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Red Internacional
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Violencia Machista. ¿Tiene más medallas o pololas?: La misoginia de Sebastián Piñera

Este martes recién pasado, Sebastián Piñera realizó un controvertido comentario a Tomás González, generando diversos cuestionamientos debido al machismo que expresaron sus palabras. Mientras responde con su agenda hacia la mujer y dice apoyar al movimiento, demuestra su hipocresía y su verdadera cara.

Suely Arancibia

Suely Arancibia Auxiliar Hospital Barros Luco.

Jueves 14 de junio de 2018

En el marco de los juegos Odesur 2018, Piñera, el presidente de la derecha y los empresarios, recibió a la delegación de deportistas que participará en la instancia. Es en este contexto cuando le preguntó a Tomás González si tenía más medallas o pololas y qué preferiría tener más.

Este comentario generó incomodidad en el deportista y al mismo tiempo reacciones y cuestionamientos al mandatario en redes sociales y la opinión pública, criticando sus dichos misóginos.

Actualmente vemos cómo se desarrolla un contexto de movilización nacional con respecto a la violencia machista, el acoso y el abuso sexual, además de levantar demandas como la educación no sexista, llevando a que existan paros, tomas y marchas en las ciudades del país. Ante esto Piñera salió con su agenda sobre equidad de género, mostrándose a favor de la lucha del movimiento de mujeres e intentando darles salida a las demandas que plantea el movimiento. Sin embargo, estas medidas impulsadas por Piñera no buscan más que fortalecer el régimen, a través del fortalecimiento de los castigos, el punitivismo de los jusgados y de instituciones como las fuerzas represivas, las mismas que utiliza su Gobierno para reprimir estudiantes, trabajadores y al pueblo mapuche.

Este comentario que realiza a Tomás González, que si bien no es el único pues ya había expresado en otra oportunidad durante su campaña política la misoginia y el machismo refiriéndose a un “juego” en donde las mujeres se tenían que tirar al suelo y hacerse las muertas mientras los hombres se tiraban encima y se hacían los vivos, naturalizando la violación, expresa su verdadera cara.

Y es que mientras se muestra amablemente del lado de las demandas de "nuestras" mujeres, como si fuese un "aliado" del movimiento, las utiliza oportunistamente, maquillando ataques a trabajadores subiendo los costos de las Isapres a los hombres para llegar a esa supuesta "igualdad" que finalmente busca repartir la precariedad para aumentar las ganancias de los empresarios.

Con esto, demuestra una vez más, que por el contrario de estar a favor de la equidad en derechos de las mujeres, esta no es más que una hipócrita sonrisa para ganarse la confianza y aprobación de más sectores. Pero mientras en sus anuncios mezcla esta demagogia con aspectos de su moral conservadora para fortalecer la familia -heteronormada y sexista- como principal núcleo social, busca desviar la verdadera pelea por acabar de raíz con la opresión a las mujeres.

Y es que sus intereses son los opuestos. La clase social a la que representa y defiende -a la cual pertenece, la de los empresarios y millonarios-, es la que se beneficia de la violencia machista, la que se opone a nuestro derecho a decidir en el aborto legal, libre seguro y gratuito y empujándonos a las más pobres a pagar esta decisión con la cárcel o la vida en la clandestinidad. Quienes, mientras se dicen pro vidas, nos empujan al trabajo precario y los sueldos miserables, como bajo el subcontrato, y nos excluyen de la educación mediante filtros de clase y género como la PSU y altos aranceles.

Buscan mantenernos relegadas a la violencia machista, sin herramientas reales para salir de los círculos de violencia en que decenas de mujeres se ven inmersas por falta de garantías como derecho al trabajo estable y viviendas que den un sostén económico. Y es que se benefician de que seamos las mujeres quienes seguimos reproduciendo las tareas domésticas y el cuidado de niñas y niños, como un trabajo no remunerado, en la sociedad, que permite mantener día a día la producción funcionando, incrementando las ganancias de los empresarios, quienes no garantizan el aseo y alimentación de sus trabajadores.