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Red Internacional
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Estados Unidos. Sanders y los sindicatos apoyan medidas de Trump

El senador demócrata saludó la medida ejecutiva de Trump para retirar a Estados Unidos del TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico). El presidente también recibió el apoyo de parte de la burocracia sindical.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Miércoles 25 de enero de 2017 12:56

Imagen: Reuters.

El nuevo presidente de Estados Unidos Donald Trump firmó el lunes 23, tal como había adelantado, una orden ejecutiva para sacar al país del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Después de conocerse la medida, recibió el apoyo de varios dirigentes sindicales, del senador Bernie Sanders y otros legisladores demócratas.

La medida también recibió los aplausos de varios dirigentes sindicales. El lunes, se realizó una reunión entre Trump y un grupo de representantes del poderoso sindicato de camioneros (Teamsters) y de varios rubros relacionados con la construcción, entre los que se encontró la United Association y la United Brotherhood of Carpenters. El dirigente de este último sindicato Doug McCarron, que el lunes compartió chistes y palmadas con Trump, había hecho campaña por Hillary Clinton en las últimas elecciones presidenciales.

El propio dirigente de la AFL-CIO (central sindical estadounidense) Richard Trumka, que también votó por Clinton, dijo que el retiro del TPP es “un buen primer paso hacia la construcción de políticas que beneficien a los trabajadores”.

El martes, el senador demócrata Bernie Sanders volvió a respaldar al presidente Trump al referirse a la orden ejecutiva de Trump para retirarse del TPP. En un comunicado de prensa, dijo que se alegraba del fin del acuerdo porque en los últimos 30 años EE. UU. formó parte de acuerdos que le costaron al país “millones de empleos decentes y bajaron los salarios de los trabajadores estadounidenses”.

A esto agregó, “Si el presidente Trump realmente se opone al outsourcing, puede predicar con el ejemplo y cerrar sus propios sweatshops en Bangladesh, China y México y pagar a los trabajadores en EE. UU. un salario digno. Después, el Congreso y el presidente pueden trabajar juntos para desarrollar una nueva política comercial que ayude a las familias trabajadoras, no solo a las corporaciones multinacionales”.

Un relato para la precarización

Lo que no dicen ni la burocracia sindical ni Sanders y los demócratas que apoyan la medida es que el mismo día de la foto con los sindicalistas, Trump se reunió con empresarios a quienes les prometió rever las regulaciones laborales. Esto no es otra cosa que flexibilización laboral y rebajas salariales para millones de trabajadoras y trabajadores. Las medidas comerciales no buscan beneficiar a las familias trabajadoras, como dice Sanders, sino a la burguesía industrial.

Con esta operación, sindicatos y demócratas vuelven a abonar el prejuicio xenófobo de que los culpables de los bajos salarios y el desempleo son los trabajadores y trabajadoras de otros países, cuando los únicos que se benefician con las deslocalizaciones son los empresarios, que buscan mano de obra cada vez más barata e imponer condiciones cada vez peores para aumentar sus ganancias.

La retórica de “recuperar los empleos” contiene altas dosis de hipocresía: hablan de empleos con salarios decentes, cuando una enorme porción de los trabajadores y las trabajadoras en Estados Unidos tiene trabajos mal pagos, carece de derechos sindicales y sus condiciones laborales son precarias. No por nada, una parte importante de los votantes de Sanders en las primarias coincidieron con activistas y simpatizantes del movimiento por el aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora.

Ningún trabajador o trabajadora en China o Bangladesh se beneficia cada vez que se elimina un puesto de trabajo industrial en Estados Unidos por una deslocalización. Y lo opuesto tampoco es verdad: la trabajadora del aluminio o el obrero automotriz que recuperen su empleo, si lo hacen, será en peores condiciones. De hecho, el elegido de Trump para el ministerio de Trabajo, Andrew Puzder (empresario del sector gastronómico), es un fuerte opositor al salario mínimo de 15 dólares porque afecta los intereses de los empresarios (como él). Su confirmación como secretario de Trabajo es una mala noticia no solo para quienes cobran el mínimo (hoy en 7,25 dólares) sino para toda la clase trabajadora.

Esta no es una política novedosa para la clase obrera estadounidenses. En 2009, como parte del rescate a los bancos y empresas del presidente Obama, los sindicatos fueron los garantes del acuerdo con las automotrices. En ese entonces, el sindicato UAW acordó adecuar el convenio colectivo (eliminando derechos, bajando salarios, etc.) para asegurar que la empresa recibiera el dinero federal y evitar así la bancarrota.

Hoy, la burocracia se prepara para garantizar un nuevo “gran acuerdo precario”, y el respaldo demócrata a estas medidas alimenta un “relato” cuyo resultado nada tiene que ver con mejorar las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la población, incluso de aquellos que hartos de los resultados de las políticas neoliberales, votaron por Trump.

El partido Demócrata, desesperado por recomponer el partido, golpeado por la derrota electoral y la falta de figuras de recambio luego de las dos administraciones de Obama, entra en la era Trump legitimando un gobierno con un índice de apoyo bajo y que es repudiado por millones de personas como se vio en las masivas movilizaciones de la inauguración y la marcha de mujeres. Los demócratas ya pusieron en movimiento su poderoso aparato, con probada experiencia en capitalizar la bronca y desviar luchas y movimientos políticos. Gran parte de los movimientos sociales actuales, nacidos de la crisis capitalista desatada en 2007 y “criados” en el descontento con el gobierno de Obama, se enfrentan al desafío de fortalecer su independencia política para no dilapidar esa energía en la recomposición del ala demócrata del bipartidismo estadounidense.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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