La empresa de aguas y alcantarillado fue privatizada este viernes luego de una batalla judicial, en una concesión de 35 años por 4.200 millones de dólares. Bolsonaro participó de la subasta que se realizó en la Bolsa de Valores de San Pablo. Los servicios serán más caros y no llegaran a los barrios pobres.
Viernes 30 de abril de 2021 17:02
Bolsonaro junto a su ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, en la Bolsa de San Pablo, donde se privatizó el servicio de agua de Río de Janeiro.
El estado de Río de Janeiro recaudó este viernes 22.690 millones de reales (4.200 millones de dólares) con la concesión por un plazo de 35 años del servicio de agua y alcantarillado de Río de Janeiro, en la que fue considerada como la mayor privatización de saneamiento básico de Brasil.
Dos empresas se adjudicaron tres de los cuatros bloques en los que fue divida la concesión durante una subasta realizada en la bolsa de Sao Paulo.
La subasta contó con la presencia del ultraderechista Bolsonaro, que viene avanzando en un plan de privatización de diversas áreas. En un momento en que el país se encuentra en la situación más crítica de la pandemia superando la marca de los 400.000 muertos, el presidente demuestra que no le importa la salud y la vida de ninguno de los brasileños. La venta de CEDAE (Compañía Estatal de Aguas y Alcantarillado) agravará aún más la situación del agua y el saneamiento en Río, que no llegará a los lugares menos rentables, es decir a los barrios de bajos recursos.
El aviso de apertura de la licitación se había efectuado en diciembre del año pasado y dentro del pliego se estipulaba que el Estado se seguiría haciendo cargo de la recolección y el tratamiento del agua, mientras que las empresas privadas asumiría la distribución y el tratamiento de las aguas residuales.
Bolsonaro fue recibido este viernes con protestas de parte de cientos de manifestantes del MTST (Movimiento de Trabajadores sin Techo) cuando iba a participar en la subasta de Cedae.
Los manifestantes recordaron la desastrosa gestión de Bolsonaro frente a la pandemia, mientras que continúa con su proyecto de destrucción y privatización, junto a Paulo Guedes (su ministro de Economía, quien también participó del evento), golpeando aún más a los sectores más empobrecidos de la población.
La subasta se llevó a cabo a pesar de que los trabajadores de la empresa realizaron el jueves un importante acto para presionar a los diputados para que voten a favor de posponer la privatización, ya que existía una batalla legal entre el Gobierno del Estado y la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj).
En los discursos posteriores a la subasta, autoridades como Cláudio Castro, gobernador de Río de Janeiro, Nicola Miccione, secretario de la casa civil del Estado de Río de Janeiro, Gustavo Montezano, presidente del BNDES, y Paulo Guedes, ministro de Economía, además de otros ministros, hicieron discursos demagógicos afirmando que mejoraría la prestación del servicio.
La realidad es que la privatización significa un gran ataque a los trabajadores de la CEDAE y la prestación de servicios a la población, y a lo largo de la historia brasileña ha significado un aumento de los precios y un empeoramiento de la calidad de los servicios. El verdadero significado de la privatización es que el agua y el alcantarillado de millones de personas en Río de Janeiro servirán para enriquecer aún más los fondos de inversión y las grandes empresas que se adjudicaron las concesiones.