Tras tres jornadas de paro y a pesar del chantaje de las grandes empresas de la región, las empresas ofrecieron completar una paritaria de 65%, 20 puntos arriba de lo logrado por Caló y que sigue vigente en el resto de las seccionales. Además, un bono de 45 mil pesos y cláusula de revisión.
Ulises Valdez @CLAVe
Lunes 16 de mayo de 2022 14:10
La bronca de las bases metalúrgicas terminó empujando a un conflicto que muchos no esperaban. Recordemos que antes de perder su cargo, Antonio Caló había firmado una paritaria de 45%.
En Tierra del Fuego y en especial en Río Grande, están situadas importantes empresas ensambladoras y de autopartes encuadradas en el gremio metalúrgico. Desde grandes grupos locales (NewSam) a otros multinacionales o mixtos (Mirgor). Eléctrónica, línea blanca y otras ramas se destacan. Gracias a las leyes de promoción industrial, tienen distintos beneficios fiscales e impositivos. Sin embargo, una de las claves para sus ganancias son los salarios y condiciones de trabajo de las y los metalúrgicos, divididos entre efectivos, trabajadores PPD y contratados a plazo fijo.
El atraso salarial, con el condimento de la inflación provincial más alta del país, fue caldeando los ánimos. Así fue como las asambleas fabriles rechazaron la propuesta empresaria que “actualizaba” la paritaria de Caló completando un incremento del 30% en abril, 15% en julio y 10% en octubre, además de dos sumas fijas y una cláusula de revisión para el mes de noviembre.
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La bronca llevó a que la conducción, encabezada por Oscar “Lobo” Martínez, tuviera que convocar un paro “por tiempo indeterminado”, que en efecto duró tres días.
AFARTE, la cámara empresarial, tuvo que dejar de lado los chantajes sobre la pérdida de contratos y otras maniobras, para mejorar última oferta elevaron la propuesta en diez puntos porcentuales.
El acuerdo alcanzado llega entonces al 65%. La primera cuota será del 35%, la segunda del 15% y finamente 15%, en octubre. Se mantiene la revisión pactada para noviembre 2022 y se confirma una suma no remunerativa de $45.000, que se pagará en dos tramos.
La noticia fue bien recibida en las fábricas del fin del mundo. No es que resuelva la situación salarial que arrastran las y los metalúrgicos de la zona, que han perdido en los últimos años. Tampoco la precarización que se sufre en muchas de ellas. Pero demuestra que con los métodos de las asambleas, paros y piquetes, en los que confluyeron con trabajadores de otros gremios, se puede romper el techo salarial que había fijado Caló.
Recordemos que al asumir Abel Furlán se limitó a realizar un acuerdo con la rama siderúrgica (las que más ganan) que mantenía el porcentaje pero tomaba el salario conformado. También presionado por las bases, tuvo que desatar un conflicto en su propio “hogar”, Siderca Campana, ante la provocación de Techint de estafar a sus trabajadores con el premio anual.
El resto de las seccionales, o mas bien de sus trabajadores y trabajadoras, sigue con la paritaria acordada por Caló y todo el Consejo Directivo.
Para romper ese techo y como mínimo, no volver a perder con la inflación, hay que hacer como en Río Grande. El resto es puro discurso.