El golpista intenta reorganizar a su corrupta base, pero tiene dificultades para imponer su reaccionario cronograma.
Sábado 5 de agosto de 2017
Tras imponer con la compra de votos su impunidad en el plenario de la Cámara de Diputados de este miércoles, el presidente golpista Michel Temer se reunió este jueves con su jefe de Gabinete Eliseu Padilha y el secretario de gobierno de la Presidencia Antonio Imbassahy, y con los diputados Aguinaldo Ribeiro, del Partido Popular de Paraiba y André Moura del Partido Social Cristiano de Sergipe, ambos líderes de bancada de sus respectivos partidos, para “estudiar” la repartija del botín entre sus cómplices. La base aliada del gobierno golpista, desde el rechazo de la denuncia contra Temer, ha presionado al mandatario con respecto a los cargos concedidos a “infieles” que votaron a favor de la denuncia, principalmente el PSDB.
En la tarde del jueves, Temer afirmó en una entrevista a Band News sentirse “fortalecido” a pesar que la votación a favor del gobierno el miércoles haya sido inferior a la que necesita para aprobar la reforma previsional. La diputada Jandira Feghali del PCdoB de Rio de Janeiro habría dicho después de la votación que es “obvio que el archivo temporal de la denuncia es una victoria, pero hubo una derrota política importante del gobierno porque buscaba salir con el quorum constitucional para ofrecer al mercado la posibilidad de la victoria del proyecto de enmienda constitucional del sistema previsional y no lo logró”, según el portal Brasil 247.
Entrevistado por el mismo medio, Chico Alencar del PSOL de Rio de Janeiro estuvo de acuerdo en que el gobierno seguirá enfrentando dificultades: “El gobierno siempre dijo que tenía más de 380 diputados. El resultado de la votación estuvo lejos de eso y no alcanza siquiera la cantidad necesaria para votar la reforma previsional, que son 308”.
Entre los parlamentarios de la base golpista, no hay consenso con la propuesta de cronograma de Temer, de poner en votación la reforma previsional en la primera quincena de septiembre e intentar aprobarla hasta fin de octubre. Por un lado, los golpistas intentan evitar que el tema, absolutamente impopular, se estire más allá del 2017 ya que el 2018 es un año electoral. Por otro, parte de la base golpista, según el diario Estadão, quiere aprobar antes de la reforma previsional la reforma política, de manera de garantizar su reelección, principalmente los partidos del llamado “gran centro”, como el PP, PR, PSD y PTB.
Además de la reforma política, las dos principales dificultades de Temer para poner en práctica su cronograma son la exigencia de cargos de los “infieles” por parte de la base golpista, que amenaza “trabar” la reforma e incluso no defender al presidente en caso que la fiscalía haga una segunda denuncia, y la “recomposición” de la bancada del PSDB, de la que menos de la mitad votó en contra de la investigación a Temer. El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del DEM de Rio de Janeiro, afirmó que será necesario “mucho esfuerzo” para cumplir el cronograma de Temer, y que no va a permitir que la reforma sea puesta a votación si la base golpista no conquista por lo menos 330 o 340 votos, lo que hace que el PSDB sea “clave”.
En contrapartida, el secretario general del PSDB, diputado por San Pablo Silvio Torres, aseguró que “No se puede mezclar con la votación. Probablemente el 90% de los diputados están a favor de la reforma previsional”, según la noticia de O Globo. El expresidente Fernando Henrique Cardoso sugiere a su propio partido: “vamos a hacer las reformas y luego decidir qué hacer”. El gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, dijo de manera eufemística, “Si dependiese de mí, el PSDB no habría participado del gobierno, aunque deba ayudar en todas las medidas de interés de la población” (¿!) mientras el alcalde de San Pablo João Dória fue más explícito: “Lo importante es proteger las reformas para que sigan en el Congreso”.
Seiji Seron
Estudiante de Economía (PUC-SP), Brasil.