134 trabajadoras y trabajadores resisten el cierre de la fábrica, ocupando la plata para evitar su vaciamiento. Mientras crecen las muestras de solidaridad, el gobierno de Jalil no da respuestas.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Lunes 27 de mayo 09:10
Las trabajadoras y trabajadores de TextilCom se acercan a la primera semana de ocupación de la planta de Catamarca. La firma de Carlos Vilariño había planificado la semana pasada el cierre y vaciamiento de las plantas en La Rioja y Catamarca, pero aquí los trabajadores frustraron el plan patronal de llevarse el stock y la maquinaria. «Las máquinas no son de los empresarios. Las máquinas son nuestras», fue la frase de una de las operarias, que se volvió viral, generando la solidaridad con los 134 despedidos y generando más moral para una pelea que recién comienza.
En estas semanas de frío, la asociación cae de maduro. En TextilCom se fábrica indumentaria para varias marcas de ropa infantil y habían llegado pedidos para la temporada de invierno. Una campera para niños de una de esas marcas de primera cuesta entre $85.000 y $95.000, muy alejado de las posibilidades de los trabajadores que pelean por la reapertura de la textil.
“Nosotros ocupamos la fábrica para evitar que se lleven todo, que la dejen vacía. Estamos defendiendo nuestra fuente de trabajo porque queremos seguir trabajando. Muchos son jefes de familia o son jóvenes que ayudan a sus padres jubilados, por eso estamos defendiendo el sustento de nuestras familias. Hace dos meses que venimos con atrasos en el salario. Nos venían diciendo que ya nos iban a pagar pero a nosotros se nos acumulan las deudas y nunca nos pagaron. Ahora nos quieren echar”, cuenta una joven trabajadora.
Junto a los salarios adeudados y el cierre de la fábrica, la empresa montó una nueva provocación: en los telegramas de despidos que comenzaron a llegar, plantean el pago de solo el 50% de las indemnizaciones.
“A nosotros nos pidieron que esperemos, que nos pongamos la camiseta de la empresa. Trabajamos horas extras, sin cobrarlas, para que se pueda producir, vender y que nos paguen. Siguieron sin pagarnos. Es más, nos enteramos que nunca nos hicieron los aportes. Ahora después de recibir toda la plata Vilariño se declara en quiebra cuando nunca presentó nada”, comenta otra trabajadora sobre el fraude laboral que ocultaba Vilariño. “Yo ya soy grande, ¿dónde me va a contratar teniendo 50 años? No es solo eso, también están los jóvenes. ¿Dónde van a conseguir trabajo si no hay en ningún lado”, agrega.
Un Régimen de Fomento al servicio de los empresarios
Fogoneado por la prensa macrista, en 2021 Carlos Vilariño era presentado como un empresario que quería generar puestos de trabajo pero no encontraba mano de obra. “Falta cultura de trabajo”, repetía. En esos meses el CEO de TextilCom se reunía sonriente con Alberto Fernández y Patricia Bullrich, que lo mostraban como un emprendedor que a su planta en Buenos Aires iba a sumar dos en Catamarca y La Rioja. Cuando inauguró la sede catamarqueña, en agosto de 2022, repitió su discurso de la falta de “cultura de trabajo”: «Me parece que a la gente le hace falta todo un trabajo de profundización sobre lo que significa ser productivo y trabajar en la actividad privada, que no tiene nada que ver con trabajar en el Estado». Ahora bien, ¿cómo llegó Vilariño a Catamarca? Spoiler alert: haciendo negociados con el Estado.
En mayo de 2022 el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, y el entonces ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, anunciaron la ampliación del Régimen de Fomento para la Promoción de la fabricación de indumentaria y calzado en Catamarca y La Rioja. En la firma del acuerdo estuvieron Vilariño (TextilCom) junto a Daniel Awada (Cheeky, cuñado de Mauricio Macri), Daniel Rabinovich (RA Intertrading) y Marcelo López Imizcoz (Derwill). Con este acuerdo el Estado y las provincias bonifican hasta el 80% de las contribuciones patronales y aportes personales, junto a la incorporación de empleados con el programa Potenciar Trabajo. A su vez se amplió dos líneas de financiamiento complementarias a través del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (hasta $3.500 millones) y la Línea Desarrollo Federal para Inversiones en Catamarca (hasta $3.000 millones en tres tramos). También el Ministerio de Industria de Catamarca facilitó a TextilCom la recuperación del predio de la fábrica Yersiplast (textil que cerró en 2017). Por último, este ministerio también financió los talleres de capacitaciones de los operarios y el personal jerárquico.
