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Red Internacional
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500 años de la caída de Tenochtitlán. Templo Mayor: de simbolismos, reapropiaciones (y cooptaciones)

La instalación de una réplica a escala del Templo Mayor en el Zócalo ha provocado debates en torno al simbolismo de la 4T frente al inminente aniversario de la caída de Tenochtitlán, que el próximo viernes conmemora su quincentenario.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Martes 10 de agosto de 2021

El 13 de agosto de 1521, las tropas de Hernán Cortés, quien comandaba una fuerza de entre 80 y 200 mil tropas entre españoles e indígenas de pueblos tributarios a la Triple Alianza, logra poner fin al Imperio Mexica.

La ciudad de Tenochtitlán había sufrido el asedio de las tropas de Cortés desde mayo de 1521, siendo golpeada por la artillería de los cerca de 15 cañones de bronce y los 13 bergantines que surcaban las aguas del lago de Texcoco. En junio, caía México-Tenochtitlán, obligando a los defensores a replegarse a la ciudad gemela de México-Tlatelolco. Un combate encarnizado de cerca de 80 y 300 mil guerreros leales a Cuauhtémoc defendió lo que quedaba de la ciudad flotante.

Los cantares nahuas rememoran el suceso en forma de poema —que reproducimos al final de este artículo—, de cuyos versos han salido comparaciones similares a aquella otra matanza, acaecida 447 años más tarde en esa misma zona. La placa de la zona arqueológica lo recuerda con cierta veracidad: "no fue ni victoria ni derrota, sino el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy".

Sin embargo, detrás del discurso del mestizaje, que ciertamente coadyuvó a eliminar el deleznable sistema de castas de la Nueva España, se esconde también ese discurso de que en México no existe la discriminación racial. Esa idea ha ayudado a sostener la opresión estructural a los pueblos originarios en este país, que en los tiempos contemporáneos se traducen desde masacres como la de Acteal y Aguas Blancas hasta procesos de despojo en los que participan mineras y compañías de agua embotellada.

Es así que, desde que inició su sexenio, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue investido en una ceremonia de Bastón de Mando, donde fue saludado por diversas comunidades que depositaban en él la confianza de que el gobierno mexicano por fin repararía los siglos de humillaciones y opresiones a los que los pueblos originarios han estado sujetos. Pero la realidad es que dicha situación ha continuado.

El próximo viernes, la llamada "Cuarta Transformación" (4T) estará ansiosa no sólo de fungir como mediadora en el conflicto de Venezuela, sino incluso de mostrar al mundo que tiene memoria para conmemorar 500 años de resistencia indígena. Ante la proximidad de la fecha, el gobierno ha puesto en marcha concesiones simbólicas y propagandísticas, como renombrar el Árbol de la Noche Triste, los restos del ahuehuete de Popotla donde se dice que Hernán Cortés lloró la expulsión de sus tropas de la ciudad, la muerte de sus soldados y la pérdida de una parte del tesoro que pudieron saquear, ahora renombrado Árbol de la Noche Victoriosa; asimismo, se renombró la estación del Metro Zócalo a Zócalo-Tenochtitlán y se renombró la avenida Puente de Alvarado (en referencia al conquistador Pedro de Alvarado), situada al poniente de la Alameda Central, a avenida Tenochtitlán.

De igual forma se instaló una réplica a escala del Huey Teocalli, el Templo Mayor cuyos adoratorios gemelos, dedicados a los dioses Tláloc, de la lluvia, y Huitzilopochtli, de la guerra, remataban la estructura que originalmente estaba ricamente decorada de murales y que, situada frente a Palacio Nacional —la actual residencia presidencial— medirá cerca de 15 metros de altura y será construida con fibra de vidrio y madera.

A escasos metros se sitúa el original, descubierto en 1978, hecho de tezontle y estuco, y que originalmente medía, según las crónicas, cerca de 40 metros de altura. Pero más allá de que se tratan de ruinas que sirvieron de cantera para la construcción de los templos y palacios adyacentes de los españoles, también se refleja el desdén con que la 4T contempla la historia actual, que deja vestigios materiales tangibles, en preferencia de una retórica vacía (como la réplica de madera, que evidentemente no tendrá las 6 etapas previas de construcción debajo de ella).

