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Red Internacional
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Fachos al ataque. Si hasta el “progresismo” se derechiza, ¿por qué un día no iba a volver Aldo Rico?

El teniente coronel del Ejército y gestor de los levantamientos carapintadas que lograron la impunidad de miles de genocidas en los 80, se había retirado de su carrera política tras ser funcionario de gobiernos peronistas hasta hace algunos años. La crisis no sólo trajo a los Milei y los Espert, sino que parece resucitar a los dinosaurios. Ahora Rico propone “reunir” a los militares para defender a la “patria” de la “anarquía” y la “disolución”. Un discurso que regresa al calor de políticas de ajuste y represión a los que luchan.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Viernes 22 de julio de 2022 11:40

Un video de cuatro minutos y 28 segundos comenzó a circular en las últimas horas por grupos de Whatsapp, por redes sociales y por Youtube. Allí Aldo Rico, teniente coronel (retirado) del Ejército y uno de los creadores del “movimiento carapintada” que protagonizó varios levantamientos militares en los años 80, realiza una arenga dirigida a sus “camaradas” (retirados y en actividad). La excusa es la actual crisis económica, social y política que atraviesa la Argentina en el marco de las políticas encaradas por el Frente de Todos, combinadas con la “herencia” desastrosa dejada por Juntos por el Cambio a fines de 2019.

En concreto, Rico dice que “cuando la patria está en peligro todo es lícito menos dejarla desaparecer o perecer” y, para eso, los militares deben unirse, organizarse y “volver a tomar los enlaces”, cada cual donde esté. “Esto es una llamada de reunión, la llamada de reunión antes de las crisis y antes de la batalla, como se estila en nuestras Fuerzas Armadas”, sentencia desde su casa de San Miguel mirando a cámara.

Las ideas de Rico y sus secuaces encuentran cierto “eco” en una sociedad sumida en una crisis que se agrava, donde llegar a fin de mes es una epopeya para millones de trabajadoras y trabajadores mientras un puñado de corporaciones capitalistas aumentan sus fortunas a costa de remarcar precios, exportar en condiciones excepcionales y dar golpes de mercado para presionar por una mayor devaluación del peso (ergo, de nuestro poder adquisitivo).

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La “postal” que ve Rico para hacer su llamado no es otra que la de una gran parte de la población cada vez más empobrecida, producto de las políticas impulsadas por todos los gobiernos, a lo que se suma la cada vez más visible aparición en las calles de miles de trabajadoras y trabajadores informales, desocupados e incluso con empleo formal que reclaman dejar de perder y buscan mejorar lo más que se pueda sus críticas condiciones de vida.

Obviamente Rico no es partidario de la rebelión popular contra el ajuste y los planes del FMI. Todo lo contrario. Él fue parte de la misma dictadura cívico-militar-eclesiástica que ejecutó un genocidio contra la clase obrera y los sectores populares de vanguardia que entre fines de los 60 y principios de los 70 pusieron en jaque a cada gobierno impuesto por las clases dominantes.

Por eso Rico habla de la supuesta defensa de valores “republicanos” que encarnarían las Fuerzas Armadas para enfrentar la amenaza de “los movimientos piqueteros” en las calles, supuestos privilegiados de un supuesto “festival de planes”. Esos actores sociales, según su visión, estarían convocando “a la sangre” y “a la violencia” en un marco de “anarquía” en el que “no hay gobierno”. Y como él es un “veterano” de la llamada “guerra contra la subversión”, se siente convocado a intervenir junto a sus “camaradas” de armas y a los “hombres de campo”, que según él serían los que “producen y trabajan en la república Argentina”.

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“Lamentablemente en nuestra amada patria se ha reemplazado la historia por la memoria”, dice provocador contra la larga lucha del movimiento de derechos humanos en Argentina, que por el contrario se enfrentó a la “historia” que siempre quisieron contar la burguesía y sus servidores políticos y militares. “Nosotros formamos parte de la historia porque somos veteranos” de “dos guerras”, una “contra el inglés” y otra “contra la subversión”, sentencia rígido el político peronista de 79 años.