Vilariño es otro de los tantos empresarios que hace negocios a base del Estado mientras habla de “falta de cultura de trabajo”. Después de recibir todos los beneficios, deja en la calle a 134 familias.
Jalil no da respuestas (mientras apoya el ajuste de Milei)
La situación en TextilCom está enmarcada en el ajuste nacional que lleva adelante Milei y donde Jalil ha decidido jugar un rol como aliado. El gobernador catamarqueño mostró su apoyo a la Ley Bases, el paquete fiscal y la reforma laboral bajo el dudoso argumento de defender a la provincia. El apoyo de Jalil a la Ley Bases incluye su acuerdo con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), pensando en el negocio de las mineras. Pero en cuanto a la industria textil, el RIGI puede significar un duro ataque a las empresas nacionales ante la imposibilidad de competir con productos provenientes de China o India. Esta crisis a futuro se descargará sobre el conjunto de los trabajadores textiles, ya que las empresas solo defienden sus ganancias mientras buscan cómo lograr mano de obra más barata en las provincias y más ventajas.
Como contracara, el gobierno catamarqueño no recibió a los trabajadores de TextilCom que se movilizaron el pasado viernes hasta la Casa de Gobierno. Recién el día después se acercó un funcionario con la promesa difusa de buscar un nuevo inversor. Mientras tanto, frente al portón de la fábrica hay una constante custodia policial. Toda una declaración de intenciones.
Extender la solidaridad y organizarse para lo que se viene
“Hemos recibido mucha solidaridad, mucho apoyo. Los mismos vecinos también acercan lo que pueden”, comenta una trabajadora. La simpatía se siente en las redes, en el portón de la fábrica y cuando se movilizan. Es una tarea extender estos puntos de apoyo, porque la pelea en TextilCom rápidamente comienza a ser un caso testigo sobre el accionar de los empresarios y el gobierno contra los trabajadores.
Entre las muestras de solidaridad se encuentran las trabajadoras de la gestión obrera Traful Newen de Neuquén. “Era el martes 22 de mayo y suena como tantas veces el Whatsapp. Pero esta vez es un video que, dicen, es de obreras que ocuparon una fábrica textil. Lo ponemos para verlo. ‘Estaban preparando todo para llevárselo. Estaban todas las máquinas preparadas para llevárselas. Así que nos enteramos y vinimos todos’, se escucha a una trabajadora. Parece mentira. No que la patronal haya intentado hacer eso, sino que vemos el video y nos vemos a nosotras mismas. Es nuestra misma historia”, comentan en este video enviado a las trabajadoras y trabajadores en lucha. La experiencia de las obreras de Traful Newen de resistir el cierre de una textil y ponerla a funcionar bajo gestión obrera es una referencia en medio de la crisis.
Para difundir el reclamo, las acciones y las muestras de solidaridad, se creó la cuenta en Instagram @trabajadorestextilcom.
Para difundir el reclamo, las acciones y las muestras de solidaridad, se creó la cuenta en Instagram @trabajadorestextilcom.
A la par de potenciar la solidaridad, también se cruzan los debates sobre las perspectivas. Hasta el momento, el SOIVA (Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines) ha planteado a diferentes medios su posición de reclamar al Gobierno por un ingreso para los trabajadores hasta que se paguen las indemnizaciones, sin plan para pelear por trabajo genuino. La regional de la CGT planteó su solidaridad con el reclamo pero sin plantear ninguna medida de fuerza como un paro provincial contra este importante ataque, que es a su vez una amenaza a todos los textiles.
Sobre la decisión democrática que tomen las obreras y obreros de TextilCom, junto a la solidaridad que los rodea, la CGT regional y el SOIVA deben poner todas sus fuerzas con medidas de lucha a disposición de la pelea por la reapertura de la fábrica y la defensa de los puestos de trabajo. A la par, coordinar con otros sectores de trabajadores por una salida para que los trabajadores no paguen la crisis.