El 2018 fue el año del movimiento de mujeres. Con paros internacionales, pañuelazos y movilizaciones impusimos en la agenda la discusión por el derecho al aborto legal. Pero la Iglesia se encargó de negar ese derecho. ¿Cuáles son las tareas del movimiento? ¿Cómo nos enfrentamos a una institución oscurantista y retrograda? ¿Qué tienen que ver nuestras demandas con el Presupuesto 2019?
Viernes 2 de noviembre de 2018 18:57
Que este 2018 dejó bien a las claras que las mujeres no van a quedarse más calladas mientras caminan sobre sus derechos nadie lo puede discutir. Un movimiento enorme, una marea verde que inundó las plazas, secundarios, terciarios, universidades y lugares de trabajo de todo el país expresó con fervor que el aborto debe ser legal, porque de otra forma se avala la muerte de cientos de cuerpos gestantes. No solo se quedó en el derecho elemental del aborto legal, seguro y gratuito sino que miró más allá y reconoció a las instituciones culpables de que sus derechos sean impugnados.
En este reconocimiento, se vio más que nunca el rol reaccionario y oscurantista que juega la Iglesia, esta institución milenaria que a lo largo de la historia se ha encargado de estigmatizar a las mujeres y a las disidencias sexuales, las ha acusado de brujas, las ha perseguido y torturado en decenas de formas. Ha cumplido el rol de ser el agente conservador frente a cualquier cambio social, frente a cualquier revolución se ha vestido de agente contrarrevolucionario y organizado movimientos para acallar a los y las subversivas. Frente a cualquier cambio significativo la Iglesia ha acusado de herejes a los que desafiaban lo impuesto. Cumpliendo este rol la Iglesia ha estado en contra de la independencia nacional, el fin de la esclavitud, la reforma universitaria, la ley 1420 de educación pública, la ley de divorcio, el voto femenino, la ley de educación sexual integral (ESI) y el matrimonio igualitario. Con estos antecedentes caía de maduro que dicha institución iba a poner todo su poder de fuego, mover todos sus contactos con la Rosada y con todos los partidos patronales - sin distinción, tanto cambiemitas como radicales y peronistas- para evitar que el aborto sea legal. Porque ante cada intento de la humanidad, y puntualmente de las mujeres, por ser más libres y soberanas, la Iglesia se ha interpuesto y luchado con todo su arsenal; ideológico y político.
Es sabida la estrecha relación que tiene el Estado con la Iglesia católica. Desde la dictadura, con muchísima más fuerza, se ha profundizado esta relación, beneficiando a la curia con millones de pesos en subsidios, buscando que esta sea una contención de sectores de masas en momentos de crisis. Ningún arreglo es gratuito.
La Iglesia y el Estado tienen una relación recíproca: mientras a la primera se le destinan millones al pago de curas, obispos, educación religiosa e infraestructura, se le otorgan beneficios legales y se la sostiene como religión del Estado, éste aprovecha la extensión territorial de la Iglesia y su influencia sobre grandes sectores de la clase trabajadora para contener y desviar cualquier malestar y cualquier lucha, administrando la pobreza y llamando a “poner la otra mejilla” frente a los ataques a nuestras condiciones de vida. No es casual que frente al ajuste de Macri y los gobernadores ningún partido se enfrente a la Iglesia; todo lo contrario, afianzan sus lazos incluso llamándonos a “no enojarrnos” con quienes militan contra nuestros derechos, aún hasta quienes dicen tener como agenda política los derechos de las mujeres. Mientras, desde los sindicatos nos mandan a rezarle a la virgen para frenar el ajuste.
Santa Fe no está exenta del lobby eclesiástico. Hoy existe en la provincia una gran polémica en torno a la ley de educación sexual integral que, luego de la media sanción en la Cámara de Diputados provincial, está frenada en el Senado. La Iglesia católica y evangelista lanzó la campaña #ConMisHijosNoTeMetas, y con movilizaciones y aprietes a los legisladores está logrando torcer el rumbo. Desde la bancada peronista luego de reunirse con representantes eclesásticos, salieron a decir que "así como está, la ley de Educación (Sexual) no sale en el Senado”. Se consuma otro acuerdo con la Iglesia.
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¿Qué tiene que ver el Presupuesto 2019 en todo esto?
Hoy se está discutiendo el porvenir de las arcas del Estado en 2019. Macri propone destinar más plata para pagar una deuda que nadie decidió contraer, más que su gobierno. Para equilibrar los gastos y destinar más plata para los usureros hay que sacar dinero de otros lados. Así se decidió bajar 10 puntos reales a la Educación y achicar el gasto de Infraestructura y Salud. Pero no termina ahí, obviamente el presupuesto tenía que tener su toque clerical. Se propone destinar 0,13% para programas de derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Esta cifra irrisoria solo nos hace acumular más bronca cuando nos enteramos que se piensa destinar para el programa "Fortalecimiento de la Educación Sexual Integral" un tercio de lo que se va a destinar para refaccionar tres iglesias católicas. Una verdadera provocación.
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Uno diría que ante semejante barbaridad todo el arco de la oposición se alzaría en coro a negar este presupuesto, pero esto no sucedió. Gran parte del peronismo, haciendo alarde de ser una “oposición responsable” le dio sus votos al gobierno para aprobar el presupuesto de ajuste. El FMI agradece los servicios prestados.
Ante semejante acto de sumisión uno supondría que los sindicatos lllamarían a enfrentar el ajuste plasmado en el Presupuesto, con asambleas y movilizaciones el día de la votación en Diputados. Pero en lugar de esto organizaron una peregrinación a Lujan para rezar por “paz, pan y trabajo”. Nuevamente queda a las claras como todos los sectores tejen relaciones con la Iglesia.
¡Hay que organizarnos!
Frente a un futuro próximo muy complicado para las mayorías populares es que se vuelve una necesidad la organización. Los partidos patronales y la Iglesia están conspirando día y noche para que la crisis la pague el conjunto del pueblo trabajador y pobre. Mientras hay sectores referenciados en el “progresismo” que proponen una alianza con la Iglesia en contra de Macri y nos dicen, como hizo la señora Cristina Fernández, que “no nos enojemos con la Iglesia”; nosotres proponemos sí enojarnos, pero que todo ese enojo se transforme en organización.
Por esto invitamos le proponemos a todes realizar una charla-debate el 8 de noviembre a las 15.30 en la Facultad de Humanidades de la UNL para discutir sobre el rol que ha jugado la Iglesia y su alianza con el Estado. Sobre cómo organizarnos para romper con esta alianza conservadora y cómo enfrentar la sanción de un presupuesto que solo traerá el hundimiento de nuevos sectores en la pobreza, en especial de las mujeres.
Invitamos a todes a militar en cada cursada y lugar de trabajo esta charla para poder organizar una enorme fuerza que se le plante al gobierno y al oscurantismo. Invitamos formalmente a les compañeres del Partido Obrero a militar con nosotres esta charla, siguiendo la propuesta de partido unificado que realizamos hace algunas semanas. Creemos que los tiempos que se avecinan requieren de una enorme responsabilidad política y coincidimos en que la unidad se dará de la mano de una militancia conjunta. La propuesta está hecha, a levantar la campaña de ¡Iglesia y Estado, asuntos separados!