Por eso se dirige “a todos los veteranos de todas las jerarquías” militares, a quienes propone “prepararse” porque “en nuestra amada patria lamentablemente las circunstancias de violencia y de disolución se van a profundizar” y el país puede ser “arrastrado” a convertirse en Venezuela, Irán o Cuba. Demasiado cliché reaccionario para tan pocos minutos.

En su arenga, Rico se identifica como parte de quienes “lucharon” por “la patria” y tienen a sus “camaradas muertos por la patria” o “prisioneros por defender a la patria”. “Tenemos que unirnos, para eso tenemos que organizarnos, para eso tenemos que volver a tomar los enlaces y organizarnos cada cual donde esté. Esto es una llamada de reunión, la llamada de reunión antes de las crisis y antes de la batalla, como se estila en nuestras Fuerzas Armadas”, sentencia.

Y agrega: “Les pido que se pongan de pie, que recuperen su autonomía intelectual y política, que se unan, que se reúnan, que se organicen y que establezcamos un adecuado enlace entre todos nosotros. Tenemos que estar al lado de nuestras Fuerzas Armadas, de nuestro ejército, si las circunstancias (como pareciera ser) se pronuncian en más disolución y más violencia”.

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¿Pero quién es Aldo Rico?

Probablemente quienes peinan canas tengan aún presentes en sus recuerdos los levantamientos carapintadas de 1987 y 1988, encabezados por Rico y una banda de facinerosos que, ametralladoras en mano, lograron hacerle firmar al entonces presidente radical Raúl Alfonsín su compromiso de impulsar la ley de Obediencia Debida que garantizó durante dos décadas (con la anuencia del Partido Justicialista) la impunidad absoluta para miles de genocidas de la calaña de Miguel Etchecolatz, Alfredo Astiz, Jorge Acosta, Santiago Riveros o Luciano Benjamín Menéndez.

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Esa ley, junto a la de Punto Final y los indultos dados luego por Carlos Menem al puñado de jerarcas de las juntas militares condenadas en 1985, fueron la garantía de la preservación del aparato represivo del Estado con el que se continuó reprimiendo hasta hoy, a sangre y fuego, a la población trabajadora cada vez que salió a luchar en las calles, en las fábricas y en los barrios.

Y no hay que olvidar que Rico, lejos de terminar condenado y preso por aquellos levantamientos carapintadas, fue “premiado” por esta democracia para ricos, especialmente por el peronismo. Así, como varios genocidas, se recicló y abrazó un falso republicanismo que lo encumbró en diversos puestos.

Rico fue nada menos que convencional constituyente en 1994, intendente de San Miguel en 1997, ministro de “Seguridad” de Carlos Ruckauf y Felipe Solá en 1999, concejal de San Miguel en 2009 y se volvió a candidatear en 2011 para intendente de esa ciudad del Gran Buenos Aires en una lista presidencial encabezada por Eduardo Duhalde.

Y no hay que olvidar que en 2007 el entonces diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel había propuesto a Rico como presidente del PJ de San Miguel, compartiendo actos y eventos del Frente para la Victoria junto a él. Eran los tiempos en los que el kirchnerismos (con Néstor y Cristina a la cabeza) buscaba reunir al peronismo disperso tras la diáspora de 2001. Y, como se sabe, más allá de las “diferencias”, para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.

2007 | Carlos Kunkel y Aldo Rico en un acto en San Miguel
2007 | Carlos Kunkel y Aldo Rico en un acto en San Miguel

Habrá que ver si, en tiempos en los que personajes como Javier Milei o José Luis Espert encarnan una pseudo “nueva política” con valores tan similares a los de los dinosaurios como Rico, al excarapintada le queda algún margen de maniobra para conseguir adeptos y tallar en la arena política. Ganas no le faltan y, muy probablemente, los liberfachos vean en él un potencial aliado que aporte “mística” y “experiencia”. Todo puede ser.

Lo cierto es que las trabajadoras, los trabajadores, la juventud y los sectores populares tendrán que enfrentarlo a él también si es que se pretende atacar las bases mismas de un sistema de explotación y opresión que degrada cada día más las condiciones de vida de las mayorías. Para eso, hay que empezar por desenmascarar a los enemigos.


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc

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