Esta semana, la ciudad de San Nicolás resultó ser una de las ciudades más afectadas por los incendios intencionales desatados sobre las islas del Paraná. Un ecocidio que no se detiene, y cuenta con la complicidad de los gobiernos.
Domingo 23 de agosto de 2020 12:31
Un humo incesante sobrevolando día y noche alrededor de la ciudad, haciendo imposible la vida a los vecinos de la ciudad, incluso dentro de sus propias casas. Una situación que se repite desde hace varias semanas, y que en los últimos días obligó inclusive a la declaración pública de Manuel Passaglia, quien además realizó una denuncia ante el Ministerio Público Fiscal solicitando el fin de los incendios. Una respuesta tardía, y que solamente se encarga de apuntar la responsabilidad hacia afuera, pues cabe recordar que el intendente de San Nicolás continúa sin aplicar la Ley provincial 14.982, sancionada en 2017, que establece normas y protocolos para el manejo del fuego, la prevención y sanción de los incendios ocasionados en zonas rurales y forestales dentro del territorio de la provincia de Buenos Aires.
Los humedales de las islas del Delta del río Paraná representan uno de los principales pulmones verdes del centro del país. Su preservación es vital para la prevención de inundaciones en las ciudades linderas al río, así como también para la conservación del flujo del agua, especialmente en tiempos de sequía. En los últimos meses, en plena pandemia, este ecosistema se convirtió el escenario de un ecocidio: alrededor de 11.000 focos de incendios, de los cuales alrededor de 7.000 se produjeron solamente en lo que va del mes de agosto, momento más crítico. Esto ocasionó la quema de alrededor de casi 1.000 kilómetros cuadrados, y los consecuentes graves daños a la biodiversidad de las islas. El humo de los incendios invadió las ciudades situadas a orillas del río Paraná, entre las que San Nicolás se encuentra entre las más afectadas. El humo incesante, que sobrevuela en distintos momentos del día, torna cada vez más irrespirable el aire, ocasionando dificultades respiratorias y oculares en cientos de vecinos de la ciudad.
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Esto da muestra de que la acción contaminante y destructiva de los grandes productores agropecuarios de la región no se detuvo por la pandemia. Desde hace tiempo buscan apropiarse de las tierras de los humedales para el agronegocio y la especulación inmobiliaria. Desde hace décadas, el modelo sojero viene acumulando ganancias multimillonarias, a costa de la degradación de los suelos, y de la contaminación con agrotóxicos, con la complicidad de los gobiernos nacionales y provinciales de turno, desde los Macri hasta los Kirchner.
Por ello, así como los dueños de la patria sojera son responsables de esta práctica criminal, lo son también el gobierno nacional, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié y las gobernaciones de Axel Kicillof, Omar Perotti y Gustavo Bordet, por su inacción y complicidad con los grandes empresarios agropecuarios. Si bien el gobierno nacional decretó la Emergencia Ambiental y declaró al Delta del Paraná como zona de protección ambiental, tal medida resultó ser papel mojado frente al ecocidio desatado.
Desde el PTS en el Frente de Izquierda Unidad creemos que es urgente, frente a la crisis ambiental mundial, y frente a la voracidad del sistema capitalista y del agropower, organizar la lucha en defensa de los ecosistemas. Ni nuestra salud ni el medio ambiente valen más que la ganancia de los capitalistas.