Un informe de Cepa señala que las empresas medianas y pequeñas son las que protegen el empleo, mientras las grandes despiden. Un embellecimiento de los patrones que más concentran empleo en negro.
Mónica Arancibia @monidi12
Miércoles 28 de junio de 2017
El lunes, en una nota titulada “El colchón social de las pequeñas empresas”, el diario Página/12 difundió los datos de un informe elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que sostiene que las Pymes “se resisten” a despedir a pesar del ajuste del macrismo, a diferencia de las grandes empresas que registraron mayores niveles de bajas de puestos de trabajo.
El kirchnerismo y otros sectores del peronismo hace tiempo quieren mostrar a este sector empresarial como un aliado clave de los intereses de los trabajadores, intentando demostrar que ese conjunto de capitalistas terminó igual de afectado por el ajuste macrista que los millones de personas que sólo pueden vivir de un salario.
Ayer el ministro de Producción, Francisco Cabrera publicó una columna de opinión en Clarín en defensa de las Pymes. El funcionario afirmó “sabemos que 2016 fue un año difícil, especialmente para las Pymes que viven del consumo interno. Por eso hicimos la Ley Pyme: por primera vez, todas las fuerzas políticas acordamos un marco sólido para ayudar a estas empresas que son el futuro del país”. Aunque para la población asalariada todo el tiempo tiene malas noticias, Cambiemos también quiere dialogar y recuperar el apoyo de este sector patronal.
Radiografía de las empresas
El universo de las empresas en Argentina y las Pymes no es homogéneo. Para la Fundación Observatorio PyME el límite máximo para considerar a una pequeña y mediana empresa es 200 trabajadores, mientras que la normativa vigente define a las PyME por el monto de facturación. En el caso de la industria y la minería la facturación no debe superar los $ 760 millones al año o en el comercio los $ 900 millones. Otro requisito es que no estén relacionadas con otra empresa o con grupos económicos nacionales o extranjeros que no cumplan con estas disposiciones.
Según datos del Ministerio de Producción, en el país hay alrededor de 605.000 empresas privadas empleadoras registradas. De este grupo más del 99 % (602.079) tienen menos de 200 ocupados y sólo el 0,6 % (3.547) son grandes empresas, con más de 200 ocupados.
Las microempresas (las que tienen menos de 9 trabajadores) son el 85,2 % del total de empresas privadas empleadoras registradas y concentran el 20,4 % del empleo privado formal. Las pequeñas empresas (entre 10 y 50 trabajadores) son el 11,8 % y tienen el 22,6 % del empleo, y las medianas (de 51 a 200 obreros) representan el 2,4 % de las empresas y agrupan el 21,4 % del empleo. Es decir que entre las micro, pequeñas y medianas concentran el 64 % del empleo privado formal, según datos del Ministerio de Producción.
Estos datos corresponden a lo “registrado”, pero existen también otro tipo de empresas como las que casi no tienen trabajadores o cargo o talleres chicos y empresas ligadas a las grandes empresas que no declaran la relación para beneficiarse de las ventajas impositivas del sector. Ese conjunto de empresas están en manos de capitalistas íntimamente ligados a los empresarios “formales” y se reparten con ellos, a veces más armoniosamente que otras, la producción, la distribución y la comercialización.
Rubén Ascúa, el titular de la Red PyMEs Mercosur, afirmó en el diario el Cronista que las Pymes tienen un 40 % menos de productividad que las grandes empresas. Esta diferencia hace que los patrones con el fin de mejorar sus ganancias tengan peores condiciones laborales para competir con las más grandes. Por ejemplo, el empleo “en negro” se concentra en las empresas pequeñas y medianas, así un estudio realizado por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM), desde el 1 de enero hasta el 30 de junio pasado en referencia al mismo período de 2015, registró que el empleo en negro subió más de 40 % en el primer semestre.
Nada de eso aparece en las notas como la de Página/12, donde se intenta mostrar a empresarios sensibles y consustanciados con la realidad de millones de trabajadoras y trabajadores.
Evolución del empleo
Las medidas del macrismo impactaron en el incremento de la desocupación. A diferencia de lo que dice el Cepa, como si hubiese patrones buenos (los medianos) o patrones malos (grandes) los despidos también se registraron en las Pymes. Según un relevamiento llevado a cabo por el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM) y sus cámaras asociadas, los despidos ascendieron a 151.433 en los primeros meses del año, y cerraron o frenaron sus actividades unas 6.800 pequeñas y medianas empresas.
Desde la asunción de Macri, los indicadores laborales del Ministerio de Trabajo muestran que en las empresas de entre 10 y 49 trabajadores el empleo en la comparación anual en porcentaje cayó desde abril del año pasado hasta marzo de este año que dejó de ser negativo. En abril en comparación con el mismo mes de 2016, las empresas pequeñas tuvieron sólo una suba de 0,7 % en el total de aglomerados.
En el caso de las empresas que ocupan entre 50 y 199 trabajadores, en la misma comparación anual y en porcentajes, el empleo comenzó a derrumbarse en julio de 2016 hasta abril de este año que descendió 1 % en relación al mismo mes del año pasado.
Las empresas que tienen más de 200 trabajadores tuvieron, desde diciembre de 2015 a abril de 2017 crecimiento y caída del empleo mes a mes. En abril de este año, según el Ministerio de Trabajo, aumentó su plantel sólo un 1,1 % en comparación con el mismo mes del año anterior.
Los datos muestran que a diferencia de lo que afirma Cepa no es posible concluir que los empresarios Pymes se “resisten” a despedir, en las pequeñas y medianas empresas el empleo bajó.
La variable de ajuste son los trabajadores
El kirchnerismo y las vertientes del peronismo argumentan que como las Pymes, en su gran mayoría, destinan sus ventas al mercado interno, si les va mal, se ven perjudicadas al igual que los trabajadores ante la caída de la economía.
Sólo 100 empresas concentran más del 75 % de las exportaciones del país por este motivo se apunta a jerarquizar el mercado nacional para un gran sector del empresariado. Sin embargo, como se observó en los datos, el empleo cayó en las empresas grandes, en las medianas y pequeñas también. Si algo comparten ambos sectores empresariales es en salvaguardar sus ganancias y para eso no dudan en despedir, suspender o flexibilizar las condiciones de trabajo.
Durante el kichnerismo el sector empresarial obtuvo importantes ganancias, “se la llevaron en pala” dijo Cristina, pero cuando la bonanza económica declinó el sector empresarial medio y pequeño perdió más rápido que las más grandes, que suelen tener más mecanismos para compensar las pérdidas. A pesar de esto despiden igual para mejorar su rentabilidad, como se ve en Pepsico, una multinacional que quiere cerrar su planta dejando a 600 trabajadores en la calle.
Los intereses de los trabajadores son contrapuestos a los sectores empresariales. No hablamos acá del verdulero, el carnicero, el kiosquero, el cuentapropista, el profesional independiente o el pequeño productor, que no explotan mano de obra asalariada, pero que muchas veces son emparentados por la ideología capitalista con los grandes empresarios, como si fuesen lo mismo, por ejemplo, que una multinacional automotriz. La clase obrera necesita una política independiente para pelear no sólo por sus propias demandas sino por las del conjunto de los explotados.
Te puede interesar: El patrón don Carlos, ¿amigo del pueblo?
Mónica Arancibia
Nacida en Bs. As. en 1984. Es economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.