Boca derriba las chances de River de mantenerse en pie en la pelea por el título. Fue un justo 1-0 en el Monumental que pone a los de Arruabarrena nuevamente como punteros.
Lionel Pasteloff @LionelPasteloff
Lunes 14 de septiembre de 2015 13:25
Festeja Boca y le sobran razones. Luego de una semana convulsionada (como viene ocurriendo siempre que el equipo pierde), llegaba al Monumental con la fe algo gastada. River, más allá de los éxitos recientes, no representaba un problema tan grande como los que se impone el xeneize a sí mismo, mutando en medio de partidos de equipazo a rejuntado de barrio.
El asunto empezó complicado, porque nunca es conveniente perder a un jugador al minuto, y menos si ese es Gago (que más allá del nivel reciente, no tenía un reemplazante y obligó a cambiar todo lo planeado). Ingresó Lodeiro, en lo que pareció una reparación por no haberlo puesto de entrada.
Fue más Boca de arranque. Se paraba en campo de River y presionaba la salida. Forzó varios errores de Mammana (un desastre con la pelota) y mostró un grado de ambición que lo puso muy por arriba del local. Fue así como llegó al gol. La peleó Palacios, la buscó Tevez y la metió Lodeiro. Tres jugadores visitantes fueron y accionaron, ante la pasividad riverplatense.
No le sobraron a ese primer tiempo chances de gol. Meli se la robó a Mammana y casi habilitó a Palacios, pero el pase fue malo. Luego Alario cabeceó al cuerpo de Orión, en un despertar de los de Gallardo hacia el final de la primera etapa. Antes del cierre de la misma, Lucho González tuvo que reemplazar a un desorientado Ponzio. El volante se cansó de pegar y fue sustituído luego del grosero accionar de Darío Herrera, quien optó por no expulsarlo tras una patada.
Antes que se acomodaran las cosas en el complemento, nuevamente Alario cabeceó y esta vez exigió una respuesta mejor del arquero de Boca. River empezó a ir para adelante con una determinación ausente en el primer tiempo. Pero de a poco se fue diluyendo y no fueron más que vagas intenciones, obligaciones generadas por jugar en el Monumental. A los 19 se lesionó el ingresado González y el reemplazante Viudez fue aún menos decisivo. La visita apostó a salir de contra, pero Tevez estuvo aprobado sólo en cuanto a carácter y liderazgo, no en juego. Palacios se fue cansando y Chávez (su reemplazo) no hizo pie.
Fue así como el resultado se tornó predecible. Los de Arruabarrena no tuvieron nunca esa réplica decisiva, pero sin sobresaltos llegaron al cierre. River se expuso a sí mismo, demasiado dependiente de un Sánchez que no siempre puede abrir partidos. Alario quedó solo en la lucha ante la desaparición sin aviso de Mora. Martínez demostró que la 10 aún pesa y así la muralla no fue Boca, sino el propio déficit creativo del millonario.
El triunfo xeneize, tal como lo dijo Gallardo, se definió por detalles. La buena ubicación de Orión, la seguridad en el Cata Díaz y Erbes y la zurda de Lodeiro, esa que entró por un corte y le cortó a River las chances de meterse en la pelea.