Los actos del diputado peronista Juan Ameri destaparon la olla y dieron de comer a macristas y peronistas, envalentonados para objetar actos de disciplina en el recinto. Sin embargo, pocos discuten sobre la casta política de los partidos patronales que gobierna con ataques a la clase trabajadora, las mujeres y el pueblo pobre.
Viernes 25 de septiembre de 2020 21:32
Ayer por la tarde se hicieron públicas las imágenes del por entonces diputado nacional por el Frente de Todos, Juan Ameri, en la sesión virtual de diputados. No tardaron en hacerse virales y se desató el escándalo.
El presidente de la Cámara Sergio Massa fue el primero en tomar la iniciativa. Interrumpió la sesión e impulsó la suspensión del diputado asegurando que su actuación “contribuye a la destrucción de la credibilidad del Congreso”. Y hoy Alberto Fernández salió a decir en los medios que “no sabía si llorar o reír”.
El repudio y la indignación se generalizaron y, cuando el escándalo llegó a las redes, fue tendencia. Macristas y peronistas partieron de un discurso moral para criticar al exdiputado.
Desde el bloque de Frente de Todos apoyaron la suspensión y señalaron que desde su espacio no pueden permitir “una irresponsabilidad de esta envergadura”, considerando que fue una falta de respeto al recinto y a la sociedad argentina. La que fue un poquito más allá fue Diana Conti, que preside el Partido de la Victoria (PV) a nivel nacional. Sacó un comunicado donde exigió al PV de Salta desafiliar a Juan Ameri por un caso de "inmoralidad e indignidad".
Una casta política capitalista y machista
El caso de Ameri es desde ayer el epicentro de las discusiones morales de los partidos políticos patronales en Argentina. Aun cuando el acto que se viralizó era íntimo y consentido por su pareja.
Ninguna de las intervenciones que inundaron la televisión y las redes profundizó el debate ni mostraron que si hablamos de machismo no hablamos de un caso individual sino, todo lo contrario. Es parte intrínseca de un sistema social capitalista y de la casta política de los partidos patronales que nos gobiernan, subordinada a los intereses de la Iglesia Católica y los grandes empresarios.
La hipocresía de Juntos por el Cambio es de todos los días. En este caso, Patricia Bullrich afirmó que el caso de Ameri “exhibe la decadencia, la miserabilidad y la falta de empatía. Que los argentinos no merecemos esto”. Lo dijo sin sonrojarse mientras su ex asesora, Florencia Arietto, se pasea por los canales pidiendo que a las familias de la toma de Guernica, en Buenos Aires, les corten la luz y el agua. Bien pro.
Del lado del peronismo la hipocresía es la misma. Ejemplos hay muchos, pero uno de los que más resalta es el de Jose Alperovich, senador por el Frente de Todos y exgobernador de Tucumán. Su sobrina lo denunció por abuso sexual el año pasado y de todas formas el PJ tucumano le siguió avalando las licencias –sin chistar- para que afronte el caso sin renunciar a su cargo. Y no solo eso, durante una entrevista para hablar de su candidatura agredió a una periodista con dichos machistas y frases cosificadoras. De todas salió impune.
Estas prácticas de misoginia y de machismo no son contrapesadas por el oficialismo que tiene alianzas impresentables como con el gobernador antiderechos de Tucumán, Juan Manzur, o se niega a impulsar el reclamo de millones de mujeres por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
En Salta también
El gobernador peronista Gustavo Sáenz repudió la actuación de Ameri en el Congreso y dijo que lo del diputado “no representa para nada los valores de los salteños”. Para el mandatario salteño, quizás, los valores tampoco tienen que ver con derechos. Salta es una de las provincias que no adhirió aun al nuevo Protocolo nacional de Aborto No Punible. Pero también es la Salta precarizada, del trabajo no registrado, que está entre las primeras en desocupación y donde los obreros mueren en su lugares de trabajo por el covid-19, como en el Ingenio Tabacal.
En Salta y en todo el país nos gobierna una casta de políticos patronales que mantiene la estructura judicial, social y política del Estado. No solo es enemiga de las mujeres sino, también, de todas las luchas de los trabajadores, las comunidades originarias, las disidencias sexuales y el pueblo pobre.
Son los mismos que desde que empezó el aislamiento se opusieron al plan sanitario que pedía a gritos la población, argumentando que no había plata. Cuando en realidad se estaba pagando sobre nuestros derechos una deuda fraudulenta, ilegal e ilegítima al FMI. Son los mismos que niegan el pase a planta de las y los trabajadores de la salud y hasta a su testeo masivo. Y que siguen sin tocarle un centavo a los más ricos del país. A las empresas y bancos que se la llevan en pala día a día mientras nosotros perdemos.
Por eso, no te confundas. Mientras todos siguen hablando de Ameri, lo que dejan de lado es que atrás de Ameri vendrán otros Ameri. Pero también, lo que ocultan, lo que callan es esta realidad que millones transitamos en Salta y todo el país.