Los gritos de Marcos Galván en la madrugada del pasado miércoles despertaron a los vecinos que viven en los alrededores del arroyo Los Berros, ubicado dentro del barrio Obligado. Cinco efectivos del Centro de Operaciones Municipales lo asfixiaban en el suelo del asfalto. "No puedo respirar", intentaba decir Marcos. Su delito: haber filmado con su celular como la Policía golpeaba a su amigo. Su destino: la comisaría de Bella Vista.
Miércoles 22 de febrero de 2023
Sus amigos y vecinos se acercan al lugar de la detención ante los pedidos desesperantes de auxilio por parte de Marcos. Les gritan a los uniformados que lo suelten. Algunos intentan salvarlo de las dos rodillas en la espalda y una en el cuello, pero es imposible: la brutalidad policial es tan fuerte como la luminosidad de los cuatro patrulleros estacionados.
Los ladridos de los perros callejeros acompañan los gritos de exigencia de liberación de Marcos. Él sigue en el suelo, con el torso desnudo lleno de golpes. Su padre, David, llega y no puede creer lo que está delante de sus ojos. Se abalanza sobre los efectivos, pero lo empujan y recibe dos golpes en su cara. Un uniformado se pone delante de él y no lo deja avanzar. “Era muy desesperante la situación, al ver que gritaba faltándose el aire pensé que en cualquier momento lo mataban", declaró en una radio local días después de lo ocurrido. David le señala con su dedo hacia la cara del policía todas las irregularidades que estaban ocurriendo. Pero nada les importa, solo llevar al joven a la comisaría más cercana.
Los policías levantan al joven, quien trabaja como ayudante en un taller mecánico, como si fuera una bolsa de papas. Agarrado de los brazos y tambaleando producto de los golpes, los efectivos policiales lo colocan en un patrullero. Su padre va al rescate, pero de nuevo es golpeado y termina esposado sobre el capó de unos vehículos policiales. Los móviles policiales se retiran, pero la represión continúa.
Policía del COM apresando a Marcos
Primero los votos
Barrio Obligado se encuentra en la localidad sanmiguelina de Bella Vista y limita con el partido de Hurlingham. Su perfil socio-territorial no tiene nada que ver con el San Miguel de los countries y barrios cerrados. Mientras frente a él se construye el emprendimiento “Nuevo Bellavista” (cual contaría hasta con una laguna artificial y tres parques de alrededor de 5 hectáreas), la precariedad laboral y la falta de acceso a una vivienda digna son las protagonistas de Obligado. Ante una inflación descontrolada, abundan las familias que deben elegir entre comer o pagar el alquiler.
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La bronca generada por estas realidades es alimentada por la cotidiana violencia policial que padece el barrio, de la cual los jóvenes son quienes más las sufren. En el 2016, la organización social “El Gallo Rojo” denunció que efectivos de la Policía municipal le dieron una feroz golpiza a un joven menor de edad que se negaba a borrar un video que filmó con su celular, cual contenía una discusión entre vecinos donde la policía solo miraba el incidente.
“El adolescente se negó y entre siete efectivos empezaron una feroz golpiza en diferentes partes del cuerpo del menor, quien incluso recibió un culatazo en su cabeza. Mientras los vecinos y vecinas se quejaban por el injusto accionar de la fuerza, uno de los efectivos toma el celular y borra el video. Producto de la golpiza, el menor, termina siendo internado en el hospital de Hurlingham”, expresaban en un comunicado.
La brutalidad policial no solo apunta contra la juventud, sino contra las familias que menos tienen. En julio del año pasado, un centenar de familias fueron reprimidas y desalojadascuando intentaron recuperar un predio, lindante al Río Reconquista y ubicado dentro del barrio Obligado, para construir sus viviendas. Este espacio se estaba convirtiendo en un basural. Hubo siete detenidos. Las familias decidieron realizar un corte de ruta para exigir la liberación de los detenidos. Sostuvieron que "cuando quieren votos, lo primero que hacen es venir a buscarte, pero ahora nos reprimen y nos llevan detenidos".
Resistencia a la autoridad
Nadie sabía a qué comisaría eran llevados los detenidos. En búsqueda de respuestas, Iván, hermano de Marcos, persigue a los patrulleros. En frente a un taller de chapa y pintura, los móviles frenan y lo interceptan. “Tres municipales lo tiran al piso, le pegan, lo esposan y le rompen el celular”, relata David. Ahora, los detenidos son cuatro.
Momento de detención a Iván
La madrugada del miércoles es un infierno. Luego de que les realizan el precario médico (informe que realiza un profesional de la salud al detenido antes de entrar a un institución de encierro), los detenidos terminan en la Comisaría 2da de Bella Vista. Recién a las 6am, pudieron recuperar su libertad, pero se llevaron una causa por “resistencia a la autoridad”.
El padre de Marcos ese mismo día se acerca a la Fiscalía de Malvinas Argentina, donde esperaba con confianza que puedan darle una respuesta porque como dijo él, "por lo menos mi hijo ahora está vivo y no voy a parar hasta que se haga justicia". En la fiscalía no le aceptan el material audiovisual que mostraba las golpizas que sufrieron tanto él como sus hijos. El manoseo y la indignación crece.
Para que no le pase a ningún pibe
Los vecinos cortaron el Puente Gorriti, cual cruza la Avenida Gaspar Campos con la autopista del Buen Ayre, para exigir que los efectivos involucrados sean desafectados de su función. Con indignación, una vecina relató que “todos los días, los policías te frenan, te manosean, pueden golpearte o, sino, matarte”.
Sería imposible hacer una reseña aquí (así sólo sea de este barrio) de todos los casos de violencia, abusos y asesinatos de parte de esta institución. Son muchísimos testimonios, y llegan muchos más de otros distritos donde se vive la misma impunidad:
"Queremos justicia por este hecho y vamos a seguir peleando contra el abuso de autoridad y la violencia policial para que esto no pase más a ningún pibe, a nadie, acá y en todos lados".
"Hoy Marcos está vivo, pero ¿y si no? No puede ser que haya que esperar un muerto para movilizarnos y que se conozca este accionar de la policía".
"Los policías que no pegan ni roban, callan, son cómplices, y si hablan los meten presos o los matan directamente".
"Tenemos miedo porque sabemos de lo que son capaces. Da miedo exponerse, pero lo vamos a seguir haciendo porque no queremos más vivir así, no queremos más violencia, queremos disfrutar. Queremos justicia acá y en todos lados. El camino es este, no quedarnos callados y estar unidos".
"Mañana pueden ser nuestros amigos, hijos, hermanos, padres, que tengan que contar una golpiza…si es que pueden contarlo…".
"Nos paran para identificarnos hasta con nuestros niñes pequeños. Cuando hacemos competiciones de hip hop en la plaza nos paran como si estuviéramos haciendo algo ilegal. Sólo hacemos arte y nos divertimos".
En momentos donde los medios hegemónicos y los partidos tradicionales reproducen mensajes que reclaman el uso de picanas portátiles Taser, el pedido de “cárcel o bala” para un dirigente piquetero, la celebración ante la construcción de cárceles y comisarías, y la tergiversación de los casos Báez Sosa y Dupuy para alentar el revanchismo y la justicia por mano propia, se debe entender lo ocurrido en barrio Obligado como una postal de un futuro próximo en el que la descarga eléctrica, la bala de plomo y la tortura van a estar destinadas a jóvenes como Marcos y trabajadores como David.
Repudiar estos mensajes, desnudar la impunidad y organizarse contra la violencia policial y la represión es el camino para que, en vez de filmar como golpean a un amigo, podamos registrar momentos que valgan la pena recordar.
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