La Municipalidad informa 167 casos positivos en la ciudad. La cifra era la mitad hace sólo 5 días. En los lugares de trabajo con gran concentración de personas se sigue sin tomar medidas sanitarias adecuadas. ¿La responsabilidad es de los individuos o del Estado y las empresas?

Federico Berg @fedeberg80
Sábado 15 de agosto de 2020 13:23
La cantidad de contagios de COVID-19 viene aumentando con un ritmo vertiginoso en los últimos días. La velocidad de duplicación se está acelerando: hace 5 días teníamos la mitad de casos positivos; en las últimas 3 semanas se multiplicaron por 6. Estos números alarmantes contrastan con la desidia de los grandes empresarios que se niegan a implementar medidas sanitarias acordes a la emergencia. El Estado, por su parte, se limita a reforzar el discurso neoliberal de la responsabilidad individual: si te contagiás es porque querés. Está claro que si la prioridad es pagarle a los buitres y al FMI, no hay lugar para medidas profundas que protejan al pueblo trabajador.
Salud vs ganancias
La crisis sanitaria no tendría nada que ver entonces con la continuidad de la producción en plantas como Siderar, Acindar o Motomel, el Puerto, etc. Amparadas en su supuesto rol “esencial”, estas empresas obligan a cientos y miles de trabajadores a exponerse a los contagios. La circulación comunitaria del virus tiene su origen en estos verdaderos focos porque las medidas sanitarias y los protocolos brillan por su ausencia. Los encargados de garantizar la salud son los mismos que ponen sus ganancias por encima de todo, esos “miserables” de los que habló en algún momento el presidente Fernández, antes de que volvieran a ser los “amigos” del gobierno.
El objetivo de las patronales es descargar todo el peso de la crisis sanitaria y económica sobre los trabajadores. Allí donde se pueda, mantener la producción con trabajadores descartables. Y donde no, suspender y despedir para mantener las ganancias. El cóctel definitivo para la crisis social y sanitaria es una dosis de voracidad empresaria con una medida de precariedad laboral. Por un lado, cientos y miles de trabajadores se ven obligados a exponerse al contagio para mantener un salario en blanco. Por el otro, son otros tantos más que deben elegir entre caer bajo la línea de indigencia o arriesgarse al contagio en la calle y la represión de la policía que no dudará en golpear y arrestar a un vendedor callejero o a un repartidor sin permiso.
Mientras tanto, el Hospital San Felipe se acerca rápidamente al límite de sus capacidades. No sólo por la falta de infraestructura e inversión sino además por los contagios entre el personal de salud, obligados a trabajar en esas condiciones. Desde el propio Director hasta las enfermeras, el virus ya está haciendo estragos en el Hospital y hace su ingreso en otros centros sanitarios. La salud no es compatible con un presupuesto que prioriza el pago de deudas usurarias e ilegales.
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