que llame a movilizar el próximo lunes. Un reclamo central, ya que la mayoría de los sindicatos se encuentra alineado al gobierno de Alberto Fernández (que se jacta de haberle puesto fin al patriarcado), pero que está a años luz de la vida de las mujeres trabajadoras.
¿Entonces los varones tienen que parar también y movilizarse? Este debate salió a la luz como una preocupación. Las pibas que se pelean para que sus amigos vayan, o las mujeres que vivieron en carne propia la violencia machista y plantean como una duda legítima cómo no regalarles el espacio de movilización a varones que hayan sido protagonistas de violentar a otra mujer. Varias acordamos que a la pelea por terminar con el patriarcado también se tienen que sumar los varones, encontrar aliados en cada compañero que también es explotado y con el que compartimos la lucha contra el ajuste, los tarifazos, la precarización. Con quienes, comprenden que esta lucha no es sólo una cosa de mujeres, que a ellos les cabe cuestionar sus privilegios en esta sociedad patriarcal y asumir esta lucha como propia.
Otro debate que se abrió fue en torno a la “reforma judicial feminista” que intentan sembrar como alternativa, distintas funcionarias y figuras del gobierno del Frente de Todos como la ministra de géneros Elizabeth Gómez Alcorta u Ofelia Fernández, legisladora de CABA. Pero las mujeres sabemos que una lavada de cara a la justicia no es ninguna salida real a la violencia a la que estamos expuestas día a día. También, coincidimos en que la policía nada tiene que ver con el cuidado de las mujeres. La bronca contra esta institución se hacía presente en cada intervención, y no en abstracto, sino que señaló la responsabilidad política de quienes dirigen fuerzas como la Bonaerense. Tanto Kicillof como Berni. Empezar a nombrar con nombre y apellido, también es una tarea de las mujeres que luchamos contra la violencia patriarcal y por nuestros derechos.
Por último, una de las pibas dijo “me dijeron que las feministas somos eufóricas. Es que después de haber conquistado el aborto, eso es lo que no hay que perder, la euforia de seguir peleando, estar en la calle, ser la mayor cantidad de gente posible para seguir conquistando los derechos que nos faltan”. Y sí. Con esa euforia, cerramos la reunión para salir a invitar a todo el mundo y encontrarnos el #8M juntas y movilizadas junto a miles de mujeres trabajadoras, estudiantes, desocupadas, y también con nuestros compañeros codo a codo.