En estos meses de vuelta a la “normalidad”, hemos visto que los empresarios y los gobiernos han desatado una autentica ofensiva contra la clase trabajadora. Las medidas anunciadas por Ayuso son una de sus mayores expresiones. Desde Izquierda Diario entrevistamos a Laura, trabajadora de la conocida marca de restauración Vips y residente en una de las zonas afectadas por el confinamiento, para conocer cómo se está viviendo esta situación en los centros de trabajo y en los barrios
Viernes 25 de septiembre de 2020
En estos meses de vuelta a la “normalidad”, hemos visto que los empresarios y los gobiernos han desatado una autentica ofensiva contra la clase trabajadora. Las medidas anunciadas por Ayuso son una de sus mayores expresiones. Desde Izquierda Diario entrevistamos a Laura, trabajadora de la conocida marca de restauración Vips y residente en una de las zonas afectadas por el confinamiento, para conocer cómo se está viviendo esta situación en los centros de trabajo y en los barrios
Cuéntanos, Laura, ¿cómo ha sido la reincorporación a tu centro de trabajo después de varios meses de confinamiento?
Han sido meses muy duros en los que hemos tenido que sobrevivir con el 70 por ciento del salario estipulado en nuestro contrato. Teniendo en cuenta que en realidad una gran parte de lo que finalmente terminábamos recibiendo era lo correspondiente a horas complementarias por fuera del contrato, muchos compañeros han pasado situaciones verdaderamente dramáticas.
Es debido a esto que para muchos salir del ERTE y volver al trabajo era una cuestión de supervivencia. El único requisito que nos pedían era hacer un breve curso online muy básico para evitar la propagación del covid. Que en los hechos fue la única “medida” de seguridad que tomó la empresa para protegernos de la pandemia.
Se nos informó además que no podríamos realizar horas extra ni complementarias porque no se pagarían, ya que no todos saldríamos del ERTE a la vez y sería ilógico hacerlas habiendo compañeros todavía en su casa sin trabajar. Muchos de mis compañeros que dependían de ese dinero se han visto muy afectados económicamente porque la mayor parte de su sueldo se percibía en esas horas extras. Además, por la falta de personal nos encontramos con más carga de trabajo por menos sueldo.
Sin embargo, las horas que nos dijeron que no nos iban a pagar aun así las estamos realizando. Es común que el jefe de turno te llame el día antes o ese mismo día y te pida que vengas más pronto o te vayas más tarde, mínimo una hora. Con mucho descaro también ha pasado que las ponían en tu horario sin consultarte y te decían que te las pagarían en días libres, cosa que a la mayoría no nos compensa ni queremos.
Y con respecto a las medidas de protección y seguridad que comentabas, ¿la empresa se está tomando en serio esta cuestión?
Como en el resto de los establecimientos de restauración, estamos obligados a llevar mascarillas. Y se colocaron dispensadores de gel hidroalcohólico en la puerta. Pero por fuera de estas medidas súper básicas, la empresa no ha tomado ninguna otra que realmente proteja a los trabajadores. Al contrario, el aumento de los ritmos de trabajo hace que sea imposible mantener cualquier tipo de protocolo de seguridad.
Al principio se dijo que en caso de que una persona de la unidad diera positivo, el restaurante se debía cerrar y los trabajadores debían hacerse la prueba. Los que estuvieran contagiados claramente, debían estar 15 días en casa. Más tarde se dijo que la unidad no se cerraba, pero sí que debían hacerse pruebas las personas que hubieran estado en contacto con el positivo para prevenir y evitar más contagios.
En cuanto el aforo, se pudo ampliar y esas medidas dejaron de ser estrictas. Se promovía más la protección de los clientes que a los propios trabajadores, no velaban porque cumplieses las normas y no les importaba si no las seguías. Al principio, si un cliente no quería llevar la mascarilla hasta que llegase su comida podía ser “invitado” a irse del restaurante por no cumplir las normas de seguridad. Ahora, para no perder al cliente ni recibir quejas de estos, se les permite hacer lo que quieran.
Como consecuencia de todo esto se han dado 3 casos positivos en mi unidad y no se han tomado medidas. Tuve que enterarme por mis compañeros, a base de oír y confirmar rumores que era verdad. Nuestros jefes no nos informaron de estos casos a todos. Esas personas se hicieron la prueba y su correspondiente cuarentena, pero a los demás trabajadores que compartieron turno o han estado en contacto con esas personas no se les ha obligado a realizarse ninguna prueba. Parecía que lo que querían los superiores era más bien encubrir el asunto para no armar escándalo y que todos siguiéramos yendo a trabajar.
¿Cómo te están afectando las medidas de confinamiento que ha implementado en los barrios obreros el Gobierno de Ayuso?
Creo que la famosa frase que se dijo de “por qué no puedo salir a tomar una copa pero por qué servirla a otro si” lo expresa todo. Estas medidas tomadas por la señora Ayuso son claramente irracionales y clasistas.
Hacen plantearse a uno mismo qué papel juega en el sistema. Lo que está poniendo claro Ayuso es que yo, como joven obrera con un trabajo precario, mantengo la economía del país, pero a su vez mis derechos como ciudadana se ven rebajados al no ser de clase alta, cuando claramente no debería ser así.
Viendo el lado positivo a esta situación, me afecta en el sentido de que estoy percibiendo como otras personas de la clase obrera que se encuentran en la misma situación que yo o incluso peor, se percatan de esta diferencia entre clases y surge en ellos un sentimiento de lucha contra el sistema.
Teniendo en cuenta que ya empieza a surgir respuesta desde los barrios con concentraciones y movilizaciones, ¿cuál crees que es la salida para que la clase trabajadora no acabe pagando las consecuencias tanto de la crisis sanitaria como del agravamiento de la crisis social?
Me parece que las movilizaciones que han surgido desde el anuncio de las medidas por parte del gobierno de Ayuso son una gran noticia. Tienen que ser un primer paso para que nos organicemos y surjan asambleas en los barrios, en las universidades, en los centros de trabajo etc. Solo la movilización podrá frenar esta ofensiva que pretende transformar a nuestros barrios en guetos y a nosotros en simple mano de obra sin ningún derecho más que alimentar la voracidad de los empresarios.
Si conseguimos que nuestra clase emprenda el camino de la lucha, exigiendo a las burocracias sindicales que convoquen huelga general, seremos capaces de derrotar estas medidas. Y también de esta manera empezar a plantear una salida al servicio de nuestra gente y de la mayoría social. En ese sentido es necesario denunciar el papel de cómplice con Ayuso que está jugando el gobierno central ayudando a militarizar las zonas populares.
Todos estos meses son una demostración de que, más allá de las diferencias de discurso, en la práctica todos los partidos del régimen gobiernan para garantizar los beneficios de los grandes capitalistas. Es debido a eso que medidas tan básicas y de sentido común que permitirían realmente combatir la propagación del coronavirus, como la prohibición de despidos, aumento de personal sanitario, o reforzar el transporte público, solo se puede conseguir mediante la movilización social.