El techo de la zona arqueológica del Templo Mayor continúa colapsada luego de la granizada del pasado mes de abril. El presupuesto a los museos y la cultura continúa siendo recortado, con despidos en el sector, retrasos de pagos salariales y precarización, como lo atestiguan tanto el movimiento #YaPágameINAH y el saqueo del archivo histórico del INAH.

Pero la situación ni es actual ni cae del cielo. Los pasados gobiernos neoliberales del PRI y el PAN permitieron la entrada de las compañías mineras, cerveceras, hidroeléctricas y demás proyectos contaminantes, cuyas políticas en los hechos poco se distinguen de la 4T en materia de empleo, ya que fue justamente en el sexenio de Felipe Calderón donde se inauguró como alfombra roja la reforma laboral que legalizaba el outsourcing, cuyo modelo lo replicó Peña Nieto en las subsecuentes reformas educativa y de telecomunicaciones (por nombrar las más significativas).

La verdadera restitución de los daños que los pueblos originarios han sufrido no se dará con concesiones retóricas como cambiar nombres de fechas, calles y estaciones, sino frenando la injerencia de las compañías privadas nacionales y extranjeras, que actúan con la anuencia del gobierno mexicano (sea del color que sea) en contubernio con el imperialismo estadounidense, canadiense y europeo.

Esto no es posible gobernando "para ricos y pobres" como anunció López Obrador al inicio de su sexenio, sino un gobierno obrero impuesto por medio de la movilización independiente de trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, defensores de medio ambiente, jóvenes y todos aquellos oprimidos por este criminal sistema que ha generado millones de muertes por una pandemia que se pudo haber combatido con mayor eficacia.

Restituir el daño a los pueblos indígenas debe pasar por romper con los partidos del congreso y la 4T, expropiar a los empresarios que se han enriquecido con el despojo de los recursos naturales y poner sus ganancias al servicio de las necesidades de la mayoría de la sociedad, y como parte de eso, de la preservación de la cultura y la restauración del medio ambiente para poder tener una relación más armónica con la naturaleza y que los avances de la tecnología sean motivo de hacer nuestras vidas más sencillas y no servir solo al lucro que roba cada minuto de la fuerza de trabajo de millones mientras a otros millones los condena a la miseria.

Poema de los Cantares Mexicanos: Manuscrito de Tlatelolco

Cuando todos se hubieron reunido,
los hombres en armas de guerra
fueron a cerrar las salidas,
las entradas, los pasos.
Sus perros van por delante,
los van precediendo.

Entonces se oyó el estruendo,
entonces se alzaron los gritos.
Muchos maridos buscaban a sus mujeres.
Unos llevaban en brazos a sus hijos pequeños.
Con perfidia fueron muertos,
sin saberlo murieron.

Y el olor de la sangre mojaba el aire.
Y el olor de la sangre manchaba el aire.

Y los padres y madres alzaban el llanto.
Fueron llorados.
Se hizo la lamentación de los muertos.
Los mexicanos estaban muy temerosos.
Miedo y Vergüenza los dominaban.

Y todo eso pasó con nosotros.
Con esta lamentable y triste suerte
nos vimos angustiados.

En la montaña los alaridos,
en los jardines de la greda,
se ofrecen sacrificios,
ante la montaña de las águilas
donde se tiende la niebla de los escudos.

Ah yo nací en la guerra florida,
yo soy mexicano.
Sufro, mi corazón se llena de pena;
veo la desolación que se cierne sobre el templo
cuando todos los escudos se abrasan en llamas.

En los caminos yacen dardos rotos.
Las casas están destechadas.
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas.

Golpeamos los muros de adobe
y es nuestra herencia
una red de agujeros.

Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida
allí en Tlatelolco.


Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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