Es todo lo que hubo en la cancha, y no importa nada más. Porque se clasificó a los juegos olímpicos nuevamente, se enmudecieron a los equipos emergentes de América y se hizo pata ancha en un torneo tan difícil como prestigioso. De visitante, contra el local y ante veinte mil personas.
Sábado 12 de septiembre de 2015
Listo, ya está, misión cumplida. Que va, más que cumplida. Admitamos que pocos creíamos en una posible clasificación directa a los juegos. Porque el recambio fue muy fuerte y no se sabía bien qué podían dar estos chicos. Cierto es que teníamos a un par de titanes en la cancha (Scola y Nocioni). Y se comportaron como tales, se hicieron enormes ante un talentoso y difícil equipo mexicano. El gran capitán apareció en el segundo tiempo (cuando hay que aparecer) y el Chapu reboteó, tapó y hasta le pegó un tortazo a uno (que los jueces no vieron) antes que permitir una derrota.
Y los pibes, un fenómeno; Campazzo se mostró inspirado, revulsivo y confiado. Safar anotó, defendió y se voló para buscar pelotas imposibles. ¡Apareció D´elía! Laprovíttola aún sin brillar pudo contribuir con buenos puntos.
¡El Oveja Hernández! Así como los "cagó a pedos" cuando fue necesario, también se nota porqué es una vez más el técnico de la selección. Y así fue, una vez más, el básquet argentino demostró a otros deportes que se practican en nuestro país cómo se construye un equipo. Cómo se forjan líderes, roles y un grupo dispuesto a laburar para el compañero y con esto disfrutar de los máximos lauros para uno mismo y para un grupo.
No viene al caso analizar el juego, estadísticas u otros detalles. Porque lo importante es que se comenzó un camino para tener continuidad. Para demostrar como sin exitismos ni adulaciones se tiene que trabajar. Y también se puede tener éxito, sin depender de ello. Porque el éxito radica en hacer las cosas bien, sin tener que medir nuestro talento o carisma para dar de comer al circo mediático.
Así que gente, a mirar más básquet. Porque bien vale la pena sufrir, arrancarse los pelos por estos tipos. Y quizá no merezcan tanto la pena otros pesares deportivos, que no fabrican líderes positivos como este deporte en nuestro país.
Y quizá para el cierre de esta edición ya tendremos otro resultado en un nueva final, contra Venezuela. Pero eso tampoco importa, como tampoco van a importar si tenemos otras derrotas en el futuro. Porque esto es un juego, y tenemos la suerte de jugarlo bárbaro y vivirlo con alegría.