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Red Internacional
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DERROQUEMOS EL LEGADO DE PINOCHET. Solo con nuestra movilización y sin Piñera acabaremos con toda la herencia de la dictadura

Millones mostraron su repudio a la constitución de Pinochet en el plebiscito del 25 de octubre. Fue una expresión del profundo rechazo al Chile capitalista y neoliberal, al Chile de la desigualdad, de los sueldos y pensiones de hambre, de las filas en los consultorios, de la juventud sin futuro y endeudada, de la riqueza en manos de un puñado de familias y grupos económicos nacionales y extranjeros, de la represión a quienes salen a las calles y al pueblo mapuche. Pero ese sistema en cuestión no ha sido derrotado, tampoco el legado de Pinochet. Tenemos que echarlo abajo con movilización y retomando el camino de la huelga general.

Viernes 30 de octubre de 2020

Más de 5,8 millones de personas votaron a favor del “apruebo” ante los 1,6 millones de votantes que apoyaron el “rechazo”. Fue un triunfo arrasador, indiscutible, que dejó a la derecha y al Gobierno a la defensiva, si tomamos además en cuenta la elección del “tipo de órgano”, donde la convención mixta- propuesta de Chile Vamos- también fue una minoría. Pero, pese a este golpe, inmediatamente desde La Moneda, en conjunto con todos los partidos, del oficialismo y de la “oposición”- incluido el Frente Amplio y el Partido Comunista- salieron a festejar la “fiesta de la democracia”, la “esperanza” tras la votación y el supuesto “derrocamiento” del legado de Pinochet.

Pasaron menos de 24 horas y se comenzó a hablar de las y los candidatos a constituyentes desde los partidos del régimen- como los titulares de Minería y Educación, Baldo Prokurica (RN) y el repudiado Raúl Figueroa, también gente como el UDI Longueira, entre muchos otros-, de candidaturas a las presidenciales con personajes como el PPD Heraldo Muñoz, y con declaraciones desde los grandes empresarios agrupados en la CPC anunciando que también disputarán puestos para expresar la posición de los capitalistas del país.

Se cuelgan del triunfo del “apruebo” y rápidamente mueven las piezas para asegurar que el proceso constituyente, y la convención constitucional llena de trampas y límites, esté lo más controlada posible por los mismos de siempre, mientras le hacen creer al pueblo que serán ellos los que resolverán los problemas estructurales, después de décadas gobernando y profundizando la herencia de la dictadura. ¿Cómo evitar un nuevo engaño? ¿De qué forma podremos terminar con la herencia de la dictadura y todo su legado?

Los partidos del régimen traman una farsa para mantener todo igual: la herencia de la dictadura debemos echarla abajo

Sin duda, el hecho de que en Chile se haya realizado un plebiscito para decidir si se cambia o no la constitución de Pinochet es resultado de la enorme demostración de fuerzas del pueblo trabajador, de la juventud, de las mujeres, de las poblaciones, expresado en la rebelión popular. Fue su punto más álgido con la huelga general del 12 de noviembre- que planteó como posibilidad real la caída del gobierno de Piñera- lo que provocó la unión de todos los partidos del régimen- con la participación directa del Frente Amplio, y con la posterior aceptación en los hechos del Partido Comunista- para salvar a Piñera y al régimen político, dando como propuesta el “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución”. Este pacto fue la respuesta del régimen para desviar la movilización en las calles y evitar que entraran en escena batallones estratégicos de la clase trabajadora, lo que habría complicado realmente a quienes defienden el Chile capitalista y neoliberal.

Tras la victoria en las urnas del “apruebo”, Gobierno, Chile Vamos, la vieja-nueva Concertación, y la izquierda reformista del FA y del PC, aplaudieron lo que sería un “triunfo de la democracia”. Los medios de comunicación tradicionales también han hecho lo suyo al divulgar que esta votación “sepultaría” el legado de Pinochet. Pero, ¿esto es así? De ninguna manera. Los grandes empresarios, sus partidos y sus medios de comunicación están preparándose para defender los pilares centrales del Chile de los 30 años, como el intocable derecho de la propiedad, el control y saqueo de los recursos estratégicos por parte de los monopolios nacionales y extranjeros, los límites al gasto fiscal, la autonomía del Banco Central, entre otros. Justamente, para defender este legado de Pinochet y del régimen de la dictadura es que hace meses se establecieron límites para el proceso constituyente- y para cualquiera de las convenciones elegida-, se fijó qué se podrá discutir y modificar y qué no. Es decir, cambiar cosas menores, para mantener lo esencial. Para ello será el quórum de los ⅔ que le entrega poder de veto a una minoría; la prohibición de modificar los tratados internacionales vigentes, por lo cual no se podrán cambiar las AFP, ni tampoco tratados que se relacionen con recursos naturales, ni con educación superior; tampoco podrán postularse dirigentes sindicales ni sociales, entre otras trampas del proceso.

La convención será impotente de poner fin a las herencias de la dictadura, y operará en una situación con crisis económica y social que plantea menos capacidad de concesiones profundas y más ataques de los capitalistas.

Para terminar con el legado de Pinochet debemos retomar la movilización en las calles y el camino de la huelga general. Solo así podremos terminar con la herencia de la dictadura e imponer una AC Libre y Soberana

Pero nuestra fuerza tiene para mucho más. Millones mostraron su repudio a la constitución de Pinochet en el plebiscito del 25 de octubre. Fue una expresión del profundo rechazo al Chile capitalista y neoliberal, al Chile de la desigualdad, de los sueldos y pensiones de hambre, de las filas en los consultorios, de la juventud sin futuro y endeudada, de la riqueza en manos de un puñado de familias y grupos económicos nacionales y extranjeros, de la represión a quienes salen a las calles y al pueblo mapuche. Ese sistema en cuestión no ha sido derrotado, tampoco el legado de Pinochet. Tenemos que echarlo abajo con movilización y retomando el camino de la huelga general.

Con la fuerza de millones debemos llevar nuestros anhelos y exigencias al terreno de la lucha de clases en las calles. Es esta fuerza, la de las y los trabajadores, de la primera línea de salud, de la minería, transporte, y otros lugares de trabajo, la que si se despliega podría conquistar la liberación de los presos políticos de la revuelta, el juicio y castigo a los represores, y la que podría imponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y no el pueblo trabajador; un programa para conquistar pensiones y salarios dignos; educación y salud pública y gratuita garantizada para toda la población; fin al subcontrato y la precarización; la renacionalización de los recursos naturales y estratégicos bajo control de trabajadores/as y comunidades; la devolución de las tierras al pueblo mapuche y el derecho a la autodeterminación; las reivindicaciones de las mujeres y los sectores oprimidos, entre otras demandas de la rebelión que cuestionan la herencia de la dictadura.

Solo con la movilización de masas en las calles podremos aspirar a conquistar todas nuestras reivindicaciones y hacerle frente a la resistencia de grandes empresarios, de la derecha y los partidos de los 30 años. Es este camino el que debemos retomar, el de la movilización, que permita el surgimiento de organizaciones de las y los trabajadores y el pueblo pobre, que encabecen la lucha por echar a Piñera y por acabar con el régimen de la dictadura, abriendo el paso a una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana, y a un Gobierno de las y los trabajadores.

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