Siempre juntos. Dos en uno. El uno sin el otro. Guardianes de las canciones y las palabras en idish. Así vivieron, construyendo memoria y un gran legado que sobrevolará por generaciones. Un homenaje feliz para la bobe y el zeide del Max Nordau.
Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Viernes 23 de junio de 2023 20:11
Foto: Daninh
¿Cuánto puede durar el amor?, ¿acaso tiene límites? ¿Hay amor después del amor?, ¿acaso con la muerte se termina? ¿El amor entre dos personas puede ser, aún en estos tiempos líquidos, para toda la vida? Sí.
La historia de Sofía Resches y Alejandro Hirsch es la respuesta a todos esos interrogantes. Los 75 años que compartieron juntos decretan que el amor es más fuerte. Ella tenía 91 y él 93 cuando fallecieron, con poquitas semanas de distancia. Y es que la historia que escribieron juntos, tenían que terminar juntos. No podía ser de otra forma.
Se conocieron en el Max Nordau, una de las instittuciones de la colectividad judía de la ciudad de La Plata; el club de sus grandes amores. Los unió el amor por el teatro y fueron los artífices de las más hermosas sonrisas con los disfraces que la casa Hirsch vistió por décadas a la ciudad de las diagonales.
Alejandro y Sofía tomaron las riendas de proteger y sostener el cancionero judío y asumieron la tarea de ser los guardianes de las canciones en idish- ese idioma de nuestra cuna judía que resiste al olvido- recorriendo tierras con el “Mameloshn”, la marca registrada del Coro Climn, uno de los baluartes del club.
Con igual ímpetu cultivaron la hermandad de las grandes amistades, el gesto solidario, la convicción de la palabra, el resguardo de lo justo, la fuerza de la tradición. Supieron abrir puertas en tiempos oscuros y en días de fiesta.
A pesar de los cuerpos abatidos por una salud quebradiza, hicieron el traspaso de la historia a sus hijos y nietos, siempre con un brindis por la hermosa vida.
Sofía se fue un 24 de mayo, Alito la siguió un 16 de junio. Claro que hubo lágrimas, pero las anécdotas fueron más fuertes que la tristeza de su partida. Y como no podía ser de otra manera, no hubo un adiós, hubo una canción en idish para festejarlos.
Sofía y Alejandro. Su ADN impregnado en las paredes del Max para siempre. Gracias por las sonrisas, las historias y los disfraces. Buen viaje.