El miércoles 17 de febrero, mujeres, estudiantes, familias enteras de la localidad de Rojas salieron a las calles pidiendo justicia por Úrsula. "No nos callamos más" gritaron las pibas y así fue.
Jueves 18 de febrero de 2021 16:08
Al igual que en Capital Federal, Rosario, Córdoba y muchas ciudades del país; en Rojas se hicieron presentes cientos de mujeres al grito de ni una menos.
La localidad de donde era oriunda Úrsula, volvió a concentrarse toda en la Plaza San Martín. Algo extraño en la pequeña localidad al norte de la provincia de Buenos Aires, ya parece habitual. El brutal femicidio de Úrsula Bahillo lo cambió todo, y aunque el dolor hace que hasta los huesos crujan, “las pibas de Rojas” dicen, apretando los puños: “era hora, y ya no nos callamos más”.
Ayer no llovía. Las abuelas y les niñes más pequeños pudieron estar toda la jornada. En la plaza se realizó una muestra artística contra la violencia machista, visibilizando lo que no siempre se ve, lo que no siempre se quiere ver. Las estigmatizaciones, los estereotipos, los micromachismos y los no tan micros, los que se dejan pasar hasta que ya es tarde.
Parecía que tras la concentración y la muestra artística, ya al retirarse el sol, todes se irían reflexivos. Pero nadie se movía. Había que marchar. La abuela y les niñes también. Mil rojenses cantando y aplaudiendo no pudieron dar la vuelta a la plaza porque chica se quedaba. Alargaron el recorrido hasta que nuevamente en la esquina de la plaza San Martín, con “las pibas de Rojas” a la cabeza parecía sí, terminar la jornada. Pero las pibas cantan la verdad: “yo sabía que a los femicidas los cuida la policía”.
Pese al paso de las semanas no se extingue la bronca contra una institución que primero le dio la espalda dieciocho veces a Úrsula, luego encubrió y colaboró con su femicida y camarada de armas Matías Martínez, y cuando todo un pueblo reclamó explicaciones le respondió con gases lacrimógenos y balas de goma a la altura del rostro para continuar en los días siguientes con el hostigamiento y amenazas a las amigas de Úrsula (que ya son todas y cada una de las mujeres de Rojas) que han jurado no olvidar, no perdonar, no volver a callar jamás.
Sin directriz posible la marcha reanuda camino hacia la Comisaría que continúa con la calle cortada y custodiada por decenas de policías de infantería, donde se vivieron minutos de tensión, pero también de valentía. Cara a cara se miraban cosas, que bien vistas, deberían ser irreconciliables: las pibas y los perros de uniforme que cuidan al estado patronal y patriarcal.
Luego, se dirigieron a la Comisaría de la Mujer, objeto de odio por no recibir infinidad de denuncias de innumerables pibas como Úrsula y donde las últimas semanas es imposible acercarse sin recibir amedrentamiento por parte de policías que bien claro tienen qué son y qué defienden. No por nada fue pintada con gratiffis sus puertas.
La movilización en un recóndito pueblo al norte de la provincia de Buenos Aires contra la policía de Sergio Berni y Axel Kicillof no frena. El próximo viernes 26 de febrero es el cumpleaños de Úrsula y será la nueva cita a la que ya convocan las pibas de Rojas que a fuerza de gritar “señor, señora, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente” quieren cambiarlo todo.
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En frente tienen grandes enemigos, empezando por el Estado capitalista y patriarcal, con su policía, su justicia y sus partidos que hoy gobiernan Rojas y la provincia de Buenos Aires, o la derecha que cuando de mano dura hablamos, deja toda grieta de lado. Para ganarles la pelea hay que transformar la bronca en autoorganización independiente del estado, para luchar por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. No es poca cosa el mundo nuevo que podemos construir.
Gabriela, parte de la Secretaría de Género y Disidencias del Centro de estudiantes de Humanidades y Artes, quien estuvo en la movilización, expresó desde Rojas: "Desde Pan y Rosas planteamos que el Estado es responsable porque desde todas las instituciones se sostiene este sistema patriarcal opresivo que es la contracara del sistema de explotación. La historia de Úrsula nos muestra que los femicidios son el último eslabón de una cadena de violencias que sufrimos cotidianamente. Es por eso que a la vez que peleamos para sumar fuerzas y por un movimiento de mujeres independiente en las calles que busque arrancar nuestros derechos más elementales a los distintos gobiernos, planteamos que es necesario desarrollar la más profunda movilización que busque, junto a la juventud y la clase trabajadora transformar este sistema de raíz que nos condena a la opresión, la desigualdad, la violencia, los femicidios